«Las mujeres no somos una minoría, somos la mitad del mundo y no queremos ser tratadas como hombres sino como iguales. Me duele tener que escribir esto en pleno 2016, pero aún hay madres y padres que delegan trabajos ‘femeninos’ a sus hijas, mientras que sus varoncitos esperan ser atendidos».
(*) Hace algunos domingos, leyendo la revista Mujer del diario La Tercera, muchas nos espantamos al ver un publi-reportaje dirigido directamente a nosotras: el título decía «Utensilios y limpiadores Clorox, la pareja ideal para la mujer de hoy» y el texto que le seguía era peor, y hacía alusión a que la máxima satisfacción de una mujer era «tener un baño limpio y desinfectado». Clorox pidió disculpas públicas y sacó la publicidad, tal como muchas lo exigimos, sin embargo es bueno sentirse a pensar cuántas personas, cuántos hombres en particular consideraron que esa era una buena campaña, que realmente esa es nuestra mayor satisfacción.
Eso me aterra.
Así como me aterra el machismo del titular de La Cuarta, «El amor y los celos la mataron», a propósito del asesinato de una joven colombiana en manos de su pareja, acá me pregunto: ¿qué sociedad enferma puede creer que el amor mata, que los celos matan?: quienes matan son hombres como los mencionados en el primer párrafo, hombres machistas convencidos que las mujeres vivimos en función de ellos y de entregarles bienestar, hombres y mujeres machistas que opinan sobre nuestros cuerpos y que legislan para impedir que podamos tener la decisión de llevar a término un embarazo de riesgo, inviable o producto de una violación.
Las chilenas venimos combatiendo el rotundo machismo de una sociedad que desde nuestro nacimiento nos enseña a ser las más delicadas, a no levantar la voz y a no aspirar a mucho más que las labores para las que estamos «hechas», y de hacerlo, a aceptar que debemos ganar menos, ¿por qué? Por ser mujer, obvio. «Qué feo una mujer diciendo un garabato», «qué feo una mujer fumando en la calle», eran las frases que escuchaba de niña y que hoy, después de 30 años, se siguen repitiendo en muchos hogares.
Cuando creemos que avanzamos, dos medios de comunicación publican en sus páginas palabras que nos hacen ver lo contrario, mientras en el Congreso Nacional desfilan las agrupaciones «pro-vida» con ataúdes de fetos que intentan empatar el tema del aborto con los detenidos desaparecidos. Incluso hay legisladoras y políticas que traicionan a su propio género apoyando la idea arcaica que no somos capaces de tomar una decisión sobre nuestros cuerpos. Digo NO a tamaña afrenta, y no pido más respeto e igualdad sino que exijo una sociedad que elimine estos prejuicios. Las mujeres no somos una minoría, somos la mitad del mundo y no queremos ser tratadas como hombres sino como iguales. Me duele tener que escribir esto en pleno 2016, pero aún hay madres y padres que delegan trabajos «femeninos» a sus hijas, mientras que sus varoncitos esperan ser atendidos. El machismo mata en todas sus formas desde lo más micro, como las bromas gestando la idea de que no nos pertenecemos, sino que somos propiedad de un hombre que decide por nosotras y tiene derecho a usarnos e incluso a matarnos.
* Publicado en el sitio www.paniko.cl