Creo que la Presidenta Bachelet ha llevado esto a un extremo por la connotación simbólica de su investidura. Nadie puede negar su actitud ampliamente democrática en el ámbito interno. Pero en lo internacional muchos recordamos con vergüenza su actitud sumisa frente a Fidel Castro en su primer gobierno. En el segundo ha continuado esa misma línea, en solo unos pocos días se ha permitido agradecer a la dictadura alemana oriental en un acto en que varios de sus anfitriones fueron víctimas de la misma y deben haberse sentido bastante agraviados.
Debo reconocer que estoy muy desconcertado por la actitud de la izquierda chilena acerca de los derechos humanos. Siempre pensé que para los que conocimos de cerca las violaciones de la dictadura de Pinochet, el respeto a los derechos humanos sería un estándar moral básico tanto a nivel nacional como internacional.
Sin embargo, eso no ha sido así, lo que ha ocurrido ha sido un fenómeno bipolar. Cabe reconocer que al interior del país los políticos de izquierda en general han promovido los derechos humanos, tanto respecto del juzgamiento de los hechos ocurridos en la dictadura como en cuanto al funcionamiento ordinario de la democracia. A nivel internacional, en cambio, su actitud ha sido de silencio y en algunos casos de defensa de algunas de las peores dictaduras.
Creo que la Presidenta Bachelet ha llevado esto a un extremo por la connotación simbólica de su investidura. Nadie puede negar su actitud ampliamente democrática en el ámbito interno. Pero en lo internacional muchos recordamos con vergüenza su actitud sumisa frente a Fidel Castro en su primer gobierno. En el segundo ha continuado esa misma línea, en solo unos pocos días se ha permitido agradecer a la dictadura alemana oriental en un acto en que varios de sus anfitriones fueron víctimas de la misma y deben haberse sentido bastante agraviados. Luego se dirigió a China, donde le otorgó plena credibilidad a la política de promoción de los derechos humanos del gobierno en el preciso momento en que éste niega sus derechos políticos a los ciudadanos de Hong Kong, entre muchas otras tropelías.
[cita]Creo que la Presidenta Bachelet ha llevado esto a un extremo por la connotación simbólica de su investidura. Nadie puede negar su actitud ampliamente democrática en el ámbito interno. Pero en lo internacional muchos recordamos con vergüenza su actitud sumisa frente a Fidel Castro en su primer gobierno. En el segundo ha continuado esa misma línea, en solo unos pocos días se ha permitido agradecer a la dictadura alemana oriental en un acto en que varios de sus anfitriones fueron víctimas de la misma y deben haberse sentido bastante agraviados.[/cita]
Una explicación que se ha dado para este extraño comportamiento de la izquierda chilena ha sido la de la gratitud. Muchos dirigentes de izquierda fueron recibidos y protegidos por dictaduras como la cubana o la Alemana Oriental y estarían obligados a devolver el favor no criticándolas. Es bien discutible que las deudas personales deban ser saldadas por medio de actos políticos y menos de gobierno, pero el argumento podía tener algún sentido hasta que se incorpora a la ecuación la situación de Venezuela. La democracia venezolana acogió y protegió a muchos exiliados chilenos. Sin embargo, no he visto a dirigentes de izquierda protestar frente a la destrucción de sus instituciones y sí a varios de ellos ejercer la defensa del gobierno que la ha perpetrado, la Presidenta por su parte se ha negado a reunirse con opositores víctimas de diversas formas de persecución.
Una segunda explicación que he escuchado es la que podríamos llamar de moral territorial, es decir, los derechos humanos serían principios intransables dentro del territorio nacional y completamente relativos fuera del mismo. De hecho, es común que dirigentes de izquierda se nieguen a discutir sobre el tema de los derechos humanos fuera de Chile. Recuerdo, por ejemplo, al actual alcalde de Recoleta, señor Jadue, militante comunista, que durante la campaña electoral se negaba de manera categórica a hablar de los derechos humanos en los países que habían sido gobernados por su partido, afirmando que en Chile éste tenía un récord impecable. Esta lógica es más difícil de defender que la anterior. ¿Como puede ser que principios que se defienden con tanto énfasis en lo interno no tengan ningún valor fuera del país? Pero al menos se podía reconocer la consistencia en repetir siempre el mismo sinsentido.
No obstante, hace algunos meses el mismo señor Jadue apareció en la televisión hablando con mucha autoridad moral, y con argumentos válidos, sobre la violación de los derechos humanos en Palestina.
¡Exijo una explicación!