Esta columna nace de la lectura de un libro que cualquiera que esté en el ámbito de la educación debiese leer y más aún para las autoridades del ministerio que en la vorágine de la política es muy posible perderse en el bosque a pesar de las más altas intenciones.
Este libro “cambiar la educación para cambiar el mundo”, escrito hace unos años por Claudio Naranjo, nos muestra con claridad lo realmente relevante en el proceso educativo, que no es nada menos que el desarrollo del ser humano. Este ser humano entendido como un ser amoroso y tricerebrado (con tres dimensiones), compuesto de intelecto y deseo (padre), afecto y bondad (madre) y admiración, instinto y relaciones interpersonales (niñ@).
La política educacional se ha quedado solo en el espacio patriarcal siendo complice de esta cultura actual basada en la violencia y la dominación (la tiranía de la razón). Pareciera que el desarrollo de una educación holística que entiende al ser humano de manera integral y donde se desarrolla a la par el intelecto, el cuerpo, las emociones y el espíritu ha quedado postergada a lo largo de los años.
Para dar paso a un desarrollo sustentable necesitamos personas sustentables y claramente estamos lejos de ello, lo que se manifiesta en el alto nivel de neurosis de nuestra sociedad.
[cita tipo=»destaque»]Lo que no está en la web y urge desarrollar en los y las estudiantes es la capacidad de autoconocimiento, aprender a expresar sentimientos y a relacionarse con el otro. Se requiere urgente espacios en la escuela que impulsen estos aspectos.[/cita]
La educación tiene una rol fundamental para ir generando conciencia en las nuevas generaciones de la necesidad de mirar las cosas de un modo diferente, donde el centro este puesto en la persona entendida como co-participante y garante de la sustentabilidad biológica de nuestro planeta.
Si bien la ley de educación tiene aspectos de lo dicho arriba, esta visión integral no se realiza en la práctica. Los aspectos espirituales y transpersonales (autoconocimiento y relaciones interpersonales) son un aspecto marginal. ¿Cuál es el problema a mi parecer? Lo que no se mide cuantitativamente no vale y como estos otros aspectos no son fáciles de medir resulta que dejan se der relevantes para la política pública. Más allá de si deban medirse o no (hay formas cualitativas de ir observando el crecimiento en los otros dos aspectos) creo fundamental darle un estatus similar a todas la dimensiones humanas desde el intelecto hasta espíritu transformando el currículo y re educando a los encargados de esta noble misión. En esto la educación pública debe ser pionera y no mera reproductora social de los males actuales.
Con respecto al desarrollo del intelecto, si nos centramos en enseñar a aprender podríamos reducir el tiempo en impartir las clásicas materias y que ellas se centren en entregar herramientas de aprendizaje más que pasar materias utilizando estrategias como la “metodología de proyectos “ que permite una integración de los conocimientos. Hoy la información está en la web y el interés de los mismos educandos irá permitiéndoles profundizar en los distintos aspectos siempre y cuando tengan las herramientas para ello.
Lo que no está en la web y urge desarrollar en los y las estudiantes es la capacidad de autoconocimiento, aprender a expresar sentimientos y a relacionarse con el otro. Se requiere urgente espacios en la escuela que impulsen estos aspectos. Existen muchas maneras de hacer lo potenciando actividades ya existentes como las artes (dramáticas, circenses, audiovisuales, pintura entre otras) junto con actividades de trabajo en equipo y que potencien las habilidades blandas. También el reparar el daño del pasado juega un rol importante por lo que lo terapéutico debe estar ligado a lo pedagógico para potenciar el aprendizaje. Lo importante es que el centro de este aspecto este en enseñar la capacidad de amar superando la negación del otro como valor supremo de la actualidad.
La capacidad de encontrarnos con nuestra dimensión espiritual no es solamente enseñar una religión sino entender el sentido de la espiritualidad en el ser humano, que mucho tiene que ver con la capacidad de amar y entregar herramientas para que cada educando pueda encontrar ese ser divino que llevamos dentro. La meditación o el rezo en una buena manera de potenciar este aspecto.
Así, sino tenemos como sociedad una mirada realmente integral de la educación no vamos a tener más que a personas individualistas, con bajo sentido de comunidad, con altos grados de problemas psicológicos e infelices. Es decir, una persona que requiere del placer rápido del consumo para una felicidad intrascendente lo que es propicio para que la realidad actual se siga reproduciendo. Tamaño desafío tenemos por delante.