«Antes de afirmar que continuar el embarazo en ciertas circunstancias es heroico, hay que establecer que de hecho sea así. Por lo demás, si alguien quiere comprobar cómo lo que hoy es corriente mañana puede ser considerado heroico, es cosa de que vea lo que la ley en Bélgica considera como sufrimiento insoportable».
No hay debate, propiamente tal, sobre el aborto. Se trata de lograr la autonomía: el ejercicio de una voluntad no impedida por costumbres del pasado o la misma naturaleza. El embarazo, por el contrario, es una manifestación palpable de que el ser humano no es un ente autónomo que puede determinar totalmente su existencia sino que nace, vive y se constituye dependiendo de otros. Es por eso que el aborto –considerado teóricamente– es un tema frente al cual no puede haber acuerdo: las posiciones parten de premisas radicalmente distintas, y es por eso, también, que cuando la propuesta pro-aborto falla por un lado (es evidente, sobre todo desde que existen las ecografías, que un feto es un individuo vivo de la especie humana), se busca otro. Es una meta a conquistar, no un verdadero debate.
El último argumento esgrimido a favor de la propuesta pro-aborto actual es considerar que continuar el embarazo ante ciertas circunstancias es algo heroico o supererogatorio, y por lo tanto, no exigible legalmente aunque sea bueno para el que quiera hacerlo. (¡¿Cómo fue que el mundo no se dio cuenta de esto antes del siglo XX?!)
Este argumento tiene tantos problemas que es patente que se trata de una estrategia, no de un esfuerzo intelectual. En primer lugar, lo heroico y lo supererogatorio no son lo mismo. En segundo lugar, si bien, por definición, nadie puede estar obligado a lo supererogatorio, en ciertas circunstancias una persona puede estar obligada a lo heroico: piénsese, por ejemplo, en el soldado que –en una situación de conflicto– recibe una orden de cometer un acto injusto, como torturar a un prisionero. Si se niega a hacer el mal tendrá que sufrir un castigo, eso sería heroico; pero si accede, hará algo malo. En ciertas situaciones no hay término medio: o se hace un acto heroico o se comete una injusticia.
Además, se trata lo heroico como si fuese algo establecido. Se asume que continuar el embarazo en ciertas circunstancias es heroico, y que por lo mismo debe permitirse el aborto. Pero eso mismo ya es discutible, también podría considerarse como un deber. Antes de afirmar que continuar el embarazo en ciertas circunstancias es heroico, hay que establecer que de hecho sea así. Por lo demás, si alguien quiere comprobar cómo lo que hoy es corriente mañana puede ser considerado heroico, es cosa de que vea lo que la ley en Bélgica considera como sufrimiento insoportable.
En cuarto lugar, la confusión se profundiza cuando se trata al aborto como una simple omisión: “no hacer el acto heroico de continuar el embarazo”, pero el aborto es un acto positivo mediante el cual se le hace algo (se destruye) a otro. Y si bien el derecho a la vida no incluye el deber de realizar actos extraordinarios para mantenerla, la gestación no es algo extraordinario, sino la manera por la cual todos los seres humanos llegamos a este mundo. No es una manera que se base en la autonomía personal, pero es conforme a nuestra manera de ser: dependiente.