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El regalo de Evo a Bachelet

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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La encuesta Adimark de marzo no trajo buenas noticias para la Presidenta. Tampoco para el Gobierno ni el Parlamento, y menos para los dos principales bloques: la Nueva Mayoría y Chile Vamos.

Aunque la caída de Michelle Bachelet es de solo un punto –no alcanza a ser estadísticamente significativo–, lo preocupante para ella es que por tercer mes consecutivo muestra una tendencia a la baja que, aunque leve, es sostenida. De manera casi idéntica, la percepción del empleo y manejo de la corrupción, por parte de la Mandataria, caen también desde enero.

El comportamiento de las curvas es similar, de ahí que se puede concluir que estas tres variables están muy relacionadas. Es decir, la contracción de la economía y la crisis provocada por los escándalos políticos-financieros parecen estar pasándole la cuenta a la Jefa de Estado.

Si bien es cierto, mejora la percepción de las reformas laboral y educacional (seguramente por el fin de la guerra pública en la coalición gobernante), lo malo para el Gobierno es que aún no logra capitalizar, pese al esfuerzo y desgarro que tuvo que sufrir para sacarlas adelante.

Otro aspecto que llama la atención es el desfase que se produce entre quienes dicen sentirse identificados con el Gobierno (33%) versus aquellos que aprueban la gestión de Bachelet (26%) y del propio Gobierno (20%). En otras palabras, la diferencia se puede interpretar como el grupo de “los desencantados de Michelle”, lo que representa un potencial de personas a recuperar.

Respecto de los atributos que alguna vez convirtieron a Bachelet en un fenómeno de masas y la catapultaron de manera meteórica a convertirse en la primera mujer Presidenta, están definitivamente agotados. La percepción de su liderazgo se desploma en ¡10 puntos!

De igual forma, caen de manera significativa su capacidad de gestionar crisis y su credibilidad. Estoy convencido de que quienes diseñaron la estrategia comunicacional de recuperar la imagen presidencial a punta de bailes y visitas a terreno cargadas de sonrisas y delantal blanco, están errando la puntería. Esta es la hora de ver  a una Presidenta poniendo orden, disciplina en una díscola Nueva Mayoría.

Sin embargo, no todo es negativo para la Mandataria. Hay un área de gestión que muestra una tendencia inversa al resto: las relaciones internacionales. A esto sumamos que el ministro que aumenta su evaluación es el canciller Heraldo Muñoz, que un 60% aprueba como se está llevando la demanda de Bolivia en La Haya y que la mayoría de los encuestados conoce y evalúa positivamente al agente José Miguel Insulza.

Podemos concluir que los arrebatos de Evo Morales contra Chile están logrando un efecto que beneficia al Gobierno. La última de las aventuras del derrotado jefe de Estado altiplánico, el Silala, parece haber copado la paciencia del ciudadano común. Frente a la agresión externa, las personas suelen unirse, independientemente de las posiciones políticas. Es decir, la estrategia de Morales para lograr remontar su alicaída imagen, puede constituir un regalo impensado para Bachelet.

[cita tipo=»destaque»]Espero que José Miguel Insulza no interprete el nivel de conocimiento y evaluación en su calidad de agente chileno como una “vía libre” para promocionar su campaña personal a La Moneda. Creo que su desafortunada defensa a Longueira –unos días antes de conocerse los correos con Contesse– no le hizo bien al Gobierno. El defensor chileno debería aprender de Ascanio Cavallo, quien “se retiró” de la contingencia y análisis político para asumir su rol en propiedad. ¿O no, José Miguel?[/cita]

Tenemos que considerar que el anuncio del “fin de la obra gruesa” apuntó a dar una señal de tranquilidad. El mensaje implícito fue: “Ahora solo vamos a seguir navegando”. Y no es mala apuesta.

No cabe duda que Bachelet debería levantar el próximo año. Siempre es así con los mandatarios –a excepción de Eduardo Frei– y, por tanto, el caso de La Haya va a constituir uno de los principales issues del Gobierno en lo que queda del llamado segundo tiempo.

Si Bachelet y sus asesores logran leer adecuadamente este dato pueden sacarle un gran partido desde las comunicaciones, cuidando, por cierto, de no caer en el populismo y nacionalismo con que personajes como Humala, Maduro y obviamente Evo han tratado de manejar el fantasma del “enemigo externo”. Mientras más descontrol tenga Evo Morales y más acciones del “tipo Silala”, más oportunidades le otorgará a su colega Michelle. Y todas las señalas parecen ratificar que el mandatario boliviano no va a cambiar su estrategia.

Un apunte final. Espero que José Miguel Insulza no interprete el nivel de conocimiento y evaluación en su calidad de agente chileno como una “vía libre” para promocionar su campaña personal a La Moneda. Creo que su desafortunada defensa a Longueira –unos días antes de conocerse los correos con Contesse– no le hizo bien al Gobierno. El defensor chileno debería aprender de Ascanio Cavallo, quien “se retiró” de la contingencia y análisis político para asumir su rol en propiedad. ¿O no, José Miguel?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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