Señor Director:
Recientemente un grave problema ecológico en los mares del sur de Chile ha adquirido, con toda justicia, un protagonismo de primera plana. Dos hechos concomitantes, la marea roja y el trance que experimenta la industria salmonera, han provocado una crisis social y económica de vastas consecuencias. Diversos expertos, autoridades, dirigentes, organizaciones y personas naturales han alzado la voz para opinar sobre este suceso. Uno de ellos ha sido Hernán Espinoza, quien también usa “Hector Kol” como su nom de plume. En particular, Kol ha aportado antecedentes que hacen plausible la hipótesis de que la propia industria salmonera sea una causante directa de esta crisis.
Lo sorprendente es que esta hipótesis de trabajo sostenida por Kol, que podría ser puesta a prueba con investigación científica concreta, ha encontrado respuestas emocionales en vez que racionales. Cierta prensa ha pretendido desacreditar las evidencias presentadas por Kol diciendo que son falsas ya que su “apellido no es Kol sino Espinoza”. Otros han agregado que no es biólogo, pues ellos “no lo conocen”. Finalmente, a otros les preocupa que Kol no pueda exhibir un título universitario, lo que pondría en duda sus aseveraciones (¡Steve Jobs, sacúdete en tu cripta!)
Quienes suscribimos esta declaración, estudiantes universitarios en los años ochenta, y hoy investigadores en diversos centros de Chile y el extranjero, deseamos desvirtuar de manera tajante la noción de que Héctor Kol es un biólogo “falso”, o un aparecido que se permite hablar de temas biológicos sin fundamento. Conocimos a Kol cuando estudiaba la carrera de Licenciatura en Ciencias con mención en Biología, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Podemos atestiguar, porque varios fuimos compañeros de él en diversos cursos, que ingresó en el año 1980 y continuó sus estudios hasta el año 1986, aprobando cursos de la licenciatura “larga”, que incluían ramos de biología (Celular, Zoología, Botánica, Fisiología Vegetal, Genética, Ecología, Evolución, etc.) y otras ciencias básicas (matemáticas, química, física, etc.). Este programa, que ya no se imparte, tenía una malla de 5 años de cursos más una tesis de pregrado. Esto lo hace perfectamente comparable con lo que ahora es, en cualquier parte del mundo, un Magister en Biología. Profesores nuestros de esa época fueron Osvaldo Álvarez, Nibaldo Bahamonde, Ricardo Baeza, Mary Kalin Arroyo, Ramón Latorre, Mario Luxoro, Humberto Maturana, Hermann Niemeyer, Félix Schwartzman, Francisco Varela, Irma Vila, y Carolina Villagrán, entre muchos. Una vez terminado los cursos de la carrera, Héctor trabajó en la entonces naciente industria de salmones, experimentando de esta forma, de primera mano, el comienzo del desastre ambiental que ha detallado en forma elocuente a los medios de comunicación y en las redes sociales.
Pensamos que la campaña de ataques que ha sufrido nuestro colega Héctor por sostener afirmaciones contrarias a los grandes intereses salmoneros es inaceptable y peligrosa para un debate científico. A falta de argumentos para rebatir científicamente sus puntos de vista, se ha recurrido a la vieja falacia ad hominem: atacar la persona asociada con el argumento, mas que atacar el fondo del argumento mismo.
Junto con confirmar la sólida preparación académica de Héctor Kol, queremos afirmar que la inmensa gravedad del problema suscitado por las salmoneras en el mar austral amerita discusiones serias e incluyentes. Pensamos que es una práctica elemental el escuchar a todas las fuentes involucradas, y que el peso de la evidencia se evalúe sin sesgos, descansando ésta en estudios biológicos, ecológicos y sociales pertinentes y detallados. Sólo así estaremos contribuyendo a solucionar el grave problema que afecta a nuestros compatriotas de la zona sur, ejerciendo la ineludible responsabilidad de desarrollar una economía sustentable, que asegure la conservación de la biodiversidad de nuestro país, y por extensión, de todo el planeta.
Cordialmente,
Patricio T. Huerta, biólogo, académico de la Escuela de Medicina de Hofstra University, investigador del Feinstein Institute, Northwell Health, Nueva York, EEUU.
Yves Martin, matemático, académico del Departamento de Matemática, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
Gonzalo Gutiérrez, físico, académico del Departamento de Física, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
Yerko A. Vilina, biólogo, académico de Cátedra de Ecología, Santiago, Chile.
Sebastián Teillier, biólogo y botánico, académico de la Escuela de Arquitectura del Paisaje, Universidad Central de Chile, Santiago, Chile.
Antonieta Jerardino, bióloga y arqueóloga, académica del Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
Javier Figueroa Ortiz, profesor de ecología, FAUP, Universidad Central de Chile, Santiago, Chile.
Víctor Alejandro Correa Rueda, biólogo, Santiago, Chile.
Juan Carlos Aravena Donaire, biólogo, académico de la Universidad de Magallanes, Punta Arenas, Chile.
Juan Capella Alzueta, biólogo, coordinador científico Whalesound Ltda, Punta Arenas, Chile.
Jorge Gibbons, biólogo, académico del Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes, Punta Arenas, Chile.