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Semana santa: la menos santa de las semanas

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Semana Santa es para los católicos la conmemoración de la Pasión, la muerte (crucifixión) y resurrección de Jesucristo. Es el tiempo para dedicarse a la oración y reflexión sobre sus actos y los cambios que deberían realizar para acercarse más a Dios. Sin embargo, más de un mes antes de esta celebración, cuando uno entra a algún supermercado de las grandes cadenas, con lo primero que se encuentra es con pasillos atiborrados groseramente de huevos y conejos de chocolate y peluches gigantes -cada año más que el anterior-, a precios incomprables para la mayoría de los chilenos. El objetivo es obvio. La inevitable tentación, para que los niños y niñas presionen a sus padres a que les compren la mayor cantidad posible de los más grandes conejos y huevos para recibirlos el día domingo de Pascua, cuando celebran los católicos la resurrección de Jesús. Lo más grave es cómo logran penetrar en el inconsciente de los padres y así generarles un “sentimiento de culpa” si no se los compran. La gran falacia del mercado es “Mientras más conejos y huevos y mientras más grandes sean, más grande es el amor que le tienes a tus hijos”.

Esta asociación entre la más alta compra con el sentimiento más sublime que es el amor., es simplemente perversa. Es matar a Cristo con el materialismo que es la antítesis de su ejemplo de vida.

Una vez más constatamos cómo los grandes grupos económicos utilizan maquiavélicamente a Dios y a Jesús –igual que en Navidad- como un producto, para aumentar con creces sus ya tan millonarias utilidades. Sin embargo, en este plano extrañamente las autoridades de la Iglesia Católica no levantan la voz, para imponer respeto a un Cristo cuyo estilo de vida austero, sencillo, siempre al lado de los pobres, es loable de destacar.

Tampoco critican a los mismos católicos, quienes aprovechan el día viernes y el sábado “santo” (pasión y crucifixión, por lo que se les prohíbe comer carne), para gozar de un colosal banquete de mariscos y pescados, cuyos precios en estos días son inalcanzables para la mayoría de nuestros compatriotas. Y aperarse de todo tipo de carnes para el gran asado dominguero.

[cita tipo=»destaque»] Es muy violento constatar cómo la lógica mercantilista, muy lejos de la ética, logra capturar la inconsciencia de los padres y con ello la inocencia de los niños. La cruel paradoja es cómo una considerable cantidad de creyentes se someten al gran engaño “Consuman y serán felices en esta Semana Santa”.[/cita]

Todo esto no tiene que ver con la creencia ni la fe que se tenga en Cristo como hijo de Dios, ni con ser católico o celebrar Semana Santa. ¿Acaso el más agnóstico de los agnósticos o el más ateo de los ateos podría negar que la comercialización de esta fecha es una inmensa falta de respeto hacia un profeta que muerto no se puede defender?

¿Cómo ha de comprender un niño o niña que esta no es una fiesta de pataches de huevos, conejos de chocolate, de mariscos pescados y carnes? Además ¿Cuántos miles de niños se quedan sin un pequeño huevito en ese domingo, presenciando “in situ” en los supermercados y en la publicidad la obscena oferta de aquellos?

Es muy violento constatar cómo la lógica mercantilista, muy lejos de la ética, logra capturar la inconsciencia de los padres y con ello la inocencia de los niños. La cruel paradoja es cómo una considerable cantidad de creyentes se someten al gran engaño “Consuman y serán felices en esta Semana Santa”. Para muchos católicos que van a misa y cumplen con los ritos el centro de esta semana no es Cristo. Ya no existe la solemnidad que empapaba esta semana. No hay reflexión ni recogimiento. Es la gran fiesta del consumo. Es la oportunidad para salir y pasarlo super bien reventándose con comida. De hecho, muchos de la clase ABC1 se toman la semana entera de jolgorio. El brutal consumismo e individualismo ha penetrado en sus vidas hasta pisotear los mismos valores y principios que dicen practicar. Y siguen cual borregos lo que el mercado les impone. Este vejamen es transmitido a los niños desde su más temprana infancia, de generación en generación.

En este ámbito religioso, se ven una vez más gravemente vulnerados los derechos del niño por no formarles consciencia social y negarles la posibilidad de pertenecer cuando jóvenes a la masa crítica. Todo se les presenta a través del prisma “tener en vez de ser”.

Esta falta de consciencia y alejamiento de Cristo tiene sus raíces profundas en el capitalismo salvaje que estructuralmente se basa en la codicia y la ambición. El Dios consumo.

Si pensamos que santo significa “sagrado, virtuoso, bendito, ejemplar” podemos concluir fácilmente que la Semana Santa es la menos santa de las semanas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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