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La elite y sus convicciones

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Aldo Cassinelli
Por : Aldo Cassinelli Subdirector del Instituto Libertad
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Al finalizar el anterior gobierno, algunos empresarios parecían cansados con tanta movilización, marchar y gente en las calles. Recordaban –y aún lo hacen– con añoranza los días donde la autoridad política ponía orden y no le temblaba la mano para evitar esos desmanes. Puede ser ese el motivo para que algunos sucumbieran a la promesa de comprar paz social, con lo cual se inclinaron a apoyar a un gobierno de izquierda, independientemente de sus propias convicciones, las cuales parecen solo vinculadas a la posibilidad de aumentar sus ingresos y contar con un país donde ellos puedan hacer crecer sus empresas.

A quienes participamos durante esos años de actividades públicas no dejaba de llamarnos la atención cómo aquellos aplaudían cada vez que las futuras autoridades les decían que les subirían los impuestos, que su contribución al Estado debía aumentar y que ellos eran los responsables del malestar que enfrentaba el “modelo” de desarrollo que tiene nuestro país.

Estoy seguro que el día de hoy nadie reconocerá que estuvieron disponibles para ayudar al seguro futuro gobierno con el fin de estabilizar la situación social que se vivía.

La creencia que aún ronda en buena parte de nuestra elite, es que un gobierno de izquierda contiene a las organizaciones sociales, ya que ellas son controladas por los mismos partidos o movimientos que apoyan al gobierno. La evidencia nos está mostrando que eso ha sido un error y hemos tenido más movilizaciones, desorden y destrucción que en períodos anteriores.

Por otra parte, esa misma elite carece de un análisis real sobre lo que ocurre en el país y basa su propias proyecciones en un país ideal que en realidad no existe y, por tanto, no tienen antecedentes concretos para saber realmente cuán profunda es la división y malestar social. Esto en concreto es entender que existen movimientos radicalizados que no ven en estas instituciones nada favorable y que la única manera de mejorar su condición, y por defecto la del país, es la eliminación total y completa de las bases fundamentes de lo existente.

[cita tipo=»destaque»]La creencia que aún ronda en buena parte de nuestra elite, es que un gobierno de izquierda contiene a las organizaciones sociales, ya que ellas son controladas por los mismos partidos o movimientos que apoyan al gobierno. La evidencia nos está mostrando que eso ha sido un error y hemos tenido más movilizaciones, desorden y destrucción que en períodos anteriores.[/cita]

Me atrevo a decir, incluso, que en algún sector de la coalición gobernante la lógica de la retroexcavadora tiene un asidero muy concreto en la noción de demoler los fundamentos básicos del denominado modelo, lo cual les cuesta mucho ocultar.

Volviendo a nuestra elite empresarial, más que estar dispuesta a comprar paz social apoyando a gobiernos de izquierda que les mantengan a la sociedad en calma, debiera preocuparse de profundizar su convicción respecto del desarrollo del país por la vía de los principios y valores, aquellos que hasta hace pocos años tenían a Chile entre los principales rankings del mundo, mejorar la relación con la sociedad no por la vía de RSE sino partiendo por sus trabajadores y sus familias y contribuir de manera decidida a colaborar con los cambios que este país requiere en cuanto a financiamiento de nuevos emprendedores, rompiendo el cerrado club en que viven, para que más chilenos puedan acceder a los beneficios que realmente reporta un modelo libre, contribuyendo a la movilidad social que tanto reclama esa clase media nacida precisamente de los logros generados por el emprendimiento que el modelo vigente otorga.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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