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Chile Fiscal Opinión

Chile Fiscal

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Jorge Baradit
Por : Jorge Baradit Escritor. Miembro de la Convención Constitucional
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El escritor chileno analiza, en una publicación en su página de Facebook, la necesidad de volver a tener un Estado potente y garante, que haga frente al «desequilibrio de poder» en manos de un mercado que «fue capaz de construir un mejor país solo para algunos, un porcentaje mínimo del país que por supuesto está feliz con esto, pero a costa de una población acorralada, angustiada, oprimida y algo desorientada».


El autor de La historia secreta de Chile, Jorge Baradit, publicó en su página de Facebook un texto sobre la necesidad de retomar la senda estatal, el Chile fiscal.

Ese Chile de los gobiernos radicales que logre tomar como herramienta al Estado y constituirlo en una forma de poder contrahegemónico al mercado neoliberal. «El tremendo desequilibrio de poder en nuestro país hace imprescindible fortalecer al Estado y sus prestaciones públicas. Hay que decirlo ya: EL MODELO DE LO PRIVADO FRACASÓ como respuesta única en nuestro país», señala el escritor.

Revisa a continuación el texto completo:

«Anoche me tocó mencionar a Pedro Aguirre Cerda y pensé en algo.

Siempre me llamó la atención que la única militancia política a la que no le daba vergüenza llamarse por su nombre era la izquierda. El resto se remueve en sus asientos con gestos de disgusto y evade el foco llamándose centroderecha, liberales de centro, progresismo liberal, partido popular, etc; avergonzados de ser lo que son. ‘No somos un partido de derecha’, dijo una vez el presidente de la UDI (sí, de la UDI), desatando la carcajada de Arica a Punta Arenas.

Pero hay algo por lo que la izquierda siente pudor. Señal quizá de que los líquidos percolados del modelo la alcanzaron en su médula de algún modo. Todavía le cuesta insistir públicamente en la necesaria presencia estatal.

En un país donde el poder está TAN concentrado y desigual, los ciudadanos estamos a merced de grupos económicos. Lo único que puede interceder por nuestros derechos es un Estado capaz de contrapesar ese poder y hacerle frente cuando se sale de marco. Como se dijo hace un tiempo: ‘Ellos tienen el poder económico, el productivo, el militar. Lo único que nos queda es el poder político’. Pero si ese poder está mermado como es la realidad actual, de poco sirve; más aún si está penetrado (sí, palabra a propósito) por la corrupción y el financiamiento de aquellos a quienes debe fiscalizar.

Hoy más que nunca hay que establecer que:

– Lo privado fracasó en su proyecto educativo y solo deja educación de mala calidad, cara y clientelista. Más una generación completa de deudores crónicos.

– Lo privado fracasó en la administración de nuestras pensiones, fabricando empresas multimillonarias a costa de crear ancianos indigentes y ex trabajadores que de pronto se ven integrados a las filas de la pobreza, de un día para otro y después de haber trabajado toda su vida, y cuando ya no es mucho lo que pueden hacer por mejorar su situación.

– Lo privado fracasó en la creación de un sistema de salud bueno para todos. Dejándole al Estado la responsabilidad de lidiar con la gran masa y quitándole el grupo que podría colaborar en una mejor salud para todos. Fabricando con ello una desigualdad monumental en la oferta de servicios médicos. Suiza colindando con Ruanda.

– Lo privado fracasó en general en empujar al país completo hacia adelante. Construyó un país dentro de otro país. Segregó a sus privilegiados para que crecieran sin responsabilidades sociales en un jardín de espaldas al resto. Abandonándolos.

Lo privado puede ser el motor de una sociedad, pero no puede ser dejado en completa libertad, porque por definición buscará su propio y único beneficio a toda costa y sin medirse.

Cuando pensamos en la República y en una idea de Chile que se guarda en el corazón, recordamos eso que llamamos el Chile fiscal. El Chile de los primeros gobiernos radicales, que tenía fábricas de escuelas, redes de hoteles para todos, ferrocarriles que cruzaban eficientemente el país, modelos de industrialización y fomento explosivos.

El problema no es el Estado, el problema es la regulación de sus procesos y la probidad de una clase política intoxicada con la plata privada, incontinente y adicta. El matrimonio incestuoso de política y empresariado que ha reinado durante el período de la Concertación.

El tremendo desequilibrio de poder en nuestro país hace imprescindible fortalecer al Estado y sus prestaciones públicas. Hay que decirlo ya: EL MODELO DE LO PRIVADO FRACASÓ como respuesta única en nuestro país. Fue capaz de construir un mejor país solo para algunos, un porcentaje mínimo del país que por supuesto está feliz con esto, pero a costa de una población acorralada, angustiada, oprimida y algo desorientada.

Es imprescindible la recuperación del valor de la SOLIDARIDAD, de la dignidad humana, del valor del trabajo. Mientras el trabajo no tenga un eco en la calidad de vida, mientras la honestidad y la solidaridad no vuelvan a tener sentido, todos vamos a caer en la corrupción, en la carrera de todos contra todos, en la búsqueda del éxito a cualquier costo, aunque sea robándole su trabajo a otros.

Esto no es un sermón, es un lamento. Pero también un deseo. El de retomar el Chile que perdimos. No el estanque de tiburones donde todos nos mordemos con todos y el rico le roba al pobre y el pobre le roba al rico. Un Chile donde haya un regulador probo de los animales que pueblan este parque, para que el león tenga su espacio y busque su comida, donde los antílopes encuentren pasto y puedan correr; y cada uno tenga lo necesario y pueda luchar por más. Espacios donde desarrollarse ampliamente que colinden con los espacios de desarrollo de otros.

La ‘libertad’ total a la que aspiran los neoliberales no es tal, es solo quitar las barreras en este zoológico diverso que somos: los tigres y los leones se darán un festín con el resto, porque no todos somos tigres o leones, y una de las razones para construir sociedad fue justamente salir de la selva y construir un espacio ‘diseñado’, artificial, donde todos pudiéramos ser hermanos y alcanzar la plenitud, desarrollarnos, sin el temor a ser devorado, explotado o avasallado como en la jungla. La desregulación total es un retroceso.

¿Suena ingenuo? Ptas, suena megaingenuo. Pero estas visiones son como la estrella del norte: quizá nunca la alcanzas, pero sirve para tener claro hacia dónde mover el timón».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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