En el programa de la Presidenta Bachelet (al igual que el de los otros precandidatos presidenciales de la NM) se propuso esta reforma, que es probablemente la reforma política más radical y ambiciosa de su gobierno. Algunos la miran con temor y aprehensiones. Temen legítimamente caudillismos regionales o bien una frustración por autoridades regionales sin las suficientes competencias. Otros, de manera más oblicua, se ocultan detrás de estos argumentos como excusa para oponerse a una reforma que les quita poder.
Desde el retorno a la democracia, la descentralización se ha erigido como un tema de política pública al interior de las distintas agendas de gobierno. Es indudable que hemos avanzando de manera gradual en aspectos políticos, administrativos y fiscales, no obstante, lo más importante está aún por hacer. La reforma constitucional que permite la elección directa de autoridades regionales, a ser votada por el pleno del Senado esta semana, puede ser este factor catalizador que hasta ahora ha faltado para avanzar hacia una descentralización realmente efectiva.
El paso que podemos dar como país va más allá de un proceso eleccionario, tiene que ver con la apertura hacia un modelo de desarrollo nacional distinto, con mayor participación, equidad territorial y nuevos liderazgos políticos que en el modelo centralista actual. En esta dirección, el nuevo marco institucional hará posible que los gobiernos regionales respondan a las necesidades propias de los territorios que administran. Es evidente que la realidad de la Región de Magallanes es diametralmente opuesta a la de la Región de Arica y Parinacota, así como la de las diversas áreas metropolitanas.
El programa de la Presidenta Bachelet (al igual que el de los otros precandidatos presidenciales de la NM) se propuso esta reforma, que es probablemente la reforma política más radical y ambiciosa de su gobierno. Algunos la miran con temor y aprensiones. Temen legítimamente caudillismos regionales o bien una frustración por autoridades regionales sin las suficientes competencias. Otros, de manera más oblicua, se ocultan detrás de estos argumentos como excusa para oponerse a una reforma que les quita poder. Con todo, a esta reforma le llegó su hora. Es obvio que necesitamos, al igual que el resto de los países de la OCDE, gobiernos subnacionales elegidos por la ciudadanía y en donde los temas de transporte, medio ambiente, cultura, diseño urbano e incluso algunos programas sociales, sean decididos por quienes conocen de mejor manera el territorio.
[cita tipo= «destaque»]Si Chile quiere hacer frente a la crisis de su política, la extrema desigualdad territorial, la falta de gobierno de sus áreas metropolitanas y problemas serios de desarrollo regional, debemos atrevernos a plantear nuevos diseños institucionales que posibiliten la construcción de un país mejor.[/cita]
Informes de organismos internacionales de la talla del Banco Mundial, el BID, la OCDE y el PNUD, han diagnosticado por años que uno de los obstáculos para el desarrollo económico, social y político de Chile es su excesivo centralismo. En la actualidad, el desarrollo de los países y las ciudades está íntimamente ligado a políticas de descentralización y de diseño urbano, por lo que debemos asumir que el territorio debe cumplir con ciertas lógicas de autonomía adaptada a su propia realidad. A los que han sostenido que a esta reforma le falta reflexión, es bueno recordarles que este es un tema que lleva décadas siendo prometido elección tras elección, y que solo en los últimos 3 años ha sido propuesta por 3 comisiones presidenciales (Movilidad, Desarrollo Urbano y Descentralización) con 150 expertos de distintas disciplinas y tendencias políticas.
Los tiempos cambian y los países también lo hacen. Si Chile quiere hacer frente a la crisis de su política, la extrema desigualdad territorial, la falta de gobierno de sus áreas metropolitanas y problemas serios de desarrollo regional, debemos atrevernos a plantear nuevos diseños institucionales que posibiliten la construcción de un país mejor. Un país, donde todos estemos representados, donde todos podamos participar y donde las decisiones de zonas distantes a la capital no pasen por el nivel central.
Aprobar la reforma constitucional que permite la elección de intendentes es un paso esencial, pero sin duda insuficiente. Una vez aprobado debemos seguir avanzando en mejorar la transferencia de competencias y los recursos regionales. Temas como el medio ambiente y la gestión de desastres naturales no pueden ni deben estar fuera del mandato regional. Con todo, aunque se haga gradualmente, llegó la hora de dar un golpe de timón y dejar de ser el país más centralizado de América Latina. Creo que todos saben, tanto los que apoyan como los que no, que este es un cambio histórico para Chile. Soy de los convencidos de que es bueno y necesario para fortalecer nuestra democracia y potenciar nuestras regiones y ciudades.