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Punta Peuco: lobby conspiranoico

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Rodrigo Larraín
Por : Rodrigo Larraín Sociólogo. Académico de la Universidad Central
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El Comité Permanente de los obispos católicos dio a conocer un mensaje de Navidad. En el indican que hay tres “realidades de nuestra sociedad (que) pueden ser particularmente iluminadas con el nacimiento de Jesús y con su propuesta de vida nueva”. Esas realidades son: niños y niñas en situación vulnerable, los migrantes en Chile y personas privadas de libertad con enfermedades terminales. Llaman a los reos rematados, elípticamente, “personas privadas de libertad”, como un enfermo postrado largo tiempo. No mencionan a los reos de Punta Peuco y se quedan en la ambigüedad. Enseguida, en un pase de malabarismo, dicen que “Jesús, al final de su vida pública, fue apresado, juzgado y condenado a morir en la cruz. Muchos de sus discípulos fueron encarcelados por dar testimonio de su resurrección”, es decir, se insinúa que los “delitos” de Jesús y amigos son equivalentes a la violación de derechos humanos.

Claro, no está dicho explícitamente, porque el mensaje no lo es nunca. Además se sostiene que “para nadie es desconocido el sufrimiento que se experimenta cuando se vive privado de libertad en una cárcel, incluso cuando es producto de un juicio justo y correctamente ejecutado”, peor todavía, pues todas las prisiones causan sufrimiento, no importando la causa de ello, sea el Señor Jesús, los mártires o un asesino de lesa humanidad. En realidad, es peor estar en una mazmorra privado de agua, comida, vendado y a merced del abuso, la tortura y la indignidad.

Son malos tiempos para la jerarquía, es un homenaje al relativismo moral y, de paso, una distorsión del sentido de la muerte del Redentor. Luego de esto vino la ceremonia ecuménica en la cual algunos reos de Punta Peuco pedirían perdón. Viendo lo que dieron a conocer como perdón, solo se puede concluir que el perdón está en liquidación.

Pero la Iglesia sostuvo, por su Comité Permanente, que “hay situaciones especiales en las que se nos abren espacios para que como sociedad demos signos de humanidad y podamos crecer en clemencia y misericordia. Es el caso de aquellos que están cumpliendo una condena y, además, sufren una enfermedad terminal o alguna alteración en sus facultades mentales que afectan gravemente sus capacidades y disminuyen notablemente su relación con el medio y con las demás personas”; lo cual no es ninguna novedad y nos va a pasar a todos, si es que ya no nos pasa. ¿Y los signos de humanidad para las víctimas?

Y luego, está lo único explícito: “Las dificultades legales que implicarían estas medidas. Pero, ¿no será el momento en que como país busquemos los mecanismos jurídicos para que personas con estas dificultades, siguiendo criterios objetivos, puedan continuar cumpliendo en sus casas, junto a sus seres queridos, la condena recibida?”. Aquí se nota que el perdón era lo que menos importaba y no era sino solo un show, que no importaba nada que pidieran –y se les otorgara– perdón.

Todo no es más que un montaje con fines de instalar un supuesto tema de justicia y misericordia basado en la ambigüedad más sibilina y retorcida. Los sacerdotes que asistieron dijeron a la salida, uno, el Padre Montes, que nadie había pedido nada, no beneficios, ni indulto ni nada, es decir, todo okey. Otro, el padre Puga, salió diciendo que el perdón debía significar información para encontrar a los desaparecidos y verdadera reparación. Parecía más decepcionado que Montes. Uno seguro de la decisión tomada, el otro triste por haber sido llamado traidor. En ambos casos hubo falta de prudencia, irrespeto a la justicia y un intento de construir socialmente la realidad para sus fines.

[cita tipo=»destaque»]Llamativa esta Santa Alianza por una Justicia injusta, en que van del brazo y por la calle católicos, masones y jueces. Solamente falta que se presente el proyecto de ley de beneficios para los criminales, para así sumar dos poderes del Estado. Esta sí que parece conspiración; pero es una tragedia en verdad, que muestra que el alma de Chile se murió, que la Iglesia adelgazó su calidad moral y que nadie ama a Chile.[/cita]

Pero lo más probable es que la injusticia triunfe. El juez Carroza, luego de visitar el penal, afirmó que hay dos presos condenados por delitos de lesa humanidad, y que tienen la salud más deteriorada. Han abierto el debate de la posible excarcelación de personas en estado terminal. El presidente de Corte Suprema también sostuvo que era justo favorecer a estos reos; la guinda de la torta la puso el ministro de Justicia al acusar a los que todavía no favorecían a los reos más favorecidos de historia de falta de coraje y de negar derechos humanos. Ahora aparecen algunos clérigos.

Llamativa esta Santa Alianza por una Justicia injusta, en que van del brazo y por la calle católicos, masones y jueces. Solamente falta que se presente el proyecto de ley de beneficios para los criminales, para así sumar dos poderes del Estado. Esta sí que parece conspiración; pero es una tragedia en verdad, que muestra que el alma de Chile se murió, que la Iglesia adelgazó su calidad moral y que nadie ama a Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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