El problema de la centro derecha y sus líderes, incluido el gobierno que terminó, no está relacionado con el “peligro” de caer bajo los efectos de una chupilca proporcionada por una izquierda reformista light, sino precisamente con la falta de representación de una mayoría de chilenos en estado de permanente vulnerabilidad social y con la ausencia de definiciones frente a los imperativos éticos y morales que plantea un desarrollo equitativo de nuestra sociedad.
Hace algunos meses el Presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, comentaba que “el futuro político va a ser letal en Chile. Creo que en la izquierda están preparando la chupilca del diablo, nos van a dar un chupinazo y nos van a volar la sesera. (…) Hay mucho loco suelto que mira a Venezuela, a Maduro y les gusta el pajarito que les habla. Aquí puede pasar algo muy malo”.
Estas declaraciones, muy en línea con la profecía enunciada por Jovino Novoa (ver su libro Con la Fuerza de la Libertad), nos habla de un imaginario febril en la vieja casta de dirigentes de derecha, que vislumbra una izquierda reformista-revolucionaria y una centro derecha que peligrosamente se estaría acoplando a ese discurso.
Más aún, se habría estado en presencia de un gobierno piñerista, cuyo legado se acercaría peligrosamente al ADN social cristiano de avanzada que definió la militancia del ex Presidente en sus inicios en política. Nada más lejano a la realidad.
Primero, porque “la medida de lo posible” es el eje que domina el actuar político de Bachelet, de sus colaboradores y de la autodenominada “izquierda progresista”, aglutinada bajo el paraguas de la Nueva Mayoría. Sólo basta con revisar el pragmatismo que ha dominado la elección de su gabinete y programa.
Segundo, porque no existe una centro derecha acoplada a un discurso reformista. Más allá de ciertos horizontes de “amplitud” buscados por un sector de la “bancada juvenil” de RN, lo que hay en la centro derecha es un desfase entre su oferta y las demandas sociales aún insatisfechas de aquellos chilenos en situación de mayor vulnerabilidad.
[cita]El problema de la centro derecha y sus líderes, incluido el gobierno que terminó, no está relacionado con el “peligro” de caer bajo los efectos de una chupilca proporcionada por una izquierda reformista light, sino precisamente con la falta de representación de una mayoría de chilenos en estado de permanente vulnerabilidad social y con la ausencia de definiciones frente a los imperativos éticos y morales que plantea un desarrollo equitativo de nuestra sociedad.[/cita]
Bastaría revisar, a nivel electoral, la sintonía entre dicho electorado y RN. Si se considera la elección 2012 de alcaldes y diputados en las 20 comunas más pobres del país y en aquellas con peores resultados en la PSU de los años 2011 y 2013 (para un total de 39 comunas), RN obtiene tan sólo un 8% de alcaldes electos y un 13% de diputados. Si se hace el ejercicio inverso, es decir, elección de alcaldes en 20 comunas más ricas y con mejores resultados PSU en los años 2011 y 2013 (para un total de 36 comunas), RN triplica las cifras anteriores y obtiene un 22% de alcaldes electos y un 36% de diputados.
Por último, tampoco es cierto que la agenda de la centro derecha expresada en el gobierno de Piñera haya traicionado el ideario libertario creado en la aulas de Chicago y forjado constitucionalmente por Guzmán, Ortúzar y Cía., reemplazándolo por una agenda enraizada en el principio de igualdad.
La salud y educación públicas se han despotenciado progresivamente a favor de los prestadores privados. Pero muchos de estos cobran más, sin cumplir con estándares mínimos de calidad. Dicho desequilibrio se manifiesta en las mismas encuestas de opinión que evalúan la gestión del Ejecutivo. Piñera, a pesar de terminar con un 50% de aprobación y abanderizarse con temáticas “valóricas” como AVP y Ley Antidiscriminación, no logra pasar de curso en aquellos problemas sociales más acuciantes para la ciudadanía y que definen la impronta valórica de un gobierno. Su evaluación en gestión de educación llega a un pobre 27%. Para qué hablar del combate a la delincuencia, donde sólo obtiene un 13% (ver encuesta Adimark de febrero de 2014).
Por lo tanto, el problema de la centro derecha y sus líderes, incluido el Gobierno que terminó, no está relacionado con el “peligro” de caer bajo los efectos de una chupilca proporcionada por una izquierda reformista light, sino precisamente con la falta de representación de una mayoría de chilenos en estado de permanente vulnerabilidad social y con la ausencia de definiciones frente a los imperativos éticos y morales que plantea un desarrollo equitativo de nuestra sociedad.