«El factor tiempo es fundamental y derivado de ello, la continuación de las negociaciones bilaterales en La Haya y solo ahí. Es clave para nuestro éxito la negativa total y completa a negociar nada en secreto o bajo la mesa y sobre todo esclarecer urbi et orbe que Chile no será obligado a ceder su territorio soberano bajo presión de nadie, nunca».
Nuestras relaciones internacionales vecinales continúan como de costumbre, pobres, enredadas y de bajo nivel: temas secundarios y enfocados en el pasado; mezclando política con economía y derecho haciendo como que cada ámbito corre por su propio carril; y de bajo nivel de relaciones humanas, con insultos, descalificaciones nacionales y personales, mentiras y la curiosa combinación andina de autovictimización ofensiva.
Una breve revista nos muestra que la situación sigue desarrollándose en las líneas tradicionales:
Perú: según la aguda observación del profesor Fernando Wilson, los gobiernos de Perú sufren y temen cuando no tienen la iniciativa o pierden el control de sus relaciones con Chile. Necesitan disponer siempre de un conflicto activo que se va renovando según sea necesario, así, pueden manejar la relación bilateral agudizando o relajando la crisis. Evidentemente las situaciones reales son mas complejas, pero ese es el trasfondo. La existencia de un conflicto permanente y latente con Chile es lo que da flexibilidad e iniciativa a su política exterior, lo que realza su protagonismo y destaca su autonomía y… es gratis y satisfactorio para su autoestima.
A los “espías” y a su incumplimiento del Fallo en su parte de las modificaciones constitucionales que deben hacer a su declaración de mar territorial, viene a sumarse ahora un nuevo foco de tensión que están creando en su frontera terrestre con Chile mediante el desconocimiento de su origen en el Hito Nº 1, tal y como lo establece el tratado de 1929 y como lo confirmó recientemente el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
El resultado final de la demanda peruana contra Chile es notable: los diplomáticos y políticos peruanos creadores del pleito y la demanda cayeron en el silencio y ya no son honrados como los grandes diplomáticos del siglo XXI; poco a poco Torre Tagle está asumiendo que la amenaza potencial de agudizar el tema del límite marítimo con Chile era mas eficaz como herramienta extorsiva que un fallo judicial a medias favorable. No consiguieron la “bisectriz” que habría cerrado la amenaza de un arreglo marítimo directo entre Chile y Bolivia y Chile quedó libre para disponer de su territorio marítimo frente a Arica a su gusto y gana sin tener que escuchar las quejas peruanas. En breve, recuperamos el control de la situación y ellos la perdieron.
La “controversia” actual entre si el limite comienza en el Hito Nº1 o en el “Punto Concordia” es un intento, a escala reducida, de contar con una nueva herramienta de creación y manejo de crisis con nuestro país.
Personalmente creo que este nuevo foco de conflicto, si deriva en que Perú tenga que enfrentar a Chile y Bolivia juntos, de cara a un posible –y lejano- arreglo, seguramente sin soberanía, pero posiblemente con algún grado de control administrativo territorial terrestre, podría resultar mucho mas perjudicial que útil para ellos.
Creo que la ocupación policial y aduanera por parte de nuestro país del territorio que Perú quiere disputarnos, podría prevenir eventuales situación complicadas en el futuro sea mediante el montaje de “ocupaciones populares” o marchas de “reservistas” truchos peruanos y además contribuiría al control de la inmigración ilegal que ocurre a través de ese sector de la frontera. Un incidente de este tipo sería el resultado de un gobierno peruano impopular y terminal; de una crisis política que no encuentra solución y de la necesidad de “actuar” para salir de la parálisis diplomática en que se encuentran.
Bolivia: Hasta fines del año 2010, las posibilidades de Bolivia para avanzar en la ampliación de sus condiciones de acceso al mar eran excelentes.
El chavismo estaba en su punto alto de influencia y poder. Venezuela con su presidente, insultador profesional y estentóreo, forrado en el dinero del buen precio del petróleo y de los préstamos chinos, estaba en condiciones de financiar campañas de apoyo o difamación a nivel continental; era capaz de agredir verbalmente a cualquiera desde cualquier podio y de proclamar las mas estrambóticas teorías políticas, geopolíticas y económicas que eran escuchadas con reverencia por los gobiernos de izquierda de la región. Chávez, con Brasil y Ecuador, en la retaguardia, apoyaban con fuerza a Morales.
En Chile, el Partido Comunista y algún congresista agradecido de los recursos financieros proporcionados por Evo organizaban mítines de apoyo a Morales y gritaban “Mar para Bolivia” hasta sacar lágrimas al caudillo altiplánico. Nuestro gobierno permitía a Evo hacer, impúdicamente, propaganda a los intereses bolivianos en nuestro propio territorio.
