De cuando en cuando, fuerzas que superan la voluntad humana obligan a replantearnos el rol que cumplimos en la existencia. Es en esos momentos donde se calibra la magnitud de la que estamos hechos; mi maestro Juan Félix Burotto, contaba a los sujetos humanos que somos con el otro y los otros, jamás en las parcelas de nuestra soledad.
Una niña enseñaba los números a otra pequeña dibujándolos en el suelo carbonizado, ambas vestían floreados ropajes y moños multicolores. Ellas daban vida y esperanza a una tétrica realidad devastada la madrugada del 26 de enero en la localidad de Santa Olga. Mil familias vieron con impotencia como sus hogares levantados con el esfuerzo de toda la vida se consumían en pocos minutos. La Isla Grande de Chiloé tiene una superficie de 8.394 kilómetros cuadrados (km²), a dos semanas del inicio de los siniestros el territorio calcinado se calcula en 5.471 km², vale decir, casi dos tercios de la principal isla del archipiélago chilote. Una serie de cifras irán desenterrándose con los escombros. Hasta el momento y con la ilusión de que paren en seco, se registran doce víctimas fatales, cerca de 1.100 viviendas destruidas y más de 5.000 ciudadanos directamente perjudicados.
Cuando el sentido común es el menos común de los sentidos. La gran caja de fósforos.
Al subir desde Constitución por la ruta M-194 hacia Carrizalillo, sólo se ve destrucción en la cordillera de la Costa. Tras cada kilómetro se va dejando una estela de polvo y frustración. El “bosque maulino costero” antes epicentro de rica biodiversidad, estaba destinado al infierno mucho antes que arreciaran las llamas. De acuerdo con el estudio de la profesora Alejandra Bahamóndez, la alta tasa de deforestación a la que ha sido sometida la zona durante los últimos 30 años constituye uno de los principales riesgos para la conservación de su biodiversidad.” (Bahamóndez & otros, 2010, p. 14). Por ambos lados de la ruta se observan territorios desolados por las llamas o marchitados por plantaciones de pinos y eucaliptus. En el recuerdo de los antiguos quedará el imponente roble maulino, el canelo o el lingue que vieron nacer a las naciones mapuche y chilena.
El Decreto Ley 701 del año 1974 -impuesto a bala dictatorial y ratificado con letra transicional- generó las condiciones materiales para que las empresas aniquilen cientos de hectáreas de bosque nativo con sus plantaciones de monocultivos, sin disposiciones responsables con el medio ambiente, los obreros forestales y sus familias, ni el pueblo mapuche. El art. 5 y 10 entrega bosques e inmunidad a los empresarios; el Art. 7 otorga a los privados el certificado de calidad forestal con o sin estudios técnicos previos; el Art. 15 permite a propietarios con menos de 200 hectáreas explotar la biosfera sin plan de manejo técnico-profesional; el Art. 20 y 21 los exime del pago de impuestos y bonifican la explotación indiscriminada, respectivamente.
Los incendios desatados por doquier no son casualidad, existe una estructura gubernamental que creó ésta gran caja de fósforos; secando territorios cultivables, acabando con bosques endémicos y todas sus manifestaciones de vida, o casi todas, pues en las alturas calurosas de Peralillo se ven jotes al acecho de carne putrefacta. Es imperioso derogar el Decreto Ley 701, mientras tanto seguiremos apagando los incendios que gobiernos y empresarios fecundaron con desenfreno en las sábanas del progresismo salvaje desentendiéndose del buen vivir, la responsabilidad con el medio ambiente y la dignidad de los pueblos.
Los detonantes
Se precisan investigaciones independientes que no corten por la parte delgada del hilo. Subiendo por el agreste camino de gravilla M-354 hacia la cordillera de la Costa se ven terrenos completamente destruidos, en contraste con predios colindantes que fueron cubiertos por la mano de dios.
[cita tipo=»destaque»]Quizás el tiempo entregue la identidad de los verdaderos responsables. De momento, sólo tenemos la certeza que voluntarios y voluntarias apagarán lo urgente de la manera que sea, con piedras, palas y ramas, pues el agua escasea. Ellos y ellas una vez más, gritan con trabajo silencioso que un abrazo impacta más que una bomba.[/cita]
No se distingue un patrón claro, sin embargo, el marco de comprensión se sustenta en tres tipos de motivaciones detonantes de incendios: económicas, políticas y psicológicas. Las económicas tienen que ver con empresarios inescrupulosos que cobran seguros comprometidos y/o compran barata la humeante hectárea desvalorizada. Los fundamentos políticos se asocian principalmente a órganos de resistencia territorial de la coordinadora Arauco-Malleco que identifican como enemigo a las empresas forestales transnacionales; o bien se vinculan con expresiones espontaneas de lucha que no tienen claridad en la definición de su adversario. Las razones psicológicas se enlazan con pirómanos o personas con tendencia patológica por todo lo relacionado con el fuego, distintos de los incendiarios, o personas que provocan incendios con premeditación, maldad y /o afán de lucro.
Quizás el tiempo entregue la identidad de los verdaderos responsables. De momento, sólo tenemos la certeza que voluntarios y voluntarias apagarán lo urgente de la manera que sea, con piedras, palas y ramas, pues el agua escasea. Ellos y ellas una vez más, gritan con trabajo silencioso que un abrazo impacta más que una bomba. Mis agradecimientos a los que encaminan con el ejemplo; Pedro enseña que la entrega al prójimo es con la familia, los amigos y en alegría; Carmen muestra que no existe edad para ayudar a la sociedad, aun cuando el sistema excluye y expulsa a las jubiladas; Romina curando toda clase de heridas indica que la voluntad puede más que las dificultades logísticas; Jacqueline pone de manifiesto que las redes son fundamentales para amparar a las mujeres rurales eternamente relegadas de las políticas públicas, y finalmente Jazmín enseña desde el amor a la humanidad que todos podemos ser un vehículo para la felicidad, ocupándose permanentemente de las personas en situación de discapacidad.