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Si tú no comunicas, otros lo harán por ti

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Cristian Leporati M.
Por : Cristian Leporati M. Director Escuela de Publicidad UDP, Profesor Asociado, Magíster en Filosofía y Antropología
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Nos toca sobrellevar una época de transparencia radical, si no deseas que algo se sepa, ni se te ocurra hacerlo en Chile. Sea cual fuere el error y que lo indujo, tendrás que afrontar las consecuencias. El botón de muestra es extenso: Marco Enríquez-Ominami, Andrés Velasco, Pablo Zalaquett, Sebastián Dávalos y Fulvio Rossi, entre tantos, y en crecimiento permanente de la mano de fiscales ansiosos de justicia y cámara.

A todo este selecto grupo los une una constante: el pésimo uso realizado, por omisión o estrategia, del silencio.

Las “boletas ideológicamente falsas” representan una crisis totalitaria. No entender aquello comunicacionalmente, ha llevado a incrementar las especulaciones y la visibilidad mediática de la polémica. En el transcurso de una crisis hay que comunicar (casi) siempre.

El no haberlo hecho así desde el origen ha contribuido aún más a reforzar la baja reputación e imagen de partidos, políticos y empresas en las encuestas más prestigiosas del país. La semana pasada ha sido la CEP; esta semana fue el turno de Plaza Pública Cadem. La que dejó en evidencia el castigo a la “mala fe de ME-O” , en palabras del rector Peña. Cayendo en confianza ciudadana 17 puntos, por un lado; por el otro, un 80% de los encuestados no creyó en su explicación postcitación en el caso “SQM”.

Se suman al silencio de Marco Enríquez-Ominami, las dimensiones tiempo y contenidos. Un rostro nuevo y más joven se apropió en parte de su imaginario popular, el diputado Giorgio Jackson. Aunque a decir verdad, ya lo había hecho la Nueva Mayoría en la presidencial pasada. También resulta innegable la imposibilidad de ser candidato presidencial en tres periodos consecutivos sin costo alguno. El desgaste de un producto de consumo político y la moda, son implacables en manos del consumidor ciudadano; a lo que se añade la liquidez de sus convicciones.

[cita tipo=”destaque”] Es el momento de la verdad para Marco Enríquez-Ominami, quien, a pesar de todo, es hasta ahora el candidato mejor posicionado de la centroizquierda en todas las encuestas. El silencio como estrategia política depende del contexto y el clima en que se actúe. Solo tiene un fin único: que a quien lo emplee, sea quien sea quien lo haga, le beneficie. Este ya no es el caso.[/cita]

Esto demuestra que, en ocasiones, no es correcto escoger el silencio como estrategia, a no ser que no tengas nada que decir. Si uno no comunica, controlando, así, la situación, otros lo harán por ti, desbordándola por completo. En esta ocasión, no cabía el silencio sino la reacción anticipada y a tiempo de Marco Enríquez-Ominami. Si tienes algo que decir, comunícalo antes de que otros lo hagan por ti, esa es la regla.

Frente al error lo que queda es la actitud y el reconocimiento de este, de la forma más rápida posible. Recuerdo que solo un 26% de los encuestados confía hoy en el candidato del PRO, y un 70% cree que impactó su imagen. De ahí a la profecía autocumplida hay solo un paso. Las horas pasan y Enríquez -Ominami no entrega una explicación, lo que a estas alturas ya impide la búsqueda de un culpable; que podría haber sido en algún momento la estrategia correcta, victimizando al ex asesor Cristián Warner.

En un pasado cercano, el uso del silencio complicó a Andrónico Luksic y el Banco de Chile, como también a Agrosuper en Freirina y Celulosa Arauco en Valdivia, con el drama de los cisnes que morían por inanición.

¿Qué queda por hacer?

A diferencia de otros potenciales candidatos, como Sebastián Piñera y Ricardo Lagos, el líder del PRO no posee otros voceros que hablen por él –personalismo excesivo o incapacidad de armar equipos–, por lo que la crisis la deberá gestionar directamente:

  • Los errores, en algunos casos, se pueden llegar a olvidar. Lo que no se olvida y puede incluso superar en efectos nocivos a la crisis en sí, es la falta de empatía del candidato, el distanciamiento y desdén hacia los simpatizantes del PRO, la ausencia de atención. Lo que no es poca cosa, si pensamos que una parte no menor de su electorado se ha construido en función del voto de castigo y que, por lo mismo, le podría ser infiel frente a nuevos candidatos que cumplan mejor ese rol.
  • Es clave para Marco Enríquez-Ominami no solo ofrecer una versión de los hechos, sino tratar de hacerlo antes de que las presiones externas sean insostenibles (ya lo están siendo ). Ha de ser capaz de volver a marcar la agenda, intentando volver a ser proactivo y tomando las riendas de la crisis. Si no lo logra, continuará a merced de otros, añadiendo nuevas dificultades a la gestión de la crisis, limitándose a responder a cuestiones y pautas planteadas por terceros interesados en su descrédito, como hasta ahora.

Es el momento de la verdad para Marco Enríquez-Ominami, quien, a pesar de todo, es hasta ahora el candidato mejor posicionado de la centroizquierda en todas las encuestas. El silencio como estrategia política depende del contexto y el clima en que se actúe. Solo tiene un fin único: que a quien lo emplee, sea quien sea quien lo haga, le beneficie. Este ya no es el caso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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