La situación es clara. En el PPD y PS se dieron cuenta de que el Gobierno debe contribuir con una agenda que aporte votos en las elecciones municipales. Esta es una receta probada anteriormente y con éxito. Sin embargo, esta vez la situación es más difícil.
La reforma laboral se ha convertido es una verdadera pesadilla para el Ejecutivo. También es probable que la discusión de la reforma de educación superior termine por agudizar los conflictos con todos los actores involucrados, afectando negativamente la percepción del Gobierno por un bien tiempo. ¿A qué echar mano entonces? Simple, a la agenda valórica.
Dos proyectos fueron identificados por el bloque “progresista” de la coalición gobernante.
Por un lado, el matrimonio igualitario, para lo cual La Moneda creó un comité interministerial que tendrá la tarea de fijar un cronograma legislativo, y cuyas primeras acciones se desplegarán en septiembre, un mes antes de las municipales.
Y, por otro, la reactivación del proyecto de despenalización del aborto, el que se encuentra literalmente “estancado” en el Senado, luego de tres meses de discusión.
El PPD fue más allá y le planteó al ministro Fernández que el proyecto sea votado en la Cámara Alta antes de octubre. Sin duda, una oportunidad para el partido dirigido por Navarrete de salir “jugándola”, atraer a sus electores más liberales y poder desviar la atención del bochornoso escándalo de financiamiento por parte de SQM.
Pero esta estrategia promovida por el PS-PPD provocó un estallido en la DC, incluidos algunos personajes del ala más progresista. Es un hecho que el tema del aborto –aunque sea en las tres causales– genera un fuerte rechazo en la tienda de la falange.
No sé por qué Soledad Alvear tiene tanto peso en la DC. No es dirigente de primera línea. Tampoco es parlamentaria, pero es capaz convocar a los senadores de su partido y, de paso, levantar una amenaza de renuncias masivas. Bueno, en honor a la verdad, no actúa sola, Gutenberg Martínez, su marido, la secunda en estos temas. Una suerte de corriente interna que tiene más peso que los antiguos “guatones”, “chascones”, “colorines” y “príncipes”.
Aunque Carolina Goic intentó inicialmente poner paños fríos a la reacción DC, terminó por reforzar la posición del “alvearismo” (¿o “gutismo”?), anunciando que sus senadores votarán en conciencia sin órdenes de partido. Una manera políticamente correcta de desligarse del problema. Seguramente una forma de evitar un conflicto interno, pero que puede acarrear una crisis con los otros partidos del bloque y con el propio Gobierno. La primera decisión importante que deberá tomar la nueva presidenta de la Democracia Cristiana desde que asumió el cargo tras la renuncia de Pizarro.
[cita tipo=»destaque»]No sé por qué Soledad Alvear tiene tanto peso en la DC. No es dirigente de primera línea. Tampoco es parlamentaria, pero es capaz convocar a los senadores de su partido y, de paso, levantar una amenaza de renuncias masivas. Bueno, en honor a la verdad, no actúa sola, Gutenberg Martínez, su marido, la secunda en estos temas. Una suerte de corriente interna que tiene más peso que los antiguos “guatones”, “chascones”, “colorines” y “príncipes”.[/cita]
Para nadie es un misterio que la DC está incómoda en el Gobierno hace tiempo. La salida de Burgos es lo más reciente, pero a este episodio sumamos la dura crítica de Mariana Aylwin –que mantiene su doble militancia en la NM y Ciudadanos–, quien ha planteado que la DC no tiene nada que hacer en el conglomerado, o la oposición de Zaldívar a las reformas de Bachelet.
La muerte de Patricio Aylwin reforzó el espíritu y sentido histórico de la Democracia Cristiana, lo que ha alimentado internamente una discusión respecto de la conveniencia de explorar nuevas alianzas o, incluso, seguir el camino propio.
Y un apunte final: en los próximos meses se puede dar la paradoja de que la agenda valórica más progresista de la Nueva Mayoría en los últimos años sea encabezada por Mario Fernández, el más conservador de los ministros. Una dura prueba para este católico del Opus Dei. Y también para la sobrevivencia de la Nueva Mayoría.