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Evo Morales no respeta a Chile

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Fernando Thauby
Por : Fernando Thauby Capitán de Navío en retiro
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Es hora de poner término a toda esta situación absurda, antes que lleguemos a mayores. Ya fuimos notificados: después viene lo del Río Silala, lo del Río Lauca y mayores exigencias de facilidades gratuitas de acceso terrestre al mar.


En las relaciones entre países suele producirse un “efecto espejo” que es muy peligroso. Consiste en que, dada la existencia de algunas similitudes, uno de los bandos cree –erróneamente– que su enemigo razona, valora y entiende al mundo en la misma forma que él, lo que lo lleva a plantear reacciones ilógicas, propuestas absurdas, actitudes sorprendentes y a esperar resultados que nunca se producirán.

Todo comienza en la insuficiente comprensión de la personalidad del interlocutor. Es lo que nos pasa frente a Bolivia. Morales y su gobierno presentan algunas similitudes –en lo formal– con sus equivalentes de nuestro país pero en esencia son completamente diferentes. En Bolivia no existe el concepto de “Estado”, cada gobierno comienza la historia nacional de nuevo cada vez, los compromisos adquiridos por gobiernos anteriores son inválidos, ya que son del pasado y el presente es un momento en que todo comienza de nuevo. Lo que un gobierno comprometió murió junto con su salida, por eso es que para su lógica nuestra posición de exigir el cumplimiento de un tratado firmado hace ya años es incomprensible. Tampoco existe el futuro lejano, tal vez lo mas alejado en su tiempo de previsión sea un par de años.

Para nosotros el tiempo es lineal, es una sucesión de hechos que se suceden uno tras otros y conforman una línea que, a partir del pasado, avanza hacia el futuro; para ellos el tiempo es circular, cada año se inicia el mismo ciclo que va a seguir la misma secuencia y va a llegar a un final en que todo de reiniciará y así siempre.

Es por eso que es imposible identificar una estrategia de largo plazo en su comportamiento, solo es posible encontrar reacciones tácticas, inmediatas. El sucesor de Morales llegará con otro cuento. Cuando nosotros le ofrecemos una asociación de largo plazo mutuamente beneficiosa, para Morales es palabrería y engaño, él solo entiende lo que quiere y necesita ahora, en este momento preciso. La “verdad” no existe, los compromisos y hechos “jurídicos” son válidos solo si se ajustan a sus necesidades actuales. Toda nuestra lógica un poco demasiado cartesiana les es ajena.

Es esto lo que nos permite interpretar su increíble propuesta de diciembre de este año, según la prensa: “Entre el 18 y el 19 de diciembre, la Cancillería boliviana, de manera informal, hizo llegar a Chile un mensaje: La Paz expresaba su voluntad de abrir una negociación bilateral para la obtención de un enclave con soberanía al norte de la caleta de Pisagua, junto a la quebrada de Tiliviche, que permitiera el desarrollo turístico e inmobiliario, una planta para industrialización de gas e instalaciones portuarias. Todo esto, sumado a garantías especiales para el uso de la carretera que une a Chile con la localidad boliviana de Oruro, convirtiéndola en una suerte de corredor sin soberanía, para evitar cortar el territorio.

A cambio, sugerían la “posibilidad de terminar con la demanda ante la Corte Internacional de La Haya”.

Bolivia presentó una demanda contra Chile el 24 de abril del 2013 porque no le gustaron las dos ofertas de Chile, la primera hecha por Bachelet a fines del año 2009, cuando consideró la posibilidad de dar a Bolivia un enclave y un corredor sin soberanía en la Región de Tarapacá, oferta que Bolivia rechazó, y la de Piñera en febrero del año 2011, en que se consideraba un enclave en comodato (préstamo) y sin soberanía en un terreno costero al norte de Arica, en la playa Las Machas, que tampoco fue aceptable para Morales. Luego vino la demanda boliviana en la que Chile rechazó la competencia de la Corte Internacional de Justicia (La Haya), que es la situación en que estamos en este momento.

