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Pablo Longueira y la hegemonía de un cierto consenso

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Francisco Mendez Bernales
Por : Francisco Mendez Bernales Periodista y analista político
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Si bien el ministro Peñailillo en las últimas horas le ha quitado piso a este nombramiento, lo cierto es que hay un cierto afán de atribuirle a Longueira, de parte de la maquina medial de la derecha, un cierto valor por sobre el bien y el mal, lo que nos lleva a ver las intenciones de editores y periodistas, de darle un cariz estabilizador y garante de un alma transicional y por lo mismo, tranquilizador para ciertos aparatos de poder.


*Pablo Longueira volvió al escenario político, o si somos realistas, la verdad es que nunca se ha ido, ya que en los grandes medios ha estado presente hasta el cansancio, donde siempre se ha hablado de sus ganas de “servir a Chile”. Pero la cuestión es que hace unas horas se supo la noticia que en este supuesto afán de servir a Chile, el ex ministro de Piñera habría sido convocado por el Ministerio de Energía para hacer asesorías en esta materia.

Algunos aplaudieron la medida porque como se dice, Longueira es un gran servidor público y su pasado como gran dialogador en esto que se llamó la “democracia de los acuerdos” durante los noventa, lo pone en algo así como un cierto pedestal democrático. O por lo menos en lo que hemos entendido hace veinticuatro años como “democracia”. Porque lo cierto es que esta democracia consensuada -a la que a simple vista uno no podría sino aplaudir- es un concepto y una perspectiva hegemónica del ejercicio democrático post dictadura. Es la manera en que por medio de apretones de manos, sonrisas y fuertes carcajadas que daban a entender que la violencia había pasado, la Concertación veía subyugada su otrora rebeldía ante la concepción de realidad de la derecha. Uno de los íconos de eso ha sido Longueira.

Él ha sido uno de los grandes exponentes de esa construcción de un Chile que parecía entrando en un nuevo ciclo, pero que si somos sinceros, solamente estaba marchando en una dirección que convenía a un relato que no iba muy acorde con la realidad: el que planteaba que la dictadura era sólo el autoritarismo y una vez acabado esto, todo terminaba.

Por lo mismo, en el momento histórico que estamos viviendo hoy es importante preguntarse por qué es tan importante que Longueira aparezca en el escenario político. ¿Se quiere revivir una manera de hacer política? ¿Se quiere obviar la política de consensos que todo ejercicio democrático debe tener para suplantarlo por la política de los consensos? Porque es importante ver ahí las grandes diferencias entre estos dos conceptos. La democracia debe ser hecha con consensos, pero eso no quiere decir que deba someterse a la política de los consensos, que es una herramienta ideológica de sectores dominantes. Es lo que podríamos llamar -ya que está tan de moda en este último tiempo- la “aplanadora” de la derecha.

Pero una aplanadora que la Concertación no demoró mucho en asimilar como parte de su espíritu. Tal vez no por una maquinación maquiavélica como algunos ultrones intentan decir, sino porque luego de años y años de destrucción de la concepción real de democracia, construirla era más complicado, sobre todo cuando se estaba frente a quienes decían sostener en sus postulados lo que era la realidad. Pablo Longueira es uno de esos personajes que dijo manejar lo “real”, por ese “interés por Chile” que parece despojado de ideología, pero es quizás la visión más ideológica que hemos respirado en estos últimos cuarenta y tantos años.

Por lo tanto es importante ver qué signos son los que se quieren dar con esta incorporación de Longueira a Energía. Sobre todo por sus frases, como aquella que dice que colaboraría simplemente “como un ciudadano”. Pero no cualquier ciudadano, sino que uno de los conductores de esta peculiar democracia que pretendemos modificar.

Si bien el ministro Peñailillo en las últimas horas le ha quitado piso a este nombramiento, lo cierto es que hay un cierto afán de atribuirle a Longueira, de parte de la maquina medial de la derecha, un cierto valor por sobre el bien y el mal, lo que nos lleva a ver las intenciones de editores y periodistas, de darle un cariz estabilizador y garante de un alma transicional y por lo mismo, tranquilizador para ciertos aparatos de poder.

Si fue el Gobierno realmente quien impulsó esta incorporación, lo cierto es que hay una intención clara de poner a Pablo Longueira en el centro del debate, es decir, volver a crear la ilusión de que una política olvidable en muchos aspectos, llegó a poner orden.

* Publicado en El Quinto Poder

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