Al mirar las cifras de mujeres que quieren abortar este punto nuevamente se hace presente, dado que más del 60% lo hacen o por miedo, o porque una tercera persona (normalmente también su pareja) las presiona. De hecho, el asunto es aún más grave, dado que existe relación entre los abortos inducidos, la coerción y la violencia física o sexual reiterada. Es decir, muchas veces los abortos son la causante de perpetuaciones de los ciclos de violencia en contra de ellas.
El pasado viernes 25 de julio, agrupaciones convocaron a una marcha pro-aborto que se realizó y que convocó alrededor de 2 mil personas, según Carabineros. Intancia que, como todos recordamos, el año pasado terminó con lamentables hechos de violencia en la Catedral de Santiago.
Basta revisar un poco cuáles fueron las imágenes utilizadas para promocionar esta marcha, y nos daremos cuenta el sentimiento de rabia que éstas transmiten: ovarios en llamas y fotos de hombres y mujeres encapuchados desnudos con mensajes escritos en sus cuerpos. La mayoría de estos mensajes incitan al odio y a la poca apertura al diálogo con quienes piensan distinto a ellos.
Antes de entrar a debatir es conveniente que nos preguntemos, aunque sin justificar, ¿por qué surge tanto odio? Pueden ser muchos los factores, sin embargo, parte importante de esto se explica porque esas mujeres han notado la realidad de madres desvalidas ante una situación tan compleja como llevar adelante un embarazo vulnerable, cualquiera sea la razón de esta precariedad.
[cita]Al mirar las cifras de mujeres que quieren abortar este punto nuevamente se hace presente, dado que más del 60% lo hace o por miedo, o porque una tercera persona (normalmente también su pareja) las presiona. De hecho, el asunto es aún más grave, dado que existe relación entre los abortos inducidos, la coerción y la violencia física o sexual reiterada. Es decir, muchas veces los abortos son la causante de perpetuaciones de los ciclos de violencia en contra de ellas.[/cita]
La Presidenta Bachelet en su discurso del 21 de mayo, quizás buscando llevar el debate hacia otro lado, dijo: “Cada aborto en el país es una señal que como sociedad hemos llegado tarde”, juicio que comparto plenamente y, es más, creo que en parte explica lo anterior. Llegar tarde, a mi modo de ver significa, tal como lo dice la misión de la organización Norteamericana Feminists For Life [1] (Feministas por la Vida), “que cada aborto es un reflejo de que nuestra sociedad no ha estado a la altura de las necesidades de la mujer, si no hemos sido capaces de entregar soluciones que puedan contribuir a mitigar las causas que empujan a esa mujer a optar por un aborto”.
Otro ejemplo claro y relacionado a lo anterior, son los lamentables índices de violencia física y psicológica contra la mujer en nuestro país, en que, en la mayoría de las ocasiones, los protagonistas son sus propias parejas. Al mirar las cifras de mujeres que quieren abortar este punto nuevamente se hace presente, dado que más del 60% lo hace o por miedo o porque una tercera persona (normalmente también su pareja) las presiona. De hecho, el asunto es aún más grave, dado que existe relación entre los abortos inducidos, la coerción y la violencia física o sexual reiterada. Es decir, muchas veces los abortos son la causante de perpetuaciones de los ciclos de violencia en contra de ellas.
Entendiendo lo anterior y sumados a esto, hay estudios que demuestran consecuencias muy nocivas en la salud de la madre a causa del aborto. Efectos como: i) Mayor prevalecencia al cáncer cérvico-uterino y/o de mamas, ii) aumento en el riesgo de contraer enfermedades psicológicas como la depresión o la ansiedad[2], iii) aumento de 2 a 4 veces en el riesgo de suicidio el siguiente año después de que ocurrido el aborto[3]. Toda esta evidencia nos lleva a afirmar, y sostener con mucha firmeza, que el aborto no es una “solución”, sino que todo lo contrario: en la mayoría de los casos aumenta aún más el dramático problema del embarazo vulnerable.
Hoy debemos entender que ésta y otras manifestaciones son como un grito ahogado de ayuda, del cual desde la sociedad civil nos tenemos que hacer cargo, pero por sobre todo donde el Estado debe tomar un rol protagónico. En IdeaPaís, estamos próximos a lanzar un estudio que buscará visibilizar esfuerzos que hoy día se hacen pero, sobre todo, con un enfoque de proposición de políticas públicas que busquen apoyar a las mujeres que valiente y responsablemente llevan adelante un embarazo vulnerable.