Y ahora Evo sale con lo mismo: insiste en la soberanía, que fue lo que se le negó, y como “premio” ofrece dar atrás con la misma demanda que él creó: “El gobierno de Evo Morales estaría dispuesto a bajar su demanda contra Chile ante La Haya, a cambio de una negociación que asegure un enclave soberano para ese país”.

¡Que absurdidad!, demanda a Chile para forzarlo a “negociar un enclave soberano” y ahora ofrece retirar esa demanda a cambio de darle el enclave soberano!!! Una locura completa: es un planteamiento de patio de educación básica de niños negociando bolitas. ¿Cómo un gobierno puede desafiar la lógica y el sentido común en forma tan flagrante?

Para colmo intenta jugar con el prestigio del Papa, tratando de meterlo en el tema, de contrabando y sin su consentimiento.

En esta nueva situación, el canciller de Chile dio una respuesta clara, precisa, oportuna y con la concisión necesaria para evitar todo tipo de interpretaciones. “No habrá soberanía”, aunque es dudoso que Morales haya entendido el mensaje, ya que no coincide con sus deseos. Por lo demás, cada nuevo intercambio de “propuestas” refuerza la teoría boliviana de sus “derechos expectaticios”. Esta tozudez implacable fue usada por Evo Morales para salir desde el pueblo de Orinoca, alejarse de su rebaño de llamas y llegar a convertirse en Presidente de Bolivia y líder regional de los chavistas. Cree que un actor con poder –como Chile– que acepta negociar solo esconde una debilidad profunda y por eso exige más y más… quizás no ande tan desencaminado.

Existen problemas culturales profundos de por medio. Morales pertenece a otra cultura, su idioma nativo no es el castellano, lo habla con dificultad y sus expresiones son confusas e imprecisas, pero ello no lo autoriza a que nos falte el respeto y nos insulte a diario. Si su cabeza funciona según la lógica autóctona de su país, bien por él, pero para vivir en el mundo internacional debe respetar los acuerdos y convenciones, de otra manera la convivencia es imposible. Morales se aproxima al límite en donde su tipo de liderazgo lo hace un peligro para sí mismo y para su país.

Pero hay una segunda parte que es tanto o más delicada. Si la cultura boliviana transita por diferentes carriles lógicos que la nuestra, es respetable y habrá que vivir con eso, pero es distinto si insultar, ofender y molestar –en forma insistente y majadera– a nuestro gobierno y a nuestra nación se transforma en una forma de hacer política interna e internacional. Morales usa a nuestro país –como ya lo hizo Argentina– como una “variable de ajuste” de sus necesidades y como elemento siempre disponible para su actividad mediática para ocupar espacios, halagar a otros gobiernos y grupos políticos adversarios ideológicos de nuestras políticas y presentarse como víctima sempiterna a costa nuestra, desconociendo los compromisos adquiridos por su país.

Es evidente que nuestras reacciones no lo impresionan en lo mas mínimo, nuestro poder no significa ningún riesgo ni ninguna pérdida para su gobierno: provocarnos es gratis y hasta divertido. El liderazgo de Alba, que está vacante, y el de Unasur, que es un compromiso que nadie quiere asumir, podrían ser su nueva tribuna. La estúpida forma en que “nos relacionamos sin tener relaciones” existe porque la aceptamos, la dependencia del uso de nuestros puertos no conlleva ningún compromiso ni elemento moderador para su conducta pintoresca y ello sucede porque el precio que le ponemos es bajo.

Es hora de poner término a toda esta situación absurda, antes que lleguemos a mayores. Ya fuimos notificados: después viene lo del Río Silala, lo del Río Lauca y mayores exigencias de facilidades gratuitas de acceso terrestre al mar.

Como la Corte Internacional de Justicia ha renunciado a hacer justicia en derecho y el Pacto de Bogotá nos obliga a dejarnos arrastrar a ese escenario político en forma muy poco digna, parece imprescindible poner fin a esas situaciones de vulnerabilidad. No podemos seguir entregados a los caprichos de un caudillo autoritario e irracional, tan parecido –en su comportamiento egocéntrico– a los integristas musulmanes.

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