Diciembre de 2013. Michelle Bachelet acaba de ser reelecta como Presidenta de la Republica. Tenía otras opciones, podría haberse quedado en Nueva York como Directora de ONU Mujeres, y quizás transformarse en la primera mujer Secretaria General de las Naciones Unidas, su liderazgo en la comunidad internacional es incuestionable y deseado. Sin embargo, el contexto nacional llamó al deber a esta convencida de que el Estado puede más para el pueblo chileno. Meses atrás los estudiantes habían logrado poner al centro de la agenda el derecho a una educación gratuita y de calidad, pero sobre todo traduciendo esa sed de más igualdad en una sociedad donde el capitalismo ideológico ha imperado durante más de tres décadas.
Mucha era la felicidad de los partidos políticos de la Nueva Mayoría al ver aterrizar Bachelet en Santiago en marzo 2013, todos querían estar para la foto alistando sus ambiciones de candidatos. Pero no todos, unos años más tarde, están apoyando las propuestas de reformas con las cuales ganaron sus elecciones parlamentarias. La visión y esperanzas generadas por la campaña presidencial se tenían que traducir en resultados concretos y Michelle Bachelet no retrocedió en aquello.
Una agenda de reformas progresistas acusada por la derecha de tener un alto tilde ideológico, pero no es otra cosa que una agenda de reformas con sentido común. Chile, sin cohesión social, manteniendo un sistema de educación desigual tanto en la calidad como el acceso, está destinado al fracaso por no invertir en su propio futuro. Desde 2014 hasta hoy, ¿qué reformas, qué cambios se han realizado? Hagamos un recuento: Reforma Tributaria, Reforma Educacional –progresiva, pero iniciada–, fin al binominal, Acuerdo de Unión Civil, voto de los chilenos en el exterior, programa de participación para una nueva Constitución, además de nuevas instituciones como el Ministerio de la Mujer, Subsecretaría de Derechos Humanos, el Consejo de la Infancia, etc.
[cita tipo= «destaque»]Pocas veces Chile habrá tenido un Mandatario con tal compromiso y convicción para avanzar hacia una sociedad más próspera en el largo plazo. Lamentablemente, habrá que esperar a que se despeje la polvareda de la defensa de intereses pequeños y del statu quo, para valorar el proceso de reformas iniciado por Bachelet.[/cita]
Sin embargo, lo que ocurre en este país andino parece ser digno de un caso de estudio de una escuela de psiquiatría. ¿Recuerdan lo muy celebrado que fue la incorporación de Chile en la OCDE el año 2010? El país ingresaba al concierto de sociedades desarrolladas, lo que tanto había soñado la élite. Pero el ingreso a ese tipo de organismos implica obligaciones y el desarrollo de estándares elevados. Las reformas tributarias y educacionales propuestas por el Ejecutivo están en el marco lógico de la OCDE, y apuntan a un crecimiento con igualdad.
Las críticas de los sectores más conservadores del país –que no solamente están en la oposición–, afirmaban que la agenda de reformas emprendidas sería la gran causa de la baja de inversión extranjera en el país, fuga de capital o bajo crecimiento económico.
Pocos reconocen que el contexto global no juega a favor, tenemos una región en desaceleración, un sistema económico internacional muy inestable, decir lo contrario implica caer en aquello que la derecha siempre critica a la izquierda, que es la sobreideologización. Hace unos días, medios franceses afirmaban que la deuda de China respecto de su PNB alcanzaba 249%, eso sin duda afectará al mundo y a Chile en particular.
¿Cambio de agenda? Sí, claro, caso SQM, caso Penta, “todos boleteando”, caso Compagnon, etc…. Pero cuando algunos afirmaban que la emisión de boletas de honorarios falsas era una práctica aceptada y, por lo tanto, no la consideraban como un delito, la Presidenta reaccionó comprometiendo su capital político para institucionalizar una agenda de probidad para el financiamiento legal de la política. Chile avanzó también en esa materia para mayor transparencia.
Pocas veces Chile habrá tenido un mandatario con tal compromiso y convicción para avanzar hacia una sociedad más próspera en el largo plazo. Lamentablemente, habrá que esperar a que se despeje la polvareda de la defensa de intereses pequeños y del statu quo, para valorar el proceso de reformas iniciado por Bachelet.