Hoy más que nunca es necesario fortalecer las herramientas e instrumentos que nos permitan hacer crecer los emprendimientos y esforzarnos, no solamente en su creación, sino que estos emprendimientos tengan un alto impacto económico y social en nuestra economía al mediano y largo plazo, transformándose en negocios que aporten, de manera sostenida a la empleabilidad y mejoras del mercado.
El hombre es un ser gregario por naturaleza. Nuestra historia ha estado marcada por uniones entre los seres humanos para lograr objetivos. Se forma comunidad para alcanzar metas, luchar por ideales, mejorar las cosas. Nos necesitamos los unos a los otros. Por lo tanto, la asociatividad también debe usarse como herramienta para mejorar nuestros negocios.
Muchos pudiesen creer que compartir con la competencia va en desmedro del propio negocio, pero nuestra experiencia nos indica lo contrario. El concepto ahora es trabajar asociativamente y aunando esfuerzos. Veámoslo de la siguiente manera: el trabajo asociativo permite orientarse a objetivos comunes, desarrollar mercados que no pueden abarcarse por sí solos, generar economías de escala, incrementar el poder de negociación, mejorar la gestión, la productividad y la competitividad, refuerza la comercialización, promueve el desarrollo de políticas públicas orientadas al trabajo conjunto. Pero sobre todo, genera impacto en el entorno, produciendo externalidades positivas económicas y sociales, incluso más allá de quienes asumen un desafío empresarial asociativo de manera directa.
Tenemos varios ejemplos de empresarios que, detectando la importancia de la asociatividad, se han agrupado para fomentar sus negocios. En Sercotec tenemos instrumentos orientados a ello y cuyos resultados son destacables. Casos como el de los Apicultores de Melipilla, que se unieron para expandir su mercado para exportar abejas reinas; o el de los empresarios turísticos y gastronómicos Cóndores del Maipo, quienes actualmente trabajan de manera conjunta para potenciar al Cajón del Maipo como destino turístico, son ejemplos claros de ello.
[cita] Hoy más que nunca es necesario fortalecer las herramientas e instrumentos que nos permitan hacer crecer los emprendimientos y esforzarnos, no solamente en su creación, sino que estos emprendimientos tengan un alto impacto económico y social en nuestra economía al mediano y largo plazo, transformándose en negocios que aporten, de manera sostenida, a la empleabilidad y mejoras del mercado. [/cita]
En los últimos años, nuestro país ha ido tomando fuerza en materias de emprendimiento e innovación. Chile, se ha posicionado en la región y, también, ha comenzado a destacar sus cifras –al alza en esta materia– en prestigiosos rankings internacionales como el Doing Business o el Global Entrepreneurship Monitor (GEM).
Pero no obstante lo anterior, no podemos quedarnos satisfechos con la labor realizada en políticas públicas para fomentar a las micro y pequeñas empresas de nuestro país (Mipes). Recordemos que, según un estudio realizado por el Ministerio de Economía, la participación proporcional de las pymes en el total de ventas disminuyó de un 20,2% en 1990 a un 13,8% en 2012. Esto significa que, aunque estamos creando más empresas, estás tienen menor impacto en la economía nacional y por lo tanto hay una importante tarea que realizar en ese ámbito.
Hoy más que nunca es necesario fortalecer las herramientas e instrumentos que nos permitan hacer crecer los emprendimientos y esforzarnos, no solamente en su creación, sino que estos emprendimientos tengan un alto impacto económico y social en nuestra economía al mediano y largo plazo, transformándose en negocios que aporten, de manera sostenida a la empleabilidad y mejoras del mercado. Debemos trabajar arduamente porque que los recursos con que el Estado beneficia a los emprendedores y empresas de menor tamaño, sean efectivos y tengan real impacto en el Chile que aspira al desarrollo.
Tengo la convicción de que debemos mirar la asociatividad como una opción real que nos puede llevar a crecer y ser más productivos como país. Y de esta manera, asegurar una economía más estable y de continuo crecimiento, no sólo en los números sino en la calidad de vida de las personas y su entorno.