Llevo cinco años en Chile. Éste país me ha entregado una mejor opción de vida. Al principio claro, fue muy difícil, por el idioma y por el trato. A los meses de llegar, me matriculé en el primer semestre de construcción civil en la Universidad de Las Américas. Soy el único haitiano en las clases. Los problemas con el español los compensé con las matemáticas, ayudo a mis compañeros en los cálculos y ellos me ayudan en lo que es lectura. Trabajo en la construcción, hace poco trabajo como topógrafo. ¿Sabes quiénes son los topógrafos? El próximo semestre termino la carrera y terminaré de pagarla al día. Mi sueño es volver a mi país, nunca me había alejado de mi hogar, mi familia, mi madre. Pero acá es mejor, o al menos, lo era hasta hace unos meses. Tú lo vez en la tele o en el teléfono, en cambio yo, mis hermanos y mis amigos, sentimos a diario la discriminación. ¿Sabes una cosa? Uno se hace fuerte, el espíritu se hace fuerte. Hay que tener fortaleza para empezar de nuevo, (Jean Francois, 25 años, ciudadano haitiano residente en Quilicura)
Hace unos días conocí a Jean Francois, coincidimos en nombre, edad y en la micro 315e del transantiago a esa hora en que unos cuantos asientos van desocupados. En las líneas que siguen analizaré la migración como un hecho social arraigado en los cimientos de nuestra construcción social, profundizaré en la emergencia de un cuerpo legal acorde a las necesidades de nuestros tiempos y cerraré las ideas develando los discursos anti-migratorios como mecanismo de control.
Migración en perspectiva
Sólo basta mirar en el barrio, plazas, escuelas y el espejo para entender que somos un pueblo diverso, quizás la única riqueza es la multitud de culturas y sujetos humanos que componen nuestro territorio. Otra cosa, es que intelectuales con apellidos de viñas escriban la historia de su identidad alejándose lo que más puedan del pueblo raso, de los que vamos a pie. La profesora Soledad Berrios acusa en el libro El ADN de los chilenos y sus orígenes genéticos, que los estratos socioeconómicos altos también tienen genes amerindios, a pesar de sus fábulas familiares de añoranza europea.
El 18 de diciembre se conmemora el día Internacional del Migrante, lo que permite antes que cualquier cosa, conversar en la mesa con la familia o en el bar con los amigos sobre cómo hemos sido con los vecinos del mundo que decidieron vivir en Chile, o bien recordar el trato recibido cuando se ha cruzado la cordillera.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el mundo hay 232 millones de migrantes de ellos 150,3 millones son fuerza trabajadora pura y dura, sin contar niños, ancianos y postrados. El departamento de extranjería chileno informó en noviembre de éste año que residen 477 mil inmigrantes en nuestro país, por supuesto la mayoría son latinoamericanos.
El Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo hace unos meses indicó las principales características de los migrantes en Chile (nacionalidad, edad, escolaridad y ciudades). El estudio muestra un leve aumento de la población afrodescendiente en los últimos tres años, sin embargo, es la concentración en determinadas ciudades la que genera una sensación de mayor número. El nivel de civismo en cuanto a participación, escolaridad y responsabilidades con la seguridad social son puntos destacables del mismo reporte.
[cita tipo= «destaque»]La clase política que ha permanecido enquistada en las cúpulas institucionales ocupa todos los dispositivos para normalizar sus espacios de comodidad. Maquiavelo entrega algunas luces para entender esto, asociando la política a una técnica de Estado, de tal manera que las leyes y las instituciones se subordinan a la política. En su imperdible obra, El príncipe, sostiene; “Surge de esto una cuestión: si vale más ser amado que temido, o temido que amado. Nada mejor que ser ambas cosas a la vez; pero puesto que es difícil reunirlas y que siempre ha de faltar una, declaro que es más seguro ser temido que amado”.[/cita]
Las leyes de extranjería son instrumentos legales que regulan las condiciones de ingreso, permanencia y salida de los extranjeros. La normativa chilena vigente en esta materia es el Decreto Ley 1094 del año 1975. En sintonía con los ideales de la dictadura cívico-militar el D.L. 1094 se inspira en la seguridad nacional y la visión economicista de la persona humana. Sólo de éste modo, se logra entender el nivel de prohibiciones para ingresar al país (Art.15), los rechazos arbitrarios por parte del Estado (Art. 64) y la extrema dependencia laboral de los trabajadores extranjeros de bajo nivel socioeconómico (Art. 24 y Art. 70). En el ordenamiento jurídico escasean valores que protejan la dignidad de todos y todas.
Ley migratoria con perspectiva de Derechos Humanos
Una nueva ley migratoria implica entender la temática como una realidad global, multidimensional y oportuna para trazar una carta de navegación geopolítica que entregue soluciones distintas e innovadoras a problemas en constante tensión. En el marco de nuestra actual Constitución se pueden hallar soluciones que sólo requieren de voluntad política. El Art. 5 inciso 2° reconoce los tratados internacionales suscritos por Chile que se encuentren vigentes, por lo tanto, existen condiciones para generar cambios profundos en la política migratoria, abrazando ciertos instrumentos internacionales como la solemne Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial y la Convención Americana de Derechos Humanos. Junto a estos, son imprescindibles mecanismos que canalicen la participación llana, abierta y transparente de ciudadanía.
De éste modo, se podrá avanzar hacia un ordenamiento jurídico que asegure dignidad a los sujetos humanos, cuyos principios se sustenten en una ciudadanía universal, entendida como el goce de derechos sólo por ser humanos, independiente de la condición migratoria; la libre movilidad humana, definida por el respeto a la voluntad de las personas para movilizarse libremente fuera de su país de origen, para transitar y elegir un lugar de residencia al amparo de la constitución y los instrumentos internacionales; el buen vivir en las relaciones de ciudadanos respetando las diferencias y reconociendo sus diversidades para construir comunidades de paz dentro del territorio; la integración regional, comprendiendo la movilidad humana en la región latinoamericana y caribeña como el principal factor de integración social, cultural, económica y política; y la equidad, atendiendo al urgente llamado de la superación de violencia en todas sus dimensiones entre hombres y mujeres promoviendo las condiciones que contribuyan a la justicia social y la eliminación de los estereotipos nocivos relativos al género o al origen de las personas.
Control social a través del Miedo
La clase política que ha permanecido enquistada en las cúpulas institucionales ocupa todos los dispositivos para normalizar sus espacios de comodidad. Maquiavelo entrega algunas luces para entender esto, asociando la política a una técnica de Estado, de tal manera que las leyes y las instituciones se subordinan a la política. En su imperdible obra, El príncipe, sostiene; “Surge de esto una cuestión: si vale más ser amado que temido, o temido que amado. Nada mejor que ser ambas cosas a la vez; pero puesto que es difícil reunirlas y que siempre ha de faltar una, declaro que es más seguro ser temido que amado”.
Ahora bien, un gobernante o aspirante a ello jamás aceptaría públicamente que para gobernar tranquilo es más seguro ser temido. Le quitaría réditos electorales, por ésta razón predomina el marketing por sobre lo político, para disfrazar verdades, apuntalar mentiras e infundir miedo de manera indirecta pero eficaz. Sebastián Piñera, representante local del berlusconismo sabe de esto. Le bastó la cuña “Muchas bandas de delincuentes en Chile son de extranjeros” para arrebatar a Ossandón la agenda migratoria en la derecha, desplazar de los medios el tema Bancard y realinear posturas en Chile Vamos. Sin embargo, el costo social de esas maniobras políticas, son ataques físicos, verbales y psicológicos que atentan contra la dignidad de personas honestas y trabajadoras como Jean Francois que contribuyen diariamente a generación de riqueza social y cultural en nuestro país.