Lo más grave es que este estado de desconcierto puede extenderse a toda la clase política. La encuesta CEP dejó una sensación amarga y encendió todas las alarmas. Los malos resultados cruzaron transversalmente a todos, golpeando –con dureza– a Gobierno y oposición. Nadie puede haber sacado cuentas alegres de esta suerte de “voto de castigo”. Obviamente que para Michelle Bachelet tener un 15% de aprobación es una catástrofe, pero también lo es para Piñera apenas alcanzar un 14% de intención de voto o, para el ex Presidente Lagos, un 5%.
Parece que el Gobierno quedó en estado de shock después de que se conociera la encuesta CEP la semana pasada. Era evidente que los resultados venían malos y, así y todo, ni siquiera tuvieron la precaución de preparar un relato que permitiera tener una interpretación razonable. Fue como que los hubiera golpeado un tsunami sorpresivo, impredecible. El vocero, Marcelo Díaz, deslizó unos argumentos propios de la improvisación, señalando que, tal vez, no estaban explicando bien lo que hacían.
¿Qué significa esa explicación de parte de quien, precisamente, está a cargo de las comunicaciones del Gobierno? ¿Es una autocrítica? Obviamente, no. Es solo un intento de “sacar la pelota” del área. Pero solamente unos días después vendría la pieza maestra.
Luego de un mes con el cargo vacante, la Presidenta nombraba a José Viacava como subsecretario de la Segegob. Es decir, la repartición a cargo de las comunicaciones del Gobierno y las relaciones con la ciudadanía, estaba buscando a alguien para reemplazar a quien debió salir por discrepar con una ministra, quien a su vez había cubierto el cupo dejado por Rodolfo Baier, formalizado por emitir boletas falsas a SQM. ¿Qué podríamos esperar entonces del manejo comunicacional del Gobierno?.
Bueno, la historia de este subsecretario que batiría un récord mundial –12 horas en el cargo– es conocida por todos, sin embargo, es la representación más clara de este estado de confusión en que está La Moneda. ¿Cómo es posible que nadie haga una investigación de los antecedentes de una persona que va a ocupar un cargo tan importante? ¿Solo puede optar a esta posición alguien de las filas del Partido Radical? ¿Qué pasaría en una empresa si a un ejecutivo le dan 30 días para buscar y designar a un profesional y pasara algo similar?
Cuesta entender que un Gobierno vuelva a tropezar con la misma piedra tantas veces. Solo basta recordar las pocas horas que estuvo de Intendente de la Región de Los Lagos, Nelson Bustos, luego de que se supiera que tenía una causa judicial abierta por violencia intrafamiliar.
[cita tipo= «destaque»]El mejor ejemplo de esto son las movilizaciones en contra del sistema de AFP. Los titubeos han sido la nota dominante en Palacio. Primero la Mandataria descartó cualquier intervención durante su período, luego se anunció un acuerdo nacional para abordar el problema, a continuación la Presidenta dijo que no se podían hacer cambios en el corto plazo, de ahí vino la filtración de que las mujeres aumentarían la edad de jubilación a los 65 años, lo que sería posteriormente desmentido. Más que una cadena de errores, el reflejo de la confusión.[/cita]
Pero lo que aquí hay de fondo es esta especie de estado crepuscular en que ha entrado gran parte de las autoridades del Gobierno. Escasa capacidad de interpretar las variables del complejo entorno. Falta de respuestas y muy baja iniciativa para tratar de controlar la agenda pública.
El mejor ejemplo de esto son las movilizaciones en contra del sistema de AFP. Los titubeos han sido la nota dominante en Palacio. Primero la Mandataria descartó cualquier intervención durante su período, luego se anunció un acuerdo nacional para abordar el problema, a continuación la Presidenta dijo que no se podían hacer cambios en el corto plazo, de ahí vino la filtración que las mujeres aumentarían la edad de jubilación a los 65 años, lo que sería posteriormente desmentido. Más que una cadena de errores, el reflejo de la confusión.
Lo más grave es que este estado de desconcierto puede extenderse a toda la clase política. La encuesta CEP dejó una sensación amarga y encendió todas las alarmas. Los malos resultados cruzaron transversalmente a todos, golpeando –con dureza– a Gobierno y oposición. Nadie puede haber sacado cuentas alegres de esta suerte de “voto de castigo”. Obviamente que para Michelle Bachelet tener un 15% de aprobación es una catástrofe, pero también lo es para Piñera apenas alcanzar un 14% de intención de voto o, para el ex Presidente Lagos, un 5%.
También deben haber quedado muy preocupados los dirigentes de los dos principales conglomerados del país. Entre la Nueva Mayoría y Chile Vamos llegan a un 18% de evaluación positiva. Es decir, el 82% de los chilenos percibe negativamente a lo que MEO alguna vez denominó como el “duopolio”.
Y una reflexión final. El Gobierno necesita urgentemente reenfocar sus comunicaciones. La vocería de Díaz es débil. La falta de alineamiento es evidente. El relato es confuso. En este escenario se entiende que el presidente de Codelco diga “no hay un puto peso” y el ministro de Hacienda salga a respaldarlo. Después no nos alarmemos si la ciudadanía entra en estado de depresión.