Las declaraciones del ex ministro del Interior, con amplia difusión sobre el acuerdo político gobernante, han logrado por razones obvias concitar opinión y debate, al que es bueno sumarse por el bien de Chile.
El personero señala tener problemas con un partido miembro del acuerdo programático, el Partido Comunista, y señala su aspiración de que una futura candidatura que represente la continuidad del actual Gobierno, debe constituirse sobre bases socialcristianas y socialdemócratas y adelanta que su líder es Ricardo Lagos.
Revive con sus declaraciones que rebatimos hace más de 30 años, cuando a la espera de la transición se discutía la amplitud de las fuerzas de Gobierno. En esa época Jorge Burgos era generalísimo de la campaña de Gabriel Valdés y propugnaba una alianza amplia con las fuerzas de izquierda. Nosotros sosteníamos una tesis más restrictiva.
No explica con claridad cuáles son los particulares problemas que representa la alianza programática con un partido determinado, pero todos sabemos que han existido fricciones sobre las interpretaciones del programa, que es en teoría el fundamento del acuerdo político, aunque en realidad el sustento real fue y aún lo es la Presidenta de la República.
Conviene tener presente que también ha habido problemas con otros partidos distintos al PC, en temas muy relevantes para la Democracia Cristiana, y que incluso dividen a los propios restantes partidos, como el caso de la detención por sospecha, ley de aborto, gratuidad universitaria, por recordar solo algunos.
Si bien las alianzas no son inamovibles y, de hecho, ha habido movimientos, por ahora modestos, de miembros tanto en la alianza de centroizquierda como de derecha, no cabe sino concluir que es esencial y prioritario tener claridad sobre las tareas que se desean hacer y, sin duda alguna, tener una clara cohesión y voluntad para resolver problemas que se presentan en la marcha de un Gobierno.
Sobre lo primero y coincidiendo con las opiniones que dan cuenta de una muy grave crisis política y de representación, sería oportuno no olvidar que la cuestión no es sobre qué es lo que quieren solo los partidos, sino lo que quiere la ciudadanía. La Democracia Cristiana ha acordado que propondrá un camino político al país, aunque no ha señalado cómo se procederá a esa discusión. Parece un camino correcto que, para recuperar confianzas, los movimientos políticos se abran a la comunidad que desean representar, que nunca será toda, porque tal ecumenismo es imposible por muy buena voluntad y empeño que se ponga.
Solo después de haber llevado a cabo este ejercicio se podrá pensar seriamente con qué persona y en qué términos se podrá concitar un apoyo que hoy día parece muy difícil de conseguir de nuestros conciudadanos.
[cita tipo=»destaque»]Valoramos las declaraciones que algunos personeros han hecho al pedir perdón por estas conductas, pero todo acto de esa naturaleza requiere un sincero arrepentimiento y una penitencia y nada de eso todavía se observa. Siguen ocupando los mismos cargos y, a los mismos ilícitos, los llaman “errores”.[/cita]
Conspira contra un elevado debate político el conocimiento, a cuentagotas, de hechos de connotación penal y de corrupción que, entregados a la suerte de los procesos penales, no solo se van eternizando sino, lo que es peor, banalizándose. Estamos llegando a un punto en que ya a casi nadie le está importando la grave situación de corrupción política que involucra a políticos(as) y empresarios y ese camino de conformidad es extraordinariamente peligroso, al extremo que en las próximas elecciones tanto municipales como parlamentarias pareciera que no importara que algunos candidatos enfrenten problemas en los Tribunales.
Hemos dicho anteriormente que ha faltado una señal más potente sobre esta materia. Valoramos las declaraciones que algunos personeros han hecho al pedir perdón por estas conductas, pero todo acto de esa naturaleza requiere un sincero arrepentimiento y una penitencia y nada de eso todavía se observa. Siguen ocupando los mismos cargos y, a los mismos ilícitos, los llaman “errores”. Es por esa razón que hace un año y fracción que solicitamos se tomaran drásticas medidas sobre la empresa Soquimich y propusimos que, por razones de interés nacional, se tramitara a instancias de la Presidencia una ley expropiatoria. Hubiese sido una gran señal que habría empoderado y realzado el poder político y, lejos de ser una señal negativa, habría creado confianza y credibilidad.