El problema es que en Chile la calidad de la educación hasta ahora sólo se analiza respecto la primera variante, más asociada a logros en test estandarizados como el Simce y en dos subsectores del aprendizaje. Consiste en el predominio de la teoría del capital humano para definir, restringidamente a mi parecer, la función social de la educación en una sociedad. Las otras tres variantes son igual de importantes en la definición de una educación de calidad. La reforma educacional ahora en discusión nos está empujando a relevar esas otras variantes.
El reciente debate político y público que se ha generado respecto el efecto-par tiene imprecisiones. Hay cinco aspectos importantes que mencionar, que la investigación y experiencia internacional hace décadas nos enseñan.
Primero, el efecto pares da cuenta de los potenciales beneficios que la heterogeneidad social y académica de los estudiantes, a nivel de aula y escuela, reportan al desarrollo escolar de los/as niño/as. Hay al menos cuatro modalidades o variantes sobre los que operaría el efecto pares y que han sido abordadas por diferentes disciplinas en investigación educacional. La más usual, es aquella que vincula la mezcla social con ganancias o pérdidas en términos de logros de aprendizaje obtenidos por los niños en test estandarizados como el Simce. Como en muchas áreas, hay evidencia mixta y en variadas direcciones. La que predomina es aquella que reporta que hay ganancias para estudiantes de menor desempeño sin perjudicar o disminuir el de aquellos de mejor desempeño. Las diferencias son marginales. Y uno podría concluir que la sociedad gana más de lo que pierde con programas intraescuela que hagan florecer las habilidades avanzadas de aquellos de mayor ventaja. En segundo lugar, hay otra variante de los beneficios de la heterogeneidad en el aula (académica y social) estudiada principalmente por la psicología educacional, que da cuenta de la calidad de los aprendizajes en habilidades críticas para la sociedad actual: ganancias en capacidades de autorregulación del proceso de aprendizaje, habilidades metacognitivas al transmitir conocimientos y habilidades con otros estudiantes, así como también aptitudes de trabajo colaborativo y colectivo. Eso favorece a todos los estudiantes. En tercer lugar, lo que observan la sociología, politología o psicología social, es que las aulas y escuelas heterogéneas contribuirían al desarrollo de habilidades cívicas, a la formación de la ciudadanía ante la experiencia de educarse en diversidad social, religiosa y económica. Contribuye a comprender la experiencia pública de igualdad ciudadana desde la temprana niñez. A morigerar los prejuicios y otorgar bases para el entendimiento social y moral desde la escuela misma. Eso aumenta el capital social y cohesión de las sociedades. Por último, educarse en diversidad social, económica y religiosa desarrolla la autonomía de los niños para conocer otros proyectos de vida y deliberar fundadamente sobre el proyecto de vida que desean para su propia vida. Desconocer otros proyectos de vida limita la autonomía de ese discernimiento. En esta perspectiva, la escuela no es la extensión o continuidad del hogar sino un suplemento en la conformación de la propia identidad.
Segundo, una definición robusta de calidad de la educación debe incluir todos estos aspectos. Si se toman en conjunto, entonces uno puede apreciar el efecto poderoso de una composición heterogénea de las aulas y escuelas. El problema es que en Chile la calidad de la educación hasta ahora sólo se analiza respecto a la primera variante, más asociada a logros en test estandarizados como el Simce y en dos subsectores del aprendizaje. Consiste en el predominio de la teoría del capital humano para definir, restringidamente a mi parecer, la función social de la educación en una sociedad. Las otras tres variantes son igual de importantes en la definición de una educación de calidad. La reforma educacional ahora en discusión nos está empujando a relevar esas otras variantes.
Tercero, como en toda disciplina científica en progreso constante, hay en esta área anomalías, limitaciones y aspectos que el progreso de la investigación aplicada y basal debe resolver. En este caso, existe lo que se denominan ‘problemas de indentificación’ para afirmar la existencia del efecto pares. El problema estaría en la complejidad de modelar y estimar la relación y dirección de los efectos interactuantes entre un individuo, un grupo y los contextos en que ambos se anclan. La estadística social y educacional son disciplinas que abordan estos problemas. Esto en Chile es un área incipiente que la UC podría comenzar a desarrollar el próximo año a través de un Instituto Milenio en evaluación (como se detalla en el próximo punto).
Cuarto, la investigación educacional internacional sobre el tema es abundante y es un área bien desarrollada. Sin embargo, en Chile es prácticamente inexistente, lo que es un déficit en nuestro conocimiento, pues la investigación internacional se hace en contextos de menor desigualdad social, menor varianza en desempeños entre grupos sociales y heterogeneidad socioeconómica de los establecimientos. Todo lo contrario a Chile. Por tanto, aun cuando esa investigación es poderosa, no sabemos cómo operará el efecto-pares en contextos como los descritos. Las reformas en marcha ofrecerán un escenario predilecto para evaluar el impacto de escuelas más heterogéneas en su composición sobre el efecto par. Por esa razón, 15 investigadores de la UC de diferentes facultades reunidos en CEPPE diseñaron un estudio de gran escala, conducido por el Prof. Ernesto San Martín, para investigar en profundidad el efecto pares. Eso en el marco de los Institutos Milenio actualmente en evaluación.
Cinco, las aulas heterogéneas son muy exigentes en términos educacionales. Ello requiere profesores con amplio repertorio didáctico y disciplinario, requiere aulas preparadas materialmente, requieren staff de apoyo al docente, muchas horas de planificación académica para enseñar en diversidad, sistemas de evaluación del progreso de cada estudiante, así como sistemas para la retroalimentación y apoyo psicopedagógico, como impulsó la SEP. Requiere una gestión escolar que maneje la disciplina y la orientación. Esto significa, más recursos para las escuelas, mejores profesores, menos horas en aula, excelente formación inicial de docentes, todo lo cual la reforma también debe abordar con urgencia enseguida. Un sistema educacional mediocre no puede sobrevivir con aulas heterogéneas. La educación y la pedagogía son propias de aulas que acogen la diversidad de la sociedad.