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Circo sin pan

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«El Gobierno nos distrae y saca del sombrero el “proceso constituyente”. Un tema que no le importa a casi nadie. En la encuesta CEP la reforma constitucional es el penúltimo de los temas de interés para la gente, con sólo 3% de preocupación».


La gente del país es bastante cuerda, pero, como dijo el Papa de los osorninos, no sin crudeza, y como lo sabe el Gobierno, es un poco tonta. Por eso los más “vivos”, a la cabeza de los cuales marchan los políticos, se aprovechan de eso y “le venden cualquier pomada”. Cuando han sido ellos los que han creado problemas y la masa se impacienta o pone descontenta, “le emborrachan la perdiz”, como dicen en el campo, y la hacen mirar para otro lado, haciendo “circo”.

Esto del “proceso constituyente” es la gota que colmó el vaso en materia de circo político. La receta viene de los antiguos romanos, que para distraer a la plebe de sus problemas reales, aplicaban la receta de “panem et circenses”, “pan y circo”. Fue el preámbulo de la caída del Imperio, pero la receta permaneció en el tiempo y los malos gobiernos de todos los siglos posteriores la han seguido aplicando. El actual de Chile no ha sido la excepción. El Gobierno ha desarticulado al país con proyectos que han sembrado el pesimismo y estancado el crecimiento. Su falta de autoridad ha llevado a que se desboque la delincuencia, que es el principal problema de la gente. Y como gasta más allá de sus ingresos y compromete el futuro económico (José Ramón Valente en “La Tercera”, 16.10.15, estima que el déficit efectivo este año será de 7.500 millones de dólares y el próximo será de otro tanto, lo cual supera los fondos soberanos que el país había ahorrado para las “vacas flacas” o “vacas light”, como las llama el Ministro de Hacienda, que son de 14.500 millones de dólares), entonces tiene que promover “un gran circo”.

El Gobierno nos distrae y saca del sombrero el “proceso constituyente”. Un tema que no le importa a casi nadie. En la encuesta CEP la reforma constitucional es el penúltimo de los temas de interés para la gente, con sólo 3% de preocupación. Pero eso no obsta a que el circo se venga con todo, y empezará con una gran campaña publicitaria, ahora mismo. Si a la gente no le interesa el tema, pues, para eso está la publicidad estatal para obligarla a interesarse.

Tras la hemorragia propagandística vendrá el “sello de Bachelet”: creará otra Comisión, el “Consejo Ciudadano de Observadores”. Nadie sabe bien qué observarán. Pero saldrán mucho en los diarios y la TV.

Después vendrán “diálogos comunales”. Traduzco: activismo político para captar votos, financiado con fondos fiscales, ahora que se han secado los pozos empresariales de financiamiento.

Y entonces viene otra etapa más: el Gobierno va a preparar las “bases ciudadanas para la Nueva Constitución”. Ahí se vaciará lo que dijeron las comunas del país. Ya habrán pasado dos años de circo contados desde hoy. Es lo que algunos han llamado “chutear para adelante” la reforma constitucional. Y entonces, finalmente, el Gobierno va a redactar un proyecto de reforma, pero para que el Parlamento que asuma en 2018, ya bajo otro gobierno, defina el mecanismo mediante el cual se va a aprobar, previéndose cuatro posibilidades: comisión bicameral, convención constituyente, asamblea constituyente o plebiscito.

En su reciente y comentada visita al CEP la presidenta prometió a los empresarios una sola cosa en relación a la reforma: “se va a garantizar el derecho de propiedad”. Pero no precisó si se va a garantizar igual, más o menos que ahora. Y como las garantías que existen actualmente son las más sólidas de la historia de Chile, yo me atrevo a pronosticar que la garantía al derecho de propiedad se va a debilitar. Porque el proceso de reforma constitucional está inserto en un programa que busca la igualdad y ésta, para el socialismo, consiste en quitarles a los que tienen más y dárselo al Estado para que contrate a más compañeros que después voten por el Gobierno. En el fondo, lo único que buscan los principales promotores de la reforma es tener más facilidades para expropiar y ayudar al socialismo a “financiar sus promesas con la plata de los demás”.

Si antes los emprendedores creían tener un horizonte de dos años más de incertidumbre, el nuevo circo les ha garantizado al menos otro adicional, pero con menos pan.

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