El gobierno de Chile, por su parte, negoció –secretamente- con Morales un arreglo sin soberanía que era sin duda el mejor camino que podría, eventualmente, haber llevado a Bolivia, en un plazo mediato, a una mucho mejor condición de acceso al mar.
Evo no accedió a la negociación si no incluía soberanía de inmediato y no cumplía una serie de requisitos que eran inaceptables para Chile. Vino el cambio de gobierno y la nueva administración chilena consideró que la oferta del gobierno saliente era excesiva. Morales pateó el tablero y demandó a Chile en la CIJ de La Haya.
Morales, con habilidad, convocó a los ex presidentes de su país en apoyo esta causa nacional y consiguió armar un movimiento amplio cuya solidez ya comienza a mostrar grietas.
En efecto, se pueden apreciar dos aproximaciones muy distintas: Primero está el grupo que podríamos denominar “institucional”, liderado por Eduardo Rodriguez Veltzé y al ex presidente Carlos Meza. Este grupo muestra un interés nacional de largo plazo que se hace cargo de la magnitud de lo que están pidiendo a Chile y han tomado nota de la forma desastrosa en que Morales dilapidó el capital de buena voluntad existente en Chile hasta antes de su demanda unilateral. Están consciente que ni la CIJ ni el Papa ni nadie podrá obligar a Chile a ceder un pedazo de su territorio contra su voluntad y que esa voluntad se endurecerá mas mientras mas duras sean las acusaciones infundadas, las calumnias y los insultos que nos propinen. De la misma manera saben que el interés que su causa podría suscitar en otros países es episódica y muy breve y que Chile tiene muchos mas recursos de todo tipo para neutralizarlos.
Desde el interior de la política boliviana, también surgen tensiones: Morales en un acto publico realizado en el poblado de Entre Ríos, Cochabamba afirmaba recientemente: “Después de que un ex presidente (Carlos Mesa, portavoz internacional de la demanda marítima) dijo: no acepto la repostulación de Evo, compañeros me llaman y me dicen: ‘¿Con qué gente te metes? Ahí están tus aliados, ahí están tus invitados’. Decirles que tal vez internamente no necesitamos de ex presidentes, pero fuera de Bolivia necesitamos demostrar unidad con el tema del mar”. Para los “institucionales” una cosa es apoyar una causa nacional y otra muy distinta ser funcional a los afanes de presidencia eterna del dúo Morales – García.
Por el otro lado están “los revolucionarios” Morales y García Linera, sirvientes de una ideología obsoleta, embarcados en el Foro de Sao Paulo, -un zombi de la pos Guerra Fría en proceso de reenterramiento-, tratando de promover esa irrealidad tan del gusto andino y latinoamericano. Representantes de un marxismo primario y un estilo sesentero de hacer política. Un verdadero anacronismo.
Las declaraciones de García Linera, exponiendo su visión de la integración regional al término de su visita a Brasil, resultarían conmovedoras si no provinieran de un Vicepresidente de un país. Morales por su parte, se declara escandalizado porque las carreteras en Chile son concesionadas y cree que lo que no es del estado deja de ser soberano. Sin duda el primero es un gran teórico del marxismo, pero como transportista es un desastre, y el segundo está levitando en la dimensión desconocida. Aunque en su descargo hay que decir que el marxismo y la eficiencia económica nunca han sido copulativos.
En realidad el realismo ni la eficiencia son aspectos relevantes para la ideología de la izquierda latinoamericana; el poder, su conquista y conservación sí lo son. Es por eso que las acciones de Morales contra Chile solo pueden ser entendidas cabalmente en este contexto.
Los objetivos de Morales, desde su deserción de las conversaciones con Chile -el año 2011- hasta hoy y lo que se puede proyectar hacia el futuro, están dominados por su necesidad de ser reelegido una y otra vez y de mantenerse al mando de Bolivia “hasta la liberación definitiva”.
En su concepto de mundo, mientras eso sea así, los errores que cometa no importan ya que si sigue en el poder, podrá corregirlos o se convertirán en irrelevantes. La ruina económica tampoco es significativa, es solo el precio de la revolución y de que Bolivia pueda continuar contando con su liderazgo. Es por eso que la crisis económica que comienza a atenazar a Bolivia ni siquiera es reconocida como tal, no está entre los supuestos revolucionarios, así es que no puede suceder.
La crisis creada contra Chile es una carrera entre las ilusiones de Evo y las realidades políticas y económicas de la situación mundial y regional.
Asi las cosas, el factor tiempo es fundamental y derivado de ello, la continuación de las negociaciones bilaterales en La Haya y solo ahí. Es clave para nuestro éxito la negativa total y completa a negociar nada en secreto o bajo la mesa y sobre todo esclarecer urbi et orbe que Chile no será obligado a ceder su territorio soberano bajo presión de nadie, nunca.
En muchos años mas, cuando Bolivia haya asimilado las realidades de la vida, tal vez sea posible reiniciar lo que Morales destruyó y dilapidó tan liviana, alegre e inútilmente.