Tal como lo expresó el ministro Burgos en su discurso en Cartagena: “Chile entiende el CDS como la construcción de un crecientemente robusto régimen sudamericano en seguridad y defensa, que permita consolidar a la región como zona de paz y establecer las bases políticas de lo que podría llegar a ser, en el largo plazo, una comunidad de seguridad en América del Sur. Estamos pasando de un nivel de relaciones de seguridad en que hemos logrado confianza, primero, luego transparencia, y estamos empezando a sentar las bases para lo que en el futuro podría ser una política común. El Centro de Estudios Estratégicos de Defensa en Buenos Aires o la Escuela Suramericana de Defensa en Quito, son, en ese contexto, un primer conjunto de políticas comunes de defensa”.
En la “Mitad del Mundo” (Pichincha/Quito – Ecuador), los países sudamericanos resolvieron fortalecer el desarrollo de una doctrina y visión compartida de la defensa nacional y regional como lo expreso el ex Viceministro de Defensa de Ecuador, Carlos Larrea. Así, delegados de los ministerios de Defensa de los diez países del Consejo de Defensa (CDS) de UNASUR se reunieron en Quito a principios de abril para crear la Escuela Sudamericana de Defensa (ESUDE), instancia que, con la presencia del Presidente Correa, fue inaugurada el 17 de abril pasado en el marco del octavo aniversario de UNASUR y la elección de su primer director, el académico brasileño Antonio Jorge Ramalho.
De esta forma la ESUDE se une al Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa (CEED-CDS) que funciona en Buenos Aires en esta tarea de crear una visión distinta de la defensa. Celso Amorin, ministro de Defensa de Brasil, y uno de los principales impulsores de la ESUDE junto a la ex ministra argentina Nilda Garré, dijo que “el proyecto es una manera de crear un pensamiento profundamente suramericano de defensa que, por un lado, respete nuestras necesidades y, por otro, se aleje de antiguos conflictos de la Guerra Fría que no tienen nada que ver con nosotros”. Estas ideas fueron complementadas por el ministro de Defensa ecuatoriano, Fernando Cordero, al apuntar que la ESUDE «constituye un paso más en el proceso de integración del continente» y tiene «el compromiso de construir una doctrina propia (y compartida) velando siempre por la paz» a través de la formación de civiles y militares en el área de la defensa.
[cita] Tal como lo expresó el ministro Burgos en su discurso en Cartagena: “Chile entiende el CDS como la construcción de un crecientemente robusto régimen sudamericano en seguridad y defensa, que permita consolidar a la región como zona de paz y establecer las bases políticas de lo que podría llegar a ser, en el largo plazo, una comunidad de seguridad en América del Sur. Estamos pasando de un nivel de relaciones de seguridad en que hemos logrado confianza, primero, luego transparencia, y estamos empezando a sentar las bases para lo que en el futuro podría ser una política común. El Centro de Estudios Estratégicos de Defensa en Buenos Aires o la Escuela Suramericana de Defensa en Quito, son, en ese contexto, un primer conjunto de políticas comunes de defensa”.[/cita]
Cambio del sentido estratégico
En esta dirección, la ESUDE representa un claro cambio en el sentido de la formación en defensa. El Secretario General de la UNASUR expresó que “esperamos que a diferencia de esa inefable Escuela de las Américas, (la ESUDE) sea una escuela no para preparar nuestros ejércitos para las guerras, sino para prepararnos para la paz», reflejando con ello un “carácter refundador” como lo ancló el ministro Amorin a partir de la formación para un cambio en la cultura y doctrina estratégica de la defensa.
La ESUDE es considerada por varios gobiernos como alternativa a la desaparecida Escuela de las Américas de Estados Unidos (1946-2000 y hoy rebautizada como Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental) y donde en el marco de los lineamientos estratégicos de EE.UU. y, en particular, de la Doctrina de Seguridad Nacional promovidos por el Departamento de Estado y el Pentágono durante la Guerra Fría, se impartieron a finales del siglo anterior tácticas de guerra sucia y contrainsurgencia que sirvieron para impulsar golpes de Estado e intervenciones militares que derrocaron gobiernos democráticos en todas la región con la excusa de detener la expansión comunista.
