Cuesta pensar que la Presidenta Bachelet –y sus asesores– no visualizaran en su momento los riesgos que significaba nombrar a José Miguel Insulza como agente chileno ante La Haya. Dudo también que el panzer aceptara esta responsabilidad –gravitante para Chile– sin tener claro que este cargo le daría una tremenda vitrina pública, fundamental para su proyección política. Pero lo que está claro es que este hombre fuerte, experimentado, verdadero animal político, ha abusado del cargo encomendado. Insisto, la responsabilidad en este caso es compartida con el Gobierno.
¿Alguien podría imaginar a Insulza alejado de la opinión contingente y estar solo acotado al conflicto con Bolivia? Además, el ex ministro es atractivo para la prensa, y él lo sabe. Polémico, deslenguado, ácido, irónico, duro. Desde que es agente de Chile ha provocado varias polémicas, dejando en una incómoda posición a La Moneda. Solo basta recordar cuando, hace cuatro meses, de manera casi simultánea, Insulza se encargó de informar de sus planes políticos en El Mercurio y La Tercera.
En la ocasión, el medio de Copesa no solo ocupó la portada y las tres primeras páginas, sino que, además, informó a nivel de detalles de un encuentro sostenido en el departamento del hombre del PS, el cual fue definido como “secreto”. Claro, los dardos apuntaron al dueño de casa como fuente de la filtración.
De ahí en adelante, se ha sucedido una serie de entrevistas y eventos políticos con Insulza de protagonista, culminando en un inesperado anuncio de “disponibilidad” para competir en una eventual primaria de la Nueva Mayoría –lo que cada vez se ve menos probable– para definir al abanderado oficialista.
En paralelo, las intervenciones en su rol internacional han sido escasas, de muy bajo perfil –salvo una puesta en escena algo ridícula en el Silala–. De más está decir que la posición chilena pende de un hilo, ya que nuestro agente parece estar mucho más interesado en retar a Lagos y Allende a medirse con él, que llegar hasta el final al mando del equipo que tendrá en 2017 un año crítico en la disputa con el país vecino.
[cita tipo= «destaque»]Mal que mal, la estrategia de levantar una candidatura para luego “negociar” un premio de consuelo es algo que los viejos zorros políticos, como él, han utilizado desde siempre. En cualquier escenario, creo que la Presidenta y el canciller deberían estar buscando desde ya un reemplazante que asuma en plenitud como agente y tenga su prioridad en representar los intereses del país en La Haya en su fase más crítica. Ojalá no se vuelvan a equivocar en la elección.[/cita]
En estos días Insulza ha intensificado su ofensiva político-comunicacional. Partió por hacer un llamado a participar en las elecciones municipales –en una columna en El Mercurio–, enfatizando la importancia que estas tienen para el sistema democrático, y terminó con una extensa entrevista en revista Qué Pasa, esta vez como precandidato presidencial.
Insistió en realizar primarias al interior del PS, manifestó sus discrepancias con Ricardo Lagos –algo inédito en José Miguel–, criticó a Isabel Allende por adelantar el discurso presidencial en el partido antes de salir de las municipales, desestimó la candidatura de Alejandro Guillier –comparó el momento del senador independiente, apoyado por los radicales, con la situación expectante que llegó a tener Laurence Golborne hace cuatro años, la que luego se desplomaría– y remató señalando que no creía en los “liderazgos providenciales” –“no creo en un líder que saca al país de una tragedia”–, en una directa alusión a Lagos.
No sé cuál será el diseño político de José Miguel Insulza para el corto y mediano plazo. Pero creo que su apuesta presidencial no deja de ser parte de una estrategia que busca otros objetivos. Insulza sabe que si alguna vez tuvo una oportunidad de ser abanderado fue en la ex Concertación y ese tiempo ya pasó. Hoy su opción apenas tiene un respaldo de 1%, de acuerdo a todos los sondeos actuales –hasta Leonardo Farkas lo supera– y no se ve probable que ese porcentaje aumente.
Tal vez, esté pensando en un cupo senatorial o incluso en volver a ser ministro en caso que la Nueva Mayoría lograra derrotar al escapado Sebastián Piñera. Mal que mal, la estrategia de levantar una candidatura para luego “negociar” un premio de consuelo es algo que los viejos zorros políticos, como él, han utilizado desde siempre. En cualquier escenario, creo que la Presidenta y el canciller deberían estar buscando desde ya un reemplazante que asuma en plenitud como agente y tenga su prioridad en representar los intereses del país en La Haya en su fase más crítica. Ojalá no se vuelvan a equivocar en la elección.