Mientras el grupo de los mandatarios que hicieron gala de la custodia de la tercera vía sigue cosechando críticas, la izquierda internacional mira con particular atención la definición del candidato demócrata a la presidencia de EE.UU.
Desde la aparición de Jimmy Carter hace casi cuatro décadas que el actual partido gobernante no tenía entre sus cartas a un político socialista y con una trayectoria tan larga dedicada a la defensa de los derechos humanos. Su nombre: Bernard Sanders, el primer independiente en llegar al Senado, el más longevo líder de la sociedad de derechos garantizados que encanta como Obama, pero que reprocha a los indignados, a la subpolítica, al neoliberalismo esclavizador y a los terceristas.
La ética contra la decadencia política: ese ha sido el legado de un hombre de más de 70 años que, tras haber luchado siempre contracorriente, por fin encuentra un electorado con una masa crítica capaz de poner en jaque el poderoso influjo mercantil de Hillary Clinton. Su discurso contra las intervenciones en Vietnam, Cuba, Chile, la RDA, Nicaragüa, El Salvador, Irak o Afganistán, ha sido invariable: el socialismo merece ser democratizado, mas no a merced de las políticas de shock y las bayonetas.
Desde Noam Chomsky, hasta el griego Alexis Tzipras y el español Pablo Iglesias, se abanderan con su candidatura, aunque él mantiene la cautela. Su liderazgo no es el resultado de una eclosión en las redes de internet ni representa la voz de los ‘outsiders’ que se amparan en el lema ‘no somos de izquierda ni de derechas’. Es, según él mismo, un líder a la antigua, que cree en la estética política, en la lucha de reconocimiento de los derechos fundamentales, en el diálogo y no en la confrontación.
Este lunes, el punto de no retorno contra el statu quo del Partido Demócrata comienza en el Estado de Iowa: allí se celebrarán las primeras elecciones, donde el universo de tres millones de electores podría ser beneficioso para su causa. Aunque no logre ganar a la fiel maquinaria de votantes pro Clinton, ha logrado instalar un nuevo horizonte ético con sus referencias a Gramsci o al Compromiso Histórico de Berlinguer y Moro.
Berni Sanders ya no será nunca más una ‘stella cadente’ de la izquierda.