La última vez que viví discriminación de cerca fue hace varios años atrás, en julio de 2009 para ser más precisos, el Real Madrid jugó en contra de Liga Deportiva Universitaria de Quito en el Santiago Bernabéu, la buena fortuna había depositado una entrada en mis manos, este equipo llegaba en calidad de campeón de la Libertadores, el resultado fue lo de menos (perdieron los ecuatorianos 4×2) lo que dudo olvidaré fue otra cosa, algo que no ocurrió en la cancha, que no fue nota en ningún periódico, en ningún programa de noticias: la xenofobia desatada en las gradas. Efectivamente, escuchar miles de hinchas vociferando al resto: “sin papeles, sin papeles…” una y otra vez, era algo que no esperaba, sobre todo considerando nuestra permanente atracción eurocentrista. Por el contrario, la muy reducida fanaticada ecuatoriana se limitó a seguir respaldando a su equipo.
Hoy percibo algo de ello en el debate sobre el eunacom. Al no aprobar esta evaluación tendremos un grupo enorme de personas altamente calificadas que se verán impedidas de aportar en lo que mejor saben: dar salud, pero “sin papeles”. Seamos francos, sin el aporte de cientos de médicos extranjeros del Ecuador, colombianos, algunos cubanos y de otros países hace años que no tendríamos salud en Chile. Son estos profesionales quienes han permitido sostener un sistema de Salud Primaria que hace rato nadie ha querido corregir. El aumento sostenido del per cápita (recursos por número de inscritos) es insuficiente. Muchas municipalidades invierten recursos enormes para captar y retener médicos en sus centros de salud, produciéndose enormes desigualdades en comunas que no logran ofrecer mayores sueldos o mejores condiciones laborales.
En la otra vereda, contar con instrumentos que garanticen estándares adecuados de conocimientos o, en el mejor de los casos, competencias profesionales en diferentes áreas del saber es un camino irrenunciable en las sociedades modernas: en el ámbito de salud es claramente urgente. No obstante, esta evaluación no puede ser excluyente al resto de los profesionales de la salud, odontólogos, matronas, kinesiólogos por mencionar algunos deben ser parte de este mecanismo evaluador. Por otra parte, es insuficiente una única evaluación al ingreso al sistema, esta debe ser periódica y apuntar a la permanente actualización de conocimientos a objeto de propender a garantizar altos estándares de seguridad en la atención de salud.
Pero existe un factor insalvable, ningún incumbente puede estar a cargo del proceso, ni el MINSAL, ni las Universidades, ni las asociaciones Gremiales, ningún órgano que tenga un interés creado frente a este delicado asunto debe conducirlo, de esta manera dotarnos como país de una institucionalidad autónoma que establezca los procesos de medición y aseguramiento de la calidad en las prestaciones que cada profesional de salud entrega, es un desafío que hasta hoy no estaría considerando la autoridad.
[cita tipo=»destaque»] Al no aprobar esta evaluación tendremos un grupo enorme de personas altamente calificadas que se verán impedidas de aportar en lo que mejor saben: dar salud, pero “sin papeles”.[/cita]
Por otra parte, es interesante entrar a debatir sobre nuestro código sanitario claramente obsoleto, en específico lo que respecta a una innumerable cantidad de acciones que en el mundo desarrollan otras profesiones y hoy en nuestro país exclusivamente realizan los médicos. Claro ejemplo fue el avance en el ámbito de la oftalmología, un esfuerzo importante nos permitió entender que era posible entregar la facultad legal (Ley N° 20.470) para que Tecnólogos Médicos pudiesen diagnosticar y recetar lentes, así terminar con la prolongada espera en esta materia. Mismo camino debería seguir la Obstetricia con las ecografías gíneco-obstétricas y muchos otros casos, los kinesiólogos con las condiciones de salud en el ámbito de las Infecciones Respiratorias Aguda (IRA) que por décadas han demostrado su experticia donde claramente deberían ser primer contacto, para qué pensar en todo el resto de los profesionales. Nuestro país tiene un equipo de salud con extraordinarias competencias, sin embargo, hemos subestimado sus capacidades y se requiere una profunda revisión en el ámbito de la primera consulta y facultades legales para enfrentar desde distintos frentes las enormes listas de esperas y ausencia de resolución a los problemas de salud de nuestros vecinos.
En síntesis, la solución va mucho más allá de modificar el eunacom, debemos reestructurar el sistema de salud, corregir las enormes diferencias injustas y evitables que produce, dotarnos de un órgano autónomo que evalué las competencias profesionales de ingreso y permanencia en el sistema y claramente aumentar las competencias legales del equipo de salud. En salud es bueno discriminar, siempre que ésta se base en la razón y abandone cualquier espacio de arbitrariedad.