Las empresas, lamentablemente la minoría, que trabajamos desarrollando una metodología seria, medible, que permite apoyar y hacer gestión del desarrollo personal y profesional, nos vemos permanentemente enfrentadas al prejuicio del mal trabajo de otros, y la confusión de cualquier cosa a la que le podamos llamar de la manera más conveniente con el objetivo de vender más.
Está claro que el coaching está de moda y sigue en crecimiento. La cantidad de nuevas empresas y la creación de programas de formación por varias universidades en nuestro país, muestra que hay que vestir cualquier cosa con el nombre de “coaching” para vender más y a un precio más caro.
Algunos dicen que ir a jugar al aire libre es coaching, otros que jugar con lego también lo es. Hay quienes quieren confundir con que dar charlas motivacionales o tener historias personales que contar es sinónimo de coaching. Otros simplemente venden capacitaciones de lo que sea y se hacen llamar coaches.
Para el común de las personas y de las empresas, lo único que queda claro es que cualquier cosa es coaching y que cualquiera es un coach. Hay quienes señalan que simplemente es “vender humo” y hay quienes se conforman con pensar que es un momento de inspiración dado por alguien “más iluminado que muestra el camino”.
Es verdad que algunas de estas cosas que acabo de mencionar pueden ser buenas experiencias y entregar herramientas para mejorar, pero eso no las convierte en coaching. Hay conversaciones con amigos que resultan ser terapéuticas, pero eso no lo convierte en terapia, ni a nuestro amigo lo hace psicólogo, decir lo contrario sería francamente un engaño.
El coaching es una metodología clara y estructurada, no es cualquier cosa, no es motivación, ni verborrea. No es aparataje en clubes de campo, ni momentos lúdicos con juegos novedosos. Las empresas, lamentablemente la minoría, que trabajamos desarrollando una metodología seria, medible, que permite apoyar y hacer gestión del desarrollo personal y profesional, nos vemos permanentemente enfrentadas al prejuicio del mal trabajo de otros, y la confusión de cualquier cosa a la que le podamos llamar de la manera más conveniente con el objetivo de vender más.
Hace unas semanas, reunido con un gerente de inversiones de una gran compañía financiera, le presentaba los resultados finales de un proceso de coaching de tan sólo 8 sesiones, y quedaba impresionado de los logros alcanzados, de la medición de los mismos y de cómo efectivamente él había visto las mejoras en su equipo de trabajo en el día a día.
Entonces, me comentaba todas las ocasiones en que habían gastado mucho más tiempo y dinero en actividades que decían ser coaching, y que prometían milagros y que, finalmente, no habían aportado nada más que un break a la jornada laboral.
Coaching no es todo lo que se dice en Internet, ni tampoco son procesos eternos. Pues también hay quienes escudan su ineficiencia haciendo creer que si el acompañamiento es corto, entonces es dudoso.
Si estás pensando en vivir un proceso de coaching, o formarte en esta disciplina, que no te engañen las marcas, ni los precios, ni las largas duraciones, y no te dejes impresionar por actividades de juego u otras cosas que, pudiendo ser un aporte, con certeza no es coaching, sino que son otras metodologías vestidas de aquello que no son con el único fin de facturar a costa del desconocimiento y la confusión.
Consulta en detalle cada vez que requieras estos servicios, pide conversar con los expertos y no con los vendedores, recurre a los autores y no a sus discípulos, y pide referencias serias para saber a ciencia cierta aquello que estás comprando y lo que puedes esperar de ello. El coaching es mucho más que marketing, y si recurres a profesionales será la mejor inversión que harás en ti.