El Canciller de Ecuador, Ricardo Patiño fue claro respecto de esto último, al decir que «la vieja Escuela de las Américas fue reducto para adoctrinar a golpistas y torturadores que obedecían a intereses imperiales», realidad que se demostró patente con la ineficiencia del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en la guerra de Las Malvinas al privilegiar EE.UU. a su aliado estratégico en el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Gran Bretaña, por sobre los compromiso con Argentina por este tratado (hoy estos intereses distintos se han traducido, por ejemplo, en la militarización de la guerra contra las drogas).
Pero la ESUDE es más que una alternativa a la Escuela de las América y su doctrina, también es un reflejo institucional del proceso de integración que en las últimas décadas ha dado enormes saltos cualitativos en la construcción de espacios de confianza y articulación en la perspectiva de edificar políticas convergentes. Como lo expresó el viceministro de Estrategia y Asuntos Militares del ministerio de Defensa de Argentina, Jorge Fernández en Quito, “con la ESUDE se da vuelta una historia, que se inicia en el siglo XIX, de desunión de gobiernos que no aportaron para la unidad de América Latina…”.
Desde la independencia la región ha buscado, con decisión pero con muchas trabas y problemas, espacios de encuentro. En esta dirección, particular relevancia han tenido las décadas de los cincuentas a los setentas con la creación de instancias como la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) o el Pacto Andino (hoy Comunidad Andina de Naciones – CAN). Sin embargo, no es hasta los aprendizajes de la crisis de América Central en los 80s del Grupo de Contadora y de Apoyo, luego del Grupo de Río (concertación política, diplomacia presidencial, resolución pacífica de controversias, entre otros) y de la comunión de intereses y agendas que genera la oleada democratizadora de los 80s y principios de los 90s, que estos y otros procesos de cooperación e integración encuentran un “zenit” en la creación de UNASUR (2004 como Comunidad de Naciones Sudamericanas y luego el 2007 como Unión Sudamericana de Naciones).
Conformada como organismo internacional por los doce países de la región suramericana: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, objetivos centrales de UNASUR son: a) “construir un espacio de integración en lo cultural, económico, social y político, respetando la realidad de cada nación” y b) “eliminar la desigualdad socio económica, alcanzar la inclusión social, aumentar la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías existentes, considerando la soberanía e independencia de los Estados”.
Para cumplir con este propósito, UNASUR asume tres grandes agendas: a) la económica, donde se propone aumentar la competitividad transformando el modelo extractivo en uno que optimice los recursos naturales, dándole valor agregado; b) la política como escenario y mecanismo privilegiado para el diálogo, donde se articulan política públicas regionales que impulsen y respeten la democracia y los derechos humanos; y, c) la social, que resalta la inclusión social como desafío, lo que implica equilibrar la distribución del ingreso, la disminución de las brechas sociales, incorporación de los conceptos de género e igualdad que permita eliminar las desigualdades regionales.
Por último, un tercer aspecto relevante en el desarrollo de ESUDE es que, ya consolidada Sudamérica como una zona de paz (libre de armas de destrucción masiva, resolución de conflicto por vía diplomático-judicial o de cooperación estratégica como la nuclear entre Argentina y Brasil desde el 2008) como lo ha expresado el ministro Jorge Burgos, la política de defensa y seguridad regional se está reorientando a reducir la incertidumbre (sobre todo la permeabilidad de las fronteras que imponen las nuevas amenazas) en un escenario internacional globalizado y abierto (dinámico, multidimensional, contradictorio, sin poder hegemónico claro, etc.) y a garantizar características centrales de una arquitectura de paz y estabilidad, anticipando respuestas preventivas y cooperativas a las eventuales situaciones de crisis que puedan cuestionar los intereses permanentes y democráticos de sus Estados.
Las concepciones de seguridad humana, seguridad democrática y seguridad multidimensional explicitadas en diversos instrumentos (Acta de Helsinki de 1975 – OSCE, Informe de Desarrollo Humano 1994 – PNUD, Conferencia Especial sobre Seguridad de la OEA en México 2003, etc.), diagnosticaron una serie de factores-amenazas que hacen traspasar la defensa y la seguridad de su dimensión territorial-fronteriza hacia un espacio de carácter más complejo, dinámico y global (ellas hoy son de carácter regional). Esto ha implicado el abandono de la visión Estado céntrica propia del realismo (sentido absoluto y perpetuo de soberanía) hacia un enfoque más compatible con el derecho internacional (se es soberano y súbdito por voluntad) y, por consiguiente, de respuestas menos militaristas y más cooperativas de los Estados y sus FF.AA. para construir un ambiente de paz y seguridad: un compromiso estratégico regional para fijar los desafíos y resolverlos cooperativamente.
En su artículo cuarto, “Lineamiento Estratégico”, se lee: “La ESUDE contribuirá a la consolidación de Suramérica como una zona de paz y de estabilidad democrática, y también a la construcción de una identidad suramericana en materia de defensa”. En este marco hay que aclara que si bien la ESUDE no formará para una seguridad colectiva (una especie de OTAN sudamericana), colaborará a generar las condiciones para una cooperación reforzada a través de visiones y formaciones comunes (una comunidad de defensa).
La ESUDE también tendrá el desafío de reforzar la educación en defensa desde una perspectiva transdisciplinaria; es decir, reconocer la intersección de distintas disciplinas, provocando cruces y nuevos anclajes entre campos capaces de posibilitar múltiples visiones simultáneas de lo militar, político, económico, de lo social – identitario y del medioambiente. En este sentido y dado lo complejo, dinámico, multiexpresivo, y contradictorio de los desafíos, es necesario avanzar más allá de la sumatoria de campos, promoviendo un perfil de egreso más “constructivista” que fortalezca las competencias genéricas y profesionales que se enmarcan dentro del ser, saber y del saber hacer de un especialista en nuestra área.
Consejo de Defensa Sudamericano (CDS)
En la actualidad, UNASUR para el desarrollo de sus objetivos, cuenta con doce consejos sectoriales: Energético, de Defensa, de Salud, de Desarrollo Social, de Infraestructura y Planeamiento, del Problema Mundial de las Drogas, de Economía y Finanzas, Electoral, de Educación, de Cultura, de Ciencia, Tecnología e Innovación y el de Seguridad Ciudadana, Justicia y Coordinación de Acciones contra la Delincuencia Organizada Transnacional. La ESUDE y el CEED están en el marco del de Defensa.
El ministro Jorge Burgos en Cartagena-Colombia, dijo que en la redacción de los estatutos del Consejo Sudamericano de Defensa en Chile (2008), se plasmaron los primeros consensos en esta área. El primero, resalta, es que el Consejo sería un órgano de seguridad cooperativa, descartándose así la idea de seguridad colectiva o una alianza militar que pudiera conducir a un plan operacional de una fuerza suramericana de paz o algo de similar naturaleza. Luego, agrega, se circunscribió a tratar exclusivamente cuestiones de defensa, sin inmiscuirse en asuntos de seguridad interna. Resaltó que este fue un logro mayor tomando en cuenta que en varios países de la región lo militar y policial están claramente separados. Tercero, quedo “establecido” que el CDS no se dirigía contra ningún país en particular. Por último, destacó que se logró un cuarto principio desglosado en tres elementos: a) el compromiso de avanzar siempre y en toda circunstancia en forma gradual, buscando los elementos comunes de una visión compartida de la defensa; b) el consenso como fórmula incluyente y legitimadora de la diversidad; y, c) el compromiso de reducir las asimetrías y las desigualdades existentes reconociendo las diferentes realidades.
Hay otros importantes principios que son parte del acervo de la UNASUR y del propio CDS, como la gobernanza democrática en defensa, entendida como un buen gobierno transparente y eficiente que proporciona legitimidad al quehacer público; el control civil democrático sobre la función defensa, sus orientaciones generales, percepciones de amenazas y presupuestos, y al diálogo de las instituciones de la defensa, sean éstas gobiernos, ministerios de defensa e instituciones castrenses, con la sociedad civil organizada.
Particular relevancia adquiere en UNASUR y el CDS este último punto, la relación entre Defensa y la Sociedad Civil. En este sentido, hay que tener presente que los Jefes de Estado y Gobierno aprobaron en agosto de 2013 la creación del Foro de Participación Ciudadana. Esta preocupación va en la línea de lo que ya previó correctamente el Estatuto del CDS en 2008, en orden a promover la participación ciudadana en los temas de la defensa (una relación más inclusiva).
Reforzando el Camino Recorrido en la Defensa.
La ESUDE, entonces, se constituirá como un centro de estudios y de articulación de redes entre las iniciativas nacionales de los estados miembros de UNASUR (en el caso de Chile, ANEPE y otras) para la formación en materia de defensa e ir generando pautas comunes como dijo el ministro de Defensa Argentino, Agustín Rossi.
Sin embargo, esta es la consolidación institucional de un camino ya recorrido en práctica y pautas conceptuales comunes como se ha visto en el fuerte compromiso de los países miembros de la UNASUR con la paz y seguridad Internacional en el marco de la ONU. Reafirmando esto, el ministro Burgos ha dicho que “varios de nuestros países participan en MINUSTAH, otros hemos sido o somos actualmente miembros no permanentes del Consejo de Seguridad o estamos comprometidos en diversas organizaciones de la ONU para contribuir a la paz, a la protección de los refugiados, a llevar adelante el desminado humanitario, entre otras obligaciones contraídas con la comunidad internacional”. Junto a lo anterior, hay otras iniciativas sin precedentes y/o estratégicas en marcha como la Fuerza de Paz Binacional Conjunta Combinada “Cruz del Sur” (Chile-Argentina), la que se encuentra a disposición de la ONU para la paz y estabilidad internacional.
Claramente en el CDS, además la preocupación por temáticas tradicionales relacionadas a la transparencia y confianza (institucionalidad, gasto e inventarios militares, etc.), hay preocupación por nuevos desafíos como el narcotráfico, la trata de personas o la Ciberdefensa como lo expreso el Secretario General de UNASUR, Ernesto Samper. En relación a esta última, el CDS está abocado a la búsqueda de formas de cooperación eficientes para hacer frente a estas prácticas invasivas y reñidas con el derecho internacional que pueden afectar seriamente la capacidad de los países de ña región.
Otro tema relevante es el de Género en el marco de la resolución 1325 por el Consejo de Seguridad de la ONU, avanzando hacia la incorporación plena de las mujeres en todas las actividades ligadas con la defensa, política inclusiva que trasciende hacia el de las minorías en el marco de la protección y promoción permanentes de los Derechos Humanos.
La cooperación para la protección de los recursos naturales, la preservación del medioambiente, de la biodiversidad es otra preocupación del CD. Varios ministros de la región han señalado que nuestra región tiene una larga tradición que puede ser la base para nuevos emprendimientos conjuntos. Aquí basta nombrar, por ejemplo, la cooperación que existe entre Argentina y Chile en la protección de los mares australes o en la Antártica, donde opera desde 1998 (Patrulla Naval Antártica Combinada)”.Igualmente, y relacionado a desastres naturales, destacan los ejercicios conjuntos como el 2014 en el Centro de Simulación y Experimentación del Ejército (CESIME), en la guarnición militar de Campo de Mayo (a 40 kilómetros de Buenos Aires) donde participaron las FF.AA. de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela
Tal como lo expresó el ministro Burgos en su discurso en Cartagena: “Chile entiende el CDS como la construcción de un crecientemente robusto régimen sudamericano en seguridad y defensa, que permita consolidar a la región como zona de paz y establecer las bases políticas de lo que podría llegar a ser, en el largo plazo, una comunidad de seguridad en América del Sur. Estamos pasando de un nivel de relaciones de seguridad en que hemos logrado confianza, primero, luego transparencia, y estamos empezando a sentar las bases para lo que en el futuro podría ser una política común. El Centro de Estudios Estratégicos de Defensa en Buenos Aires o la Escuela Suramericana de Defensa en Quito, son, en ese contexto, un primer conjunto de políticas comunes de defensa”.
Claramente, con sus cuatro lenguas oficiales: español, inglés, portugués y holandés, UNASUR es un referente privilegiado de la paz e integración de América del Sur, realidad que nos potencia para una interlocución más eficiente y beneficiosa con el resto de la comunidad internacional.