«Hay quienes dicen que porque una viste minifalda y escote otros tienen derecho a acosarte, abusarte e incluso es justificación para que te violen. A esos les digo que, cuando pasó esto, yo vestía un jumper largo y chaleco de lana azul marino hasta el cuello. Estoy segura, porque ahora no puedo sacar esa imagen que había borrado de mi mente».
(*) Creo que fue en México donde comenzó la campaña viral #miprimerabuso, cuyo lanzamiento fue a pocos días de recordar cuál había sido el primer abuso del que fui víctima.
Un tipo, que dijo ser compañero mío de octavo básico, me agregó en Facebook pero a primera vista no lo reconocí. Entonces me dijo una referencia (sexista) que me hizo saber quién era: «Soy Alfonso, amigo de Julio, ese que estaba enamorado de ti».
Yo en octavo básico tenía 10 años y mis compañeros 12 y 13. Abrí sus fotos para ayudar a la memoria y quedé helada. Así, de repente, al ver su cara, recordé un episodio horrible: una encerrona contra las mesas y él pasando una mano por mis pechos mientras se tocaba con la otra. ¡Cómo no le dije a nadie! ¡Cómo pudo afectarme tanto para callarlo y borrarlo de mi mente! Toda la rabia vino a mí. Le escribí por el chat de Facebook: «Me acuerdo de ti, tú me ‘corriste mano’ cuando chica».
Alfonso, tras leer el mensaje, me eliminó y luego bloqueó.
En ese momento reviví el miedo y el asco que tuve cuando eso ocurrió y me pasó nada más que por ser mujer. Hay quienes dicen que porque una viste minifalda y escote otros tienen derecho a acosarte, abusarte e incluso es justificación para que te violen. A esos les digo que, cuando pasó esto, yo vestía un jumper largo y chaleco de lana azul marino hasta el cuello. Estoy segura, porque ahora no puedo sacar esa imagen que había borrado de mi mente.
El miedo se transformó en rabia y la rabia quiero que sirva para que este relato nos haga tomar conciencia que el acoso callejero, el «manoseo» en el metro y en la calle, los «piropos» obscenos y de mal gusto NO SE PUEDEN SEGUIR PERMITIENDO.
Las mujeres tenemos derecho a caminar en paz por la calle, sin temor a que un tipo se te acerque y te diga al oído frases que te revuelven la guata. O que en el metro aparezca algún pervertido que se acomode reiteradamente para apoyarse detrás de ti. Es de lo más básico para la convivencia entre personas el RESPETO, hombres y mujeres debemos unirnos para castigar, denunciar y sobre todo educar acerca de este tema. No voy a poner cifras de las mujeres abusadas porque no serían reales, porque yo nunca lo denuncié, por ejemplo, pero deben ser millones al año, sin exagerar.
A veinticinco años de #miprimerabuso las cosas no han cambiado mucho. En realidad, han empeorado. Es cosa de mirar a los humoristas de los diarios, como Hervi, para quienes sigue siendo un asunto gracioso. O en el taxi o en la micro, donde no es tan difícil escuchar letras de (mal llamadas) canciones que incitan a golpear a la mujer y a tener sexo violento con ella, cosificándola de tal manera que no es más que un culo en un video clip.