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Pedagogía 2017: presencia de Fidel en la educación

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Carlos Vásquez Órdenes
Por : Carlos Vásquez Órdenes Magister en Educación (Universidad de Chile). Ex Dirigente Nacional Colegio de Profesores
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Con la muerte de Fidel quedaron atrás muchas de las especulaciones que señalaban que con ella se harían agua sus ideas y por poco tiempo más se sostendría el sistema socialista que impera en la isla por más de cincuenta y ocho años. Tal presagio también existe en parte importante del socialismo chileno cuyo prejuicio se vio reflejado en ese pálido minuto de silencio con que el Comité Central del PS creyó homenajear “a un líder que luchó por la dignidad y la justicia social” como dijera más certeramente nuestra Presidenta.

Una muestra evidente que el pensamiento de Fidel está tan vivo como el de Martí es la realización entre el 30 de enero y el 03 de febrero de 2017 de la XVª versión del evento educacional –Pedagogía 2017- reunión educativa de la mayor envergadura que se realiza en el mundo, con el reconocimiento de UNESCO y las organizaciones docentes de América Latina y el Caribe. Y no solo es destacable su masividad, por la participación de más de cinco mil docentes e investigadores de cincuenta países sino la variedad de temas abordados y la profundidad con que se enfrentó el debate: desde la formación que debieran recibir los maestros para enfrentar los desafíos de la vertiginosa realidad actual hasta el compromiso que debe tener la escuela con un mundo sustentable y en particular para enfrentar los desastres naturales que hoy asolan a diversas regiones del globo.

Así mismo este evento durante casi treinta años ha recogido lo que piensan los docentes, desde los años 80 cuando el tema de discusión era la unidad de los educadores latino americanos hasta los años 90 en los que la globalización se evidenció hasta en la didáctica pedagógica, habiendo impregnado el discurso pedagógico de términos pertenecientes a las teorías del mercado tales como: desempeño, competencias, agencias educativas, gestión del conocimiento, entre otros.

Si en una palabra quisiéramos describir el evento pedagógico es la tolerancia, yacente en las palabras de Frei Beto, el teólogo de la liberación, quien comentó que ingresó un container con biblias en la isla con la anuencia de Fidel y con fuerte aceptación en el comité central del PC cubano. Nos interpeló a todos al consultarnos cuanto de nuestro quehacer educativo está animado por el descubrimiento y la formación de la espiritualidad en el niño, cuestión que a su saber y entender no necesariamente tiene que ver con la religión, pero si constituye una condición esencial de la formación escolar y cultural.

[cita tipo=»destaque»]En un evento como éste donde se hacen presentes diversas expresiones culturales resultó altamente emotiva la intervención de un docente indígena quien puso en discusión las bases del humanismo al declarar que el error epistemológico radica en haber declarado la centralidad del hombre y de la razón en oposición a los mitos ancestrales, en no considerar que todo le debemos a la madre tierra haciéndonos creer que el paraíso está sobre los cielos y no en la sabia naturaleza que nos acoge, nos abriga y nos ama.[/cita]

En un evento como éste donde se hacen presentes diversas expresiones culturales resultó altamente emotiva la intervención de un docente indígena quien puso en discusión las bases del humanismo al declarar que el error epistemológico radica en haber declarado la centralidad del hombre y de la razón en oposición a los mitos ancestrales, en no considerar que todo le debemos a la madre tierra haciéndonos creer que el paraíso está sobre los cielos y no en la sabia naturaleza que nos acoge, nos abriga y nos ama.

Esos pequeños trazos descritos ponen en evidencia la obra pedagógica de Cuba y la brecha del debate educativo que existe en nuestro país, porque éste es animado por quienes no aceptan que la pedagogía es una ciencia y que la escolarización tiene poco que ver en la educación de un individuo, fenómeno más bien socio cultural y antropológico que expresión de un curriculum oficial que se impone sin importar la base cultural del individuo que lo recibe. Es mucho más fácil centrar la acción del profesor en su capacidad para idear y descubrir diversas didácticas o tecnologías de la enseñanza que orientar su pensar y emocionar para convertirse en un intelectual que toma partido ante los problemas y plantea soluciones desde el punto de vista de la ciencia y de nuestros intereses de clase.

Es importante destacar el rol que juegan los maestros durante este congreso pedagógico quienes a nivel de rectores universitarios ponen en discusión sus políticas de formación de profesionales, pero siempre sobre la base de investigaciones educativas realizadas con rigor científico y un afán manifiesto por intercambiar experiencias y un propósito moral: desatar un “fervoroso quehacer por cultivar la esperanza”. Es así que asistimos a un debate educativo “en vivo” donde junto con acceder a las teorías educativas actuales las experiencias pedagógicas presentadas podemos comprobar que se han desarrollado en escuelas concretas y con alumnos concretos, lo que se ve fortalecido porque en la formación del docente cubano está la idea que éste debe ser un investigador de su propia práctica, la que puede ser sistematizada y eventualmente generar nuevas teorías.

Un país como Cuba capaz de realizar un evento donde lo central es la pedagogía, que pese a sus dificultades pone en debate todos los temas relacionados con la educación, que abre sus fronteras ideológicas a un extremo que sorprendería hasta los detractores del régimen, que ha optado por la educación continua y ahí están adquiriendo un segundo idioma, el inglés y no el ruso, desata un fenómeno socio cultural que involucra a niños y jóvenes, pero que  como sistema involucra a todos los ciudadanos, es porque tiene claro que la batalla ideológica se gana no con el Manifiesto Comunista bajo el brazo sino con los valores que otorga la solidaridad, el trabajo, que comparte la alegría de pensar juntos, cuyo único propósito es globalizar la solidaridad, cree en sus maestros, les exige tanto rigor científico como amor hacia sus educandos.

A su vez, Chile y su sistema educativo, incluidos sus institutos formadores de maestros tienen el deber de vincularse a este tipo de eventos donde se crea y se comparte pensamiento educativo actualizado, los que demuestran que gratuidad y excelencia van de la mano si lo central de la educación es la formación de un individuo capaz de convivir en paz con sus semejantes y en armonía con la naturaleza que cada cierto tiempo nos cobra la explotación desmedida a que la hemos sometido.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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