De esta forma, aseguramos sin la menor duda que los más poderosos no serán los más afectados, sino que por ser como son no serán afectados.
Hemos señalado en un documento a solicitud de la directiva de la Democracia Cristiana que, siendo necesaria el alza de los impuestos para los fines que el programa de gobierno actual establece, la fórmula propuesta adolece de algunas imprecisiones, falta de información y debida reflexión. Sin embargo, lo que más se echa de menos es que una reforma estructurada para treinta años no contemple ningún impuesto especial al cobre para los fines buscados y tampoco un impuesto especial a los que han logrado, entre otros, con el mecanismo del FUT, concentrar enorme poder dominante en casi todos los mercados relevantes y, al mismo tiempo, han producido una concentración enorme de los activos productivos, en muy pocas manos, factores todos causantes de las notables desigualdades que se trata de corregir por una sola vía, la tributaria, que no abarca el complejo tema de las concentraciones referidas, verdaderas causas de las desigualdades. De esta forma, aseguramos sin la menor duda que los más poderosos no serán los más afectados, sino que por ser como son no serán afectados.
Hemos dicho que tampoco se consigna una rebaja del IVA para los más pobres respecto a su canasta básica alimentaria y tampoco se delinea ningún arbitrio impositivo a favor de regiones, ni aun en el caso de tratarse de impuestos a la contaminación que afectan específicamente a regiones o localidades.
El objetivo de una reforma tributaria no debe dejar de tener presente siempre la necesaria unidad de propósitos entre los factores productivos y por ello hay que corregir su articulados, en particular en los términos señalados, y en lo que se refiere al FUT hacer una corrección parcial en el tiempo y en su reglamentación, en una primera fase para evitar o conocer en un proceso gradual el comportamiento no meramente académico sino real del ahorro o la inversión en Chile.
[cita]De esta forma, aseguramos sin la menor duda que los más poderosos no serán los más afectados, sino que por ser como son no serán afectados.[/cita]
Como una forma de contribuir al debate, sin más pretensiones que mostrar una visión más equilibrada y en busca de lo indicado anteriormente, demostraremos cómo uno de los pilares de la reforma propuesta carece, hasta ahora, de todo sustento fáctico fehacientemente comprobado.
En efecto, se dice en el mensaje del Proyecto de Ley de Reforma Tributaria que el mercado de capitales nacional e internacional permitirá fluidamente que se reemplacen los dineros de mayor recaudación fiscal, más de ocho mil millones de dólares anuales, en las cajas de las empresas mediante el uso del crédito abundante. Según nuestras observaciones y por lo que pasamos a indicar, ello no es ni remotamente como la autoridad piensa.
Las utilidades retenidas de las empresas forman parte del patrimonio de esa compañía y son fuente sin pagar intereses de financiamiento. A su vez forman parte del activo de la empresa, ya sea como activo fijo, o capital de trabajo (cuentas por cobrar o inventario) y en muy pocos casos como parte de los fondos disponibles, pues las empresas administran sus fondos disponibles llevándolos a los mínimos necesarios para su operación. La caja en efectivo o liquida es siempre la mínima, por obvias razones.
Definido lo anterior, si las empresas deben repartir, para pagar impuestos, parte o todas de las utilidades retenidas o devengadas a futuro, las compañías o sociedades deberán endeudarse para hacer frente a esta necesidad de caja para repartir las utilidades vía dividendos a los accionistas o retiros de sus socios en las sociedades de personas. Lo dice así claramente el mensaje presidencial.
Los bancos, desde hace mucho tiempo, evalúan exigentemente a las empresas y determinan cuál es el nivel de endeudamiento que cada empresa «puede» asumir o soportar, en función del negocio, el mercado, su administración, etc. De esta forma, cada banco le ha asignado un nivel máximo de endeudamiento a cada empresa y a ese nivel le aprueba los financiamientos que solicitan, los cuales se relacionan a propuestas de mejoras en eficiencia o aumentos de la capacidad productiva. Lo vimos después de la crisis de 1983, son muy exigentes y por ello ganan mucho dinero y tienen fama de sólidas.
Un mayor endeudamiento para repartir utilidades para reparar una caja social tiene dos efectos a considerar: en primer lugar, la empresa ya tiene asignado un riesgo por los bancos y, por lo tanto, un límite a su endeudamiento y si quiere pedir más créditos para un propósito que no es aumentar su productividad sino el repartir dividendos, significa un mayor riesgo, ya que aumenta el endeudamiento sin una contraparte de aumento de su capacidad productiva, por consiguiente, se transforma en puro incremento del riesgo que representa esa empresa.
Las utilidades no distribuidas que forman parte hoy del patrimonio de la empresa y, por lo tanto, su distribución a los socios con un mayor endeudamiento necesario para tener la caja para poder pagar los mejores impuestos de ella y sus socios, hace que la empresa disminuya su patrimonio y aumente su endeudamiento con los mismos activos. Es decir, por simple matemáticas, cambia (disminuye) parte del patrimonio por un incremento de su pasivo y cero aumento de sus activos, aumentando el riesgo de esa compañía o sociedad en cuanto a su capacidad de pago de sus obligaciones, lo que obviamente va a ser rápidamente evaluado negativamente por los bancos nacionales o extranjeros.
El pensar que el mayor endeudamiento puede ser compensado automáticamente con nuevas garantías, es una utopía, puesto que las empresas ya tienen comprometidos sus activos en garantía de los financiamientos vigentes y no es común ver activos de libre de disposición que pudieran ser entregados como nuevas garantías. Es posible observar también que hay empresas que se han comprometido con sus acreedores a no gravar ningún activo como garantía para no favorecer o perjudicar a ningún acreedor anterior. Esa limitación está en todos los contratos importantes, especialmente si hay créditos internacionales.
Vale la pena pensar cuál va a ser a futuro la fuente de financiamiento de las empresas para los nuevos planes o proyectos que tienen de crecimiento o de mejoras. Ya vimos que los repartos sobre base devengada van a significar un aumento del riesgo de la compañía y, además, en la práctica se va a eliminar o minimizar esta fuente de recursos para financiar los crecimientos, por la presión que van a ejercer los socios por dividendos o activos, ya que tendrán que pagar impuestos más altos, aunque no hay liquidez para ello. El recurrir al mercado accionario para financiar su nuevos proyectos, va a ser cada vez menos realista porque, para los inversionistas, el alza de impuesto del 20% al 25%/35%, los llevará a buscar otras alternativas de ahorro, ya que el mercado de acciones se estaría transformando en una pésima opción. Así, la pregunta va a ser cómo financiar los desarrollos de las empresas, si las utilidades retenidas serán gravadas con impuesto y el mercado de capitales para las acciones también con mayores gravámenes va a alejar a los inversionistas. Agréguese a lo anterior que el excesivo nivel de concentración dificulta más las cosas, unido a lo que un destacado hombre del mundo empresarial ha calificado como codicia desenfrenada, recordando La Polar, Enersis o Cascadas.