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La última tentación de Bellolio Opinión

La última tentación de Bellolio

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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El problema de Bellolio es que está en el partido equivocado. Tiene una mirada bastante moderna y abierta de la sociedad chilena, cree que la directiva se debe elegir por voto directo, es contrario a lo ocurrido en materia de derechos humanos en dictadura –me imagino el estupor de Novoa cuando leyó la cita– y piensa que la UDI debería hacer una abierta condena a la violación de este derecho esencial.


Debe ser la primera vez que un dirigente de la UDI llama al “régimen militar” dictadura y expresa en público que su partido debe defender el interés general y no de las empresas. Por lo mismo, es probable que Jaime Bellolio esté provocando un gran rechazo en el grupo fundador de la tienda de derecha, especialmente entre los alicaídos coroneles. Más aún, después que Rosario Guzmán, en la explosiva y algo confusa carta abierta al cumplirse 25 años del asesinato de su hermano, se tomó la licencia de comparar a los dos líderes y tocayos de nombre Jaime…

El diputado de 35 años –ex dirigente de la FEUC, alumno del colegio Cordillera, fanático de los Rolling Stones y electo gracias al sistema binominal– es uno de los personajes emergentes más interesantes del último tiempo, los que han tomado vuelo gracias a la crisis por la que atraviesa la política chilena. Junto a Giorgio Jackson, Felipe Kast, Gabriel Boric, Karla Rubilar, Paulina Núñez, entre otros, constituyen un grupo transversal que ha puesto frescura y algo de esperanza frente al momento poco alentador que observamos en los partidos tradicionales, Congreso y gobierno.

Bellolio habla con un lenguaje claro y directo. No adorna las frases como la mayoría de sus pares en la Cámara Baja. No elude los temas ni contesta con el cuento de los fenicios. Es un buen comunicador. Amigo de las analogías y comparaciones fáciles de decodificar, como cuando explicó el cambio de rol esperado de los antiguos dirigentes de la UDI, comparándolo con la dupla Salas-Zamorano –“les tenemos mucho cariño, hicieron todos los goles que había que hacer… pero no los ponemos hoy día a jugar en las eliminatorias a Rusia”–. No es un político agresivo y ha expresado su incomodidad frente a las defensas corporativas o las conductas erráticas de su partido –fue el único dirigente partidario de que el tribunal supremo sancionara al condenado Novoa–.

Pero el problema de Bellolio es que está en el partido equivocado. Tiene una mirada bastante moderna y abierta de la sociedad chilena, cree que la directiva se debe elegir por voto directo, es contrario a lo ocurrido en materia de derechos humanos en dictadura –me imagino el estupor de Novoa cuando leyó la cita– y piensa que la UDI debería hacer una abierta condena a la violación de este derecho esencial. Nada más lejos de lo que debe pensar la vieja guardia gremialista.

[cita tipo= «destaque»]Falta mucho para que la vieja guardia de los gremialistas esté dispuesta a soltar el poder. Mientras tanto, los Bellolio son personajes algo necesarios –porque le aportan en imagen–, pero incómodos.[/cita]

De hecho, el objetivo de la UDI este año, más que pensar en las elecciones municipales, debería ser cómo conducir un proceso que les permita no seguir cayendo cuesta abajo. Pero se ve difícil con el grupo controlador actual de esta especie de secta que ha rotado su conducción por muchos años. ¿Cuántas veces han sido presidentes del partido Novoa, Longueira, Larraín, Lavín?

¿Podría ser Jaime Bellolio presidente de esta colectividad hoy? Definitivamente no. Aún no existen condiciones, ni voluntad, ni tampoco ganas de abandonar el proyecto político que les dio origen. Hasta ahora la UDI intenta salir de la crisis terminal con un nuevo logo e imagen, con declaraciones genéricas y sin ningún aterrizaje concreto. Larraín no fue capaz de traducir, de manera simple, qué significa ese “nunca más” anunciado. En este escenario, el diputado correría un gran riesgo al asumir el desafío de conducir al paciente terminal sin dañar su propia imagen.

Falta mucho para que la vieja guardia de los gremialistas esté dispuesta a soltar el poder. Mientras tanto, los Bellolio son personajes algo necesarios –porque le aportan en imagen–, pero incómodos.

Aunque, seamos francos, el día que en la UDI se hable de dictadura para referirse al período 1973-1990 –como lo ha hecho el diputado y la hermana del líder asesinado– seguramente ese partido habrá llegado a su fin al perder un elemento crítico de su propia identidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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