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Creo en la sociedad, pero no como tú la entiendes

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Teresa Marinovic
Por : Teresa Marinovic Licenciada en Filosofía.
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La sociedad existe y no porque un genio tipo Mayol la haya inventado, sino porque responde a la naturaleza misma del hombre o (para no herir la susceptibilidad del ateo con la palabra naturaleza) a una necesidad suya radical.


Es algo así como un estribillo y me lo repite cada vez que puede: “Lo que pasa es que tú –como la Thatcher– no crees en la sociedad”. Así explica él, y todos sus amigos socialistas, mi reticencia (y la de toda la derecha) a cualquiera de sus ideas. Por momentos, sin embargo, este conocido mío da muestras de generosidad; como cuando reconoce que yo opero sobre la base de un concepto de sociedad que es esencialmente “economicista”; o como cuando dice que mis ideas, ¡admite que las tengo!, serían rehenes del modelo neoliberal o, mejor aún, subproductos de una visión del mundo esencialmente mezquina. El veneno propio del modelo habría infiltrado por completo, según él, mi visión del mundo, de la cultura y de las relaciones humanas.

El hecho es que yo le tengo respeto a ese individuo porque creo que, a diferencia del resto, es honesto; y porque, honestamente, vive en el error…

El primero de ellos, ¡el más flagrante de sus errores!, es el de creer que tiene la razón, convicción que evidentemente comparte con los socialistas. Porque el hecho de que yo no entienda la sociedad de la forma en que la entiende él, no significa en absoluto que yo no crea en ella, entre otras cosas porque no creer en la sociedad sería algo así como tratar de discutir una evidencia avalada por la historia de la civilización.

La sociedad existe y no porque un genio tipo Mayol la haya inventado, sino porque responde a la naturaleza misma del hombre o (para no herir la susceptibilidad del ateo con la palabra naturaleza) a una necesidad suya radical.

[cita]La sociedad existe y no porque un genio tipo Mayol la haya inventado, sino porque responde a la naturaleza misma del hombre o (para no herir la susceptibilidad del ateo con la palabra naturaleza) a una necesidad suya radical.[/cita]

La sociedad existe, sí, y lo que olvida este conocido mío es que existe desde antes de que existiera el Estado. La pretensión suya de unir indisolublemente ambas realidades es la que yo discuto y discutiré siempre, entre otras cosas porque el Estado es una invención bastante reciente. El hecho de cuestionar políticas públicas en las que él adquiere ribetes de totalitario no tiene nada que ver, por tanto, con mis convicciones respecto de la sociedad.

Creo en la sociedad, sí, pero no confío demasiado en aquella que propone el ‘utópata’ de turno, sino en aquella que se construye desde supuestos realistas. El primero de todos: que la sociedad es la respuesta natural del hombre a una necesidad propia o, para decirlo de manera escandalosa, a un interés personal suyo.

Creo también que ese interés no se limita ni se agota en lo económico, y si alguien entiende que el único interés posible es éste, no es problema mío. Como no es problema mío, tampoco, explicar los orígenes de tamaño reduccionismo que generalmente caracteriza a la izquierda.

Creo en una sociedad en la que el poder económico no compra el poder político, tanto como en la que el poder político no expropia al económico.

Creo, por último, en una sociedad compuesta por seres humanos, cada uno de los cuales es bueno y malo a la vez, y no en la sociedad que propone el socialismo, que aplica esa dicotomía a las clases sociales o a las preferencias políticas.

No, Mayol, el que no cree en la sociedad eres tú.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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