Ninguno de los informes habla de lo que uno esperaría: de minería. Es decir, cualquiera de nosotros -guiado por el sentido común- pensaría que si Antofagasta Minerals le paga a quien es diputado por una zona minera y Presidente de la Comisión de Minería del Congreso por la realización de informes, es para que les hable del rubro.
Leer los diez informes realizados por el ministro Jorge Insunza a la empresa Antofagasta Minerals, mientras era diputado y presidente de la Comisión de Minería, publicados en su página web, no hacen más que aumentar las dudas respecto de su vinculación con esta empresa minera del Grupo Luksic.
El primero de ellos se realiza poco antes de las elecciones municipales del 2008 y el último el 14 de octubre de 2014. Dos son del 2008, uno del 2009 y siete del 2014.
En primer lugar, sorprende ver textos que realizan descripciones y análisis sólo acerca de situaciones políticas generales de nuestro país, salvo en dos ocasiones, en las que se habla de situaciones internacionales, específicamente las elecciones en la Unión Europea el 2014 y las impresiones personales de un viaje a China realizado el 2009. Ninguno de los textos está firmado o menciona alguna autoría, podrían haber sido escritos por cualquier analista con conocimientos mínimos de política. Pero vamos a suponer que él los escribió, y que, tal como afirma, él hizo esas tan bien pagadas “interpretaciones de la realidad”.
En segundo lugar, y esto es mucho más llamativo, ninguno de los informes habla de lo que uno esperaría: de minería. Es decir, cualquiera de nosotros -guiado por el sentido común- pensaría que si Antofagasta Minerals le paga a quien es diputado por una zona minera y Presidente de la Comisión de Minería del Congreso por la realización de informes, es para que les hable del rubro. Al menos se esperaría leer algo acerca de mercados a futuro, proyección de la demanda de los commodities, situación mundial del cobre, importancia de los recursos naturales en la geopolítica, etc. Pero nada de eso ocurre. Por el contrario, sólo se habla de política. El primero de ellos (2008), por ejemplo, es una proyección analítica acerca de las elecciones municipales de ese año y de qué podría ocurrir con el pacto de omisión entre Concertación y Partido Comunista que debutó entonces. ¿Qué interés reviste eso para Antofagasta Minerals? ¿Qué tiene eso que ver con la producción de cobre?
[cita] Todos estos antecedentes publicados por el ministro Insunza, el mismo que tiene que liderar la “agenda de probidad” del Gobierno, no hacen más que aumentar la desconfianza respecto de su frase preferida por estos días: “Nunca me dejé presionar”, frase dicha luego de que se supiera que recibió remuneración periódica de uno de los grupos mineros privados más importantes del país, mientras con los impuestos de todos los chilenos recibía una millonaria dieta parlamentaria para que ejerciera de diputado y presidente de la Comisión de Minería.[/cita]
Otro texto (14 de enero de 2014) analiza “La naturaleza de la Nueva Mayoría”. En este se discute si la NM es una coalición de gobierno o un acuerdo programático, para ello se discurre en sus breves 3 páginas acerca de las relaciones PC-PDC en Chile y en Europa. ¿Por qué le podría importar eso a Antofagasta Minerals? El penúltimo informe (23 de septiembre de 2014) se titula “Manejo de crisis de Peñailillo”. Al igual que casi todos, tiene apenas 3 páginas, pero llama la atención porque discute las políticas de inteligencia en Chile y las reacciones oficialistas “contra el terrorismo local”, después del atentado en el Metro de Santiago. Se menciona el rol actual de la ANI, se recuerda el papel de “La Oficina”, incluso se advierte que los integrantes de esta “en sus procedimientos siempre estuvieron en el filo de la legalidad”, y se afirma que se trate o no de militares encargados de estas operaciones de inteligencia, “no existen mecanismos probados para evitar estos fenómenos de excesos posibles que escapan al control institucional”. ¿Qué tiene eso que ver con Antofagasta Minerals y la producción de cobre?
Por lo mismo, el interlocutor de los informes, el destinatario de los mismos no parece ser una minera, pues, temáticamente hablando, no se tratan temas ni cercanamente relacionados con esta actividad.
En tercer lugar, lo que sorprende definitivamente es que las fechas de todos estos informes coinciden con las fechas en que Insunza ha sido legislador (2005-2009 y 2014). Porque mientras no lo fue no hay informes. Dicho en otras palabras: en tanto fue diputado de la República recibió pagos del grupo Luksic; cuando dejó de serlo, dejó también de recibir dinero. En efecto, de acuerdo con lo que él mismo publica en su página, no hay evacuación de informes para Antofagasta Minerals durante el 2010-2013, período en que no ejerce como legislador, pues no logró cupo parlamentario en las elecciones de diciembre de 2009.
Todos estos antecedentes publicados por el ministro Insunza, el mismo que tiene que liderar la “agenda de probidad” del Gobierno, no hacen más que aumentar la desconfianza respecto de su frase preferida por estos días: “Nunca me dejé presionar”, frase dicha luego de que se supiera que recibió remuneración periódica de uno de los grupos mineros privados más importantes del país, mientras con los impuestos de todos los chilenos recibía una millonaria dieta parlamentaria para que ejerciera de diputado y presidente de la Comisión de Minería.
Bajo este cuadro, el ministro Insunza debiera renunciar voluntariamente. Sin embargo, lo más probable es que aquello no ocurra y, de ocurrir, sólo sea por las presiones inaguantables. Nada mejor, para explicar por qué no ha tomado esa decisión de manera voluntaria, que sus propias palabras, usadas por él en el informe del 23 de septiembre de 2014, cuando analiza el comportamiento de los órganos de inteligencia: “Lo más crítico es una cierta cultura de inmunidad y sensación de poder que desorienta a sus miembros respecto de los límites de su acción”.
Parece ser que efectuó una proyección con sus propias palabras, describiéndose a sí mismo; aunque, en realidad, esa descripción calza para todo nuestro sistema político, donde sus actores hasta ahora se han sentido inmunes porque se han sabido impunes.