«Si aprendemos a cuidar de nuestras emociones y estados mentales, y logramos transmitirlo a quienes nos rodean, entonces seremos capaces de reponernos mejor y más rápidamente a los imponderables de la vida y la naturaleza, para seguir adelante con los planes y proyectos que cada uno de nosotros tiene en la vida».
En Chile los eventos sísmicos ocurren con cierta frecuencia y probablemente ya le ha tocado vivir al menos uno o dos de estas situaciones. Que sea algo natural en esta latitud del mundo no significa que no cause miedo, ansiedad y genere en muchas personas situaciones psicológicas que requieran ayuda, contención o consulta con algún especialista.
Si bien hay ciertos efectos que se dan sólo en el momento, según cifras replicadas por BBC entre el 30% y el 40% de las personas desarrollan algún cuadro psicológico a partir de un terremoto dentro de los seis meses posteriores al evento. Entonces se vuelve más relevante el tener presente algunas recomendaciones para cuidarnos mentalmente.
Probablemente el consejo más reiterado en estos casos es mantener la calma, y la verdad que es una de las recomendaciones que debemos seguir practicando en contextos como el mencionado, ya que el no hacerlo puede acentuar reacciones que contagien estados emocionales de descontrol y que puede llevar a tomar malas de decisiones o acciones que pueden llegar a ser más perjudiciales que el propio temblor.
Cuando hemos logrado mantener la calma a nivel personal, pero vemos en nuestro entorno a otras personas que se encuentran emocionalmente descontroladas, intentar consolar o aplacar dichas emociones no es una buena estrategia. No ofrezca consuelo, mejor de apoyo y compañía, es decir, aprenda a escuchar a la otra persona, bríndele un espacio emocionalmente seguro para poder hablar de lo que siente y piensa en este contexto y bríndele cariño, no consejos.
No importa si es religioso, agnóstico o ateo, pues de seguro cree en algo que le permite explicar el mundo y su entorno. Buscar una comprensión que funcione como una historia coherente para uno mismo, es una buena manera de integrar la experiencia y evitar futuros cuadros como angustia, depresión o desórdenes psico-emocionales. Converse, exprese sus emociones, y construya una explicación lógica para sus propias creencias que le otorgue explicaciones y le de tranquilidad.
No cabe duda que las primeras reacciones que tenemos frente a desastres naturales que escapan de nuestra comprensión y sobre todo a nuestro control, nos deja en una sensación de vulnerabilidad que nos gatilla una serie de reacciones. Pero también es cierto que las personas tenemos la posibilidad de aprender de nosotros mismos y desarrollar las herramientas necesarias que nos permitan gestionarnos de mejor manera, para hacer frente a este tipo de hechos, tal como lo hemos realizado anteriormente y que hemos sabido reponernos y seguir adelante.
Si aprendemos a cuidar de nuestras emociones y estados mentales, y logramos transmitirlo a quienes nos rodean, entonces seremos capaces de reponernos mejor y más rápidamente a los imponderables de la vida y la naturaleza, para seguir adelante con los planes y proyectos que cada uno de nosotros tiene en la vida.