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¿Lo público como sinónimo de lo privado?

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Carlos Cordero
Por : Carlos Cordero Profesor de Estado en Historia y Geografía
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Los Estados Modernos definieron lo público como el espacio comunitario, y lo comunitario como la conjunción de todos los que componen la sociedad, esto corresponde a la soberanía máxima de una comunidad, esto se ha hecho para poner a la ciudadanía como garante del funcionamiento estatal, reemplazando la idea de la divinidad monárquica, en otras palabras, lo público es el espacio de la diversidad, del debate, de la diferencia y la participación, esa es su definición, hoy nuestras universidades no funcionan completamente así, porque les hace falta más sentido público y no menos.


En los últimos días se ha centrado la discusión en el rol público de las universidades. Se ha desatado una intensa ofensiva de parte de las Universidades Privadas sobre la necesidad de resguardar su derecho a participar del sistema y sobre todo el derecho a considerarse en igualdad de condiciones frente a las Universidades Estatales, estas afirmaciones son intencionadas y buscan, ante todo, confundir a la opinión pública, generando una brecha entre las intenciones del gobierno y la ciudadanía de recuperar el espacio y la acción de lo público en educación y los intereses de las entidades privadas que han aprovechado las licencias del sistema durante años.

Chile se construyó en torno a sus Universidades Estatales, desconocer esta realidad es desconocer la Historia. La Universidad de Chile constituyó desde los inicios de la República el espacio de reflexión, búsqueda, debate y crecimiento de las ideas que perseguían la consecución del desarrollo para nuestro país. A lo largo de los años, la Universidad fue anticipando o reaccionando frente a las necesidades del naciente Estado.

Es de lógica señalar que el sistema universitario de nuestro país, hasta antes de Pinochet, se constituía en un eje articulador del desarrollo nacional, en él, el Estado invertía y fomentaba el desarrollo de ideas y proyectos, desconocer el valor de lo público en el desarrollo nacional e intentar homologarlo a la iniciativa privada, es insensato, no olvidemos que a lo largo del siglo XX nuestro país construyó universidades de acuerdo a los proyectos nacionales que surgían del debate de lo público, un ejemplo de ello es la Universidad Técnica del Estado, transformada en universidad para generar el capital humano que el esfuerzo industrializador, impulsado por la Corfo y la política de sustitución de importaciones, requería. Aquí, nuevamente es necesario destacar que el desarrollo universitario va de la mano de las grandes decisiones políticas y de desarrollo que como país hemos ido tomando.

[cita]Los Estados Modernos definieron lo público como el espacio comunitario, y lo comunitario como la conjunción de todos los que componen la sociedad, esto corresponde a la soberanía máxima de una comunidad, esto se ha hecho para poner a la ciudadanía como garante del funcionamiento estatal, reemplazando la idea de la divinidad monárquica, en otras palabras, lo público es el espacio de la diversidad, del debate, de la diferencia y la participación, esa es su definición, hoy nuestras universidades no funcionan completamente así, porque les hace falta más sentido público y no menos. [/cita]

Ahora, ignorar la actual polémica sería absurdo, pero absurdo es también no mirarla en su total perspectiva. Las Universidades Privadas surgen durante la dictadura de Pinochet, son parte de una reforma global del sistema, que eliminó la idea de las Universidades Nacionales, eliminó la Universidad Técnica y atomizó a la Universidad de Chile. Este modelo no buscaba abrir espacio al debate de posiciones que en lo público no tenían espacio, este modelo buscaba someter lo público al poder del dinero, ese es el parto de las Universidades Privadas.

Las Universidades Privadas tienen dueños, buenos, malos, personales, impersonales, son dueños igual, su búsqueda de influencia e intervención en lo público tiene como límite su propiedad, no hay filantropía en ellos, de hecho, han ganado miles de millones, la actuación en lo público de estas casas de estudios está limitada a la necesidad de buscar espacio para sus ideas y de este modo alcanzar mayor cantidad de alumnos, que representan dinero, la educación es el giro de su negocio. Para el Estado, la educación es un derecho, no un emprendimiento, y, como tal, tiene derecho a proteger sus instituciones en lo académico y financiero y con ello su idea y definición de educación.

Las Universidades Estatales no tienen dueños, su propiedad corresponde al conjunto de la sociedad organizada, no al gobierno de turno, el esfuerzo por revitalizar lo público es una tardía reacción a reparar las miserias impuestas por las leyes de la dictadura, leyes que, sin embargo, no han podido sacar del primer nivel a las Universidades Estatales; es también una política de aseguramiento del derecho a la educación, lo público es por definición, lo contrario a lo privado, no nos confundamos en aquello, nadie quiere ir por la vida cerrando universidades, pero, por favor, pretender que la idea de que el Estado privilegie, defienda e invierta en sus casas de estudios es algo malo, es, eufemismos más, eufemismos menos, seguir defendiendo la idea de la educación como bien de mercado. Aquí no se trata de imponer contenidos ni visiones, eso también es un artefacto publicitario, los Estados Modernos, definieron lo público como el espacio comunitario, y lo comunitario como la conjunción de todos los que componen la sociedad, esto corresponde a la soberanía máxima de una comunidad, esto se ha hecho para poner la ciudadanía como garante del funcionamiento estatal, reemplazando la idea de la divinidad monárquica, en otras palabras, lo público es el espacio de la diversidad, del debate, de la diferencia y la participación, esa es su definición, hoy nuestras universidades no funcionan completamente así, porque les hace falta más sentido público y no menos, por eso reformar el sistema universitario, para devolver a las Universidades Estatales un estatus público de calidad es aportar decisivamente a la construcción de una ciudadanía plural, culta, participativa y por esta vía a un país más justo e igualitario.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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