Los desafíos que enfrenta la política espacial de Chile están directamente relacionados con la capacidad de procesar la información para mejorar el conocimiento, mediante el acceso democrático a la tecnología satelital.
Sí, el asunto se trata del Acceso a la Información Estratégica Satelital en el marco la Sociedad del Conocimiento. Esa vía resulta clave para impulsar mayor inclusión social y proporcionar elementos idóneos para el combate a la pobreza y una prevención más efectiva de los recurrentes desastres naturales que nos afectan. Más aún, en el plano global, se le ha reconocido a la tecnología espacial una función irremplazable en el cumplimiento del Objetivos del Milenio y de los Objetivos del Milenio sustentables de la ONU.
Las aplicaciones espaciales de los satélites proveen datos cruciales para la seguridad alimentaria, calentamiento climático, meteorología, planificación urbana, borde costero, glaciares, recursos hídricos, educación a distancia, epidemiología e interconectividad en general, y tantas otras cuestiones que inciden y determinan la vida ciudadana.
Su puesta en práctica, a través de la divulgación democrática del conocimiento que esas aplicaciones pueden suministrar de modo óptimo, coadyuva de manera muy potente a la reducción de la inequidad societal. Hoy día el nuevo recurso natural es la materia gris, cimentado en la información global.
[cita] A nivel legislativo, Chile ha sido protagonista en la redacción de todos los tratados de Derecho Espacial. A nivel regional, además, ha impulsado mecanismos de integración a través de las Conferencias Espaciales de las Américas, cuyo Grupo Internacional de Expertos presidimos. [/cita]
A nivel legislativo, Chile ha sido protagonista en la redacción de todos los tratados de Derecho Espacial. A nivel regional, además, ha impulsado mecanismos de integración a través de las Conferencias Espaciales de las Américas, cuyo Grupo Internacional de Expertos presidimos. Dichos hechos evidencian oportunidades para una consolidación estratégica de nuestra política exterior y para un mayor entendimiento sustentable entre los pueblos de la región de América Latina. La diplomacia chilena cuenta con antecedentes científicos, académicos y jurídicos para configurar una política de largo aliento en esa dirección.
Por lo anterior, es muy importante la iniciativa que se tomó en su momento por el gobierno anterior de la Presidenta Michelle Bachelet, y que está estimulando nuevamente, acerca de la estructuración de una Agencia Espacial Civil. Esa iniciativa apunta a reducir la brecha de la desigualdad a través del pleno aprovechamiento de los beneficios que brinda la tecnología espacial, ya indicados.
Dicha política tendría, además, la externalidad positiva de reforzar nuestro relacionamiento con la región de América Latina para continuar emprendiendo caminos conjuntos en la lucha contra la exclusión por los diversos y multifacéticos usos de las aplicaciones espaciales. Dada su condición de interconectividad abarcadora, constituye el único instrumento con capacidad de acometer, en forma eficaz, metas de desarrollo humano sostenible y la principal amenaza que acecha el Planeta, como es el cambio climático.
En el contexto descrito, una política espacial va mucho más allá de la imprescindible compra de un nuevo satélite, la que debe estar –además-, ampliamente legitimada por el conjunto de la ciudadanía. Una Agencia Espacial Civil convocaría a nuevas generaciones, con proyectos insospechados, poniendo la mirada más allá, donde el conocimiento nos lleve.