Convengamos en que el primer golpe lo dio Sebastián Piñera. El ex Mandatario adelantó la contienda presidencial con su estruendoso lanzamiento de campaña. Gira nacional, ronda de entrevistas en todos los medios, libro con eslogan electoral, etc.
Aunque Piñera aún no ha explicitado que es candidato, las señales en política valen más que mil palabras y en este caso fueron evidentes: “Soy el candidato único de Chile Vamos”. Una jugada astuta, pero que terminó por provocar a uno de sus principales retadores: Manuel José Ossandón.
Creo que el entorno de Piñera, y en particular la UDI, estaban convencidos de que lo tendríamos de vuelta en La Moneda con cierta facilidad.
Sus declaraciones, los gestos, las actitudes los delataban. Hasta hace unos días. La decisión del senador es una evidente complicación para los planes del ex Presidente. Pese a que algunos analistas ligados a la Unión Demócrata Independiente –como Gonzalo Müller y Eugenio Guzmán– se apresuraron a decir que esta renuncia no perjudicará las pretensiones de Piñera, la verdad es que el daño puede ser grande. No lo sabrán en la Nueva Mayoría, con el impacto que le provocó MEO en 2009 y que le permitió al propio Piñera conquistar La Moneda.
En primer lugar, tendrá al frente a un rival de peso. Ossandón es un hombre que despierta simpatía en la gente, especialmente en los sectores medios y bajos. Su estilo es “campechano”, habla en forma simple, utiliza metáforas, es cariñoso, espontáneo, tiene algo de populismo, es liberal cuando lo necesita y conservador a la hora de la misa.
Sus decisiones son políticas y se aleja de los términos económicos a la hora de plantear ideas. El alter ego, el polo opuesto de Sebastián Piñera. En términos simples, representará una oferta distinta, más renovada, más cercana al elector de centroderecha.
[cita tipo=»destaque»]En el comando de Piñera, el análisis que deben estar haciendo es que tendrán que invertir más energía de la que habían calculado. Estarán obligados a cambiar el foco definido hasta ahora: atacar con todo al enemigo de la vereda de enfrente. También deberán gastar tiempo en levantar propuestas, relato y promesas para capturar a los propios. Claro que Piñera tiene una ventaja enorme en relación con su rival: los fondos económicos. Este puede ser el flanco más complicado para el senador.[/cita]
En segundo lugar, no me cabe duda de que el senador tomó esta drástica decisión porque pretende competir en primera vuelta. Para ir a primarias mejor se quedaba en el conglomerado y forzaba a su ex partido a apoyarlo. Ossandón ha dado una señal política contundente: va a llegar hasta el final. Es decir, levantará una opción que le va a quitar votos a Piñera, sí o sí.
Su desafío, durante los próximos 15 meses, es construir una plataforma que le permita contar con un colchón mínimo con que pueda, al menos, negociar sus votos en segunda vuelta. Pero el negocio para Manuel José es redondo. No pierde nada con esta apuesta, solo puede ganar. En el peor escenario, es un ejercicio que lo puede hacer muy competitivo en las elecciones de 2021. Un caso parecido al rol que podría adquirir en la Nueva Mayoría Alejandro Guillier, si se lo tomara en serio.
En el comando de Piñera, el análisis que deben estar haciendo es que tendrán que invertir más energía de la que habían calculado. Estarán obligados a cambiar el foco definido hasta ahora: atacar con todo al enemigo de la vereda de enfrente. También deberán gastar tiempo en levantar propuestas, relato y promesas para capturar a los propios. Claro que Piñera tiene una ventaja enorme en relación con su rival: los fondos económicos. Este puede ser el flanco más complicado para el senador.
Este nuevo escenario puede, paradójicamente, representar una inesperada oportunidad para la alicaída Nueva Mayoría. El bloque oficialista siempre ha tenido un sentido de unidad inquebrantable para aferrarse al poder. Es probable que Lagos evalúe ahora que sus probabilidades aumentan y, por tanto, se decida a entrar a la competencia.
Y una reflexión final: la renuncia de Ossandón se suma a otras en lo que va corrido del año en los partidos más tradicionales del país, como la de Auth (PPD), Saffirio (DC) y Kast (UDI). Esta es una alarma que deberían tomar en serio. Sin duda, algo están haciendo muy mal.