«Tenemos entonces que la incompetencia se instaló en buena parte de la dotación de personal técnico del Ministerio. Esta curiosa forma de “gestión de personal” derivó en una desmotivación y abulia intensa de los funcionarios».
La Presidente de la República en su alocución para la inauguración del Año Académico Militar 2015 destacó que “Ha habido una progresiva mejora de la gobernabilidad democrática, y los principales hitos son conocidos por todos ustedes.
Me refiero a la reforma de las instituciones políticas de la Defensa: las reformas constitucionales del año 2005; las reformas legales en el nivel del Ministerio, la más importante de las cuales, la reforma del Ministerio de Defensa Nacional, en enero del 2010. Esta ley institucionalizó la conducción civil del sector, y es la reforma más importante desde la creación del Ministerio, en 1932” y debía “fortalecer la autoridad presidencial y la autoridad ministerial en la gestión de los procesos de gobierno … actualizando “la normativa orgánica y fija(ndo) una estructura que (sea) capaz de llevar a cabo el ciclo completo de políticas públicas del sector, comenzando con la emisión de una “Política Estratégica Nacional como objetivo general de carácter político del Estado (Gobierno) frente al actuar de la Defensa”.
Han transcurrido 26 años y los avances habidos son marginales. Seguimos sin una Estrategia de Seguridad y Defensa formal y el Ministro de Defensa es un espectador de la gestión de su cargo. En realidad es una curiosa mezcla de “tío dadivoso/caprichoso” y de “delegado del gobierno ante las FFAA/político con agenda propia”.
¿Qué decir de la Política Militar?. ¿De la ley de financiamiento cuatrienal de la defensa, del financiamiento de los programas y proyectos de inversión y los gastos de operación y mantenimiento de equipamiento y de la información oportuna y real al Congreso de la marcha de la gestión de defensa?. Nada, no ha pasado nada.
En la Función Defensa tenemos tres grandes actividades de gestión:Gestión de Desarrollo, que requiere conocimiento y experiencia empresarial de alto nivel; Gestión Militar que apunta a emplear las fuerzas militares en la acción de combate y prepararlas para ello mediante el entrenamiento y Gestión del Apoyo Logístico, que consiste en la generación de recursos y la prestación de servicios para sostener a las fuerzas en combate.
Vistas así las cosas, no deja de llamar la atención que en Chile los Ministros y Subsecretarios suelan ser médicos, abogados, periodistas y rara vez administradores expertos. Y mas sorprendente aun es la conformación del Ministerio de Defensa: no tiene ningún departamento sólido dedicado a la gestión del material ni del personal; asume solo una tenue “coordinación” de la gestión del desarrollo del material y la infraestructura; no existe ni una mención a control de gestión y no existe ningún organismo de nivel nacional que se responsabilice de organizar y ejecutar el apoyo logístico a las fuerzas en combate.
En estos días tenemos una grave crisis en la gestión del desarrollo de las fuerzas, en la cual se encuentra implicado el ex – Comandante en Jefe del Ejército General Miguel Fuente-Alba. La simple lectura de su currículo muestra a un militar mas habituado a moverse en los corredores del poder que entre los soldados en campaña; fue seleccionado para el cargo por Francisco Vidal, Ministro de Defensa que salía ese fin de año, el 2010, luego de una pasada relámpago de solo 12 meses como Ministro. Ambos se conocían bien, ex compañeros de colegio y como cadetes en la Escuela Militar ¿cómo pudo entonces Vidal proponer para ese cargo a un general que mostraba tan intensa dedicación a sus negocios e intereses personales?.
Al dejar su cargo en Marzo del 2010, Vidal recibió agasajos y condecoraciones por parte de ex – subalterno y amigo Fuente-Alba y prontamente reclutado como profesor en la Academia de Guerra, en la ANEPE y en tareas de asesoría (remunerada) al Comandante en Jefe. Su participación como “comandante de carro” de un cañón autopropulsado en la Parada Militar de ese mismo año mostró una proximidad poco común con el general Fuente-Alba y una concepción de su dignidad ministerial desusada hasta ese entonces.
Pero lo peor vino con la puesta en marcha del “Nuevo Ministerio” a partir de 2010.
La principal razón de ineficiencia fue que desde la misma asunción de Aylwin se desató una aguda lucha entre los partidos de la Concertación para que sus militantes ocuparan los cargos que los militares dejaron vacantes en la estructura ministerial. Se resolvió por “cuoteo” y mediante la contratación, en cada cambio de gobierno, de un número cada vez mayor de personas.
Cuando se dictó la Ley de Estatuto Orgánico del Ministerio de Defensa se tomaron los resguardos para asegurar los cargos de esas personas -mediante el “Artículo Transitorio 6 c.- que dispuso, que la implementación de esta nueva estructura :“No podrá significar pérdida del empleo, disminución de remuneraciones, modificación de los derechos estatutarios y previsionales del personal traspasado o encasillado. …”.
De esta manera y aunque se presumía que habría nuevas y mas complejas funciones, esta norma impidió a los sucesivos Ministros y Subsecretarios reclutar a nuevas personas técnicamente idóneas. El personal incompetente fue “complementado” contratando a un número también creciente de personas a Contrata y a Honorarios, todo por estricto cuoteo.
Tenemos entonces que la incompetencia se instaló en buena parte de la dotación de personal técnico del Ministerio. Esta curiosa forma de “gestión de personal” derivó en una desmotivación y abulia intensa de los funcionarios; no hay incentivos de ninguna especie y su trabajo se reduce a empujar papeles de una oficina a otra. Lo poco y nada que se produce, lo hacen grupos cerrados, “de personas de confianza del subsecretario”, que trabajando en forma compartimentada y secreta, preparan proyectos irrelevantes que no se materializan o que dedican su tiempo y energía a incursionar en temas de género, de inclusión y en relaciones exteriores, materias importantes pero periféricas al núcleo de la función defensa.
La parte mas penosa se produjo después de la promulgación de la ley Ley N° 20.424, “Estatuto Orgánico de la Defensa Nacional”, el año 2010, bajo el gobierno de Piñera. La última esperanza de hacer eficiente un organismo que no estaba funcionando era el Reglamento de dicha Ley. Se esperaba que este fuera capaz de definir con cierta precisión las tareas de cada cual, sus relaciones funcionales y los organismo intermedios de coordinación y trabajo integrado y de incorporar una técnica de gestión específica. No pasó. El Reglamento promulgado por la administración de Piñera es una copia abreviada de la Ley, de una pobreza sorprendente que deja en evidencia el desconocimiento, por parte de sus autores, de las funciones que se suponía debían abordar. Por ejemplo, en Occidente la mayoría de los países desarrollados funciona sobre el Sistema PPBs, del que muy probablemente el Subsecretario Alfonso Vargas de la administración Piñera, que elaboró el Reglamento, nunca escuchó hablar.
Mientras tanto, los sucesivos Ministros se comportan como “espectadores interesados” de lo que pasa en su sector. Por el cargo han desfilado médicos, muchos abogados y un profesor de historia, en general personas con ambiciones políticas pero sin experiencia comprobable para gestionar una organización de varias decenas de miles de profesionales y técnicos y manejar un presupuesto de varios miles de millones de dólares anuales. Las excepciones fueron las menos.
¿Qué es el Ministerio de defensa actualmente?. Es una organización que “reparte recursos”. En efecto, dispone de una cantidad anual de recursos determinada por ley, que distribuye con criterios que simulan ser racionales pero que solo representan la capacidad de lobby de los interesados y las preferencias –por los motivos que sean- de las autoridades ministeriales. Esta curiosa lógica de gestión es del todo absurda pero políticamente de alta conveniencia, es, además una ancha puerta por donde puede entrar -y por donde entra-, la corrupción. Para mayor agrado, dispone de recursos acumulados a los cuales se recurre para fines ajenos a la defensa, según la discreción del gobierno de turno.
Hoy tenemos un escándalo, otro mas, y si no se hacen cambios radicales, comenzando por la designación de personas idóneas en los mas altos cargos; si no se modifica radicalmente la planta de personal; no se toma en serio esta importante política pública, y no cesa esta peculiar cooptación de “déjame con mis asuntos y yo te dejo hacer” (PERO SI ALGO FALLA, TU PONES LA CARA), se seguirán repitiendo.
A propósito ¿alguien sabe que es de José Antonio Gómez?