No he tenido problemas en reconocer que una de las causas de nuestra baja aprobación en las encuestas, tiene que ver con la pésima reacción frente al Caso Caval.
La derecha exigió respuestas, apuntó la tardanza en la entrega de estas y, sobre todo, remarcó las debilidades. Y la verdad, es que, bravatas más, bravatas menos, cumplió con el rol fiscalizador que la ciudadanía espera de sus representados.
Los periodistas acostumbran a decir que no existen malas preguntas, sino sólo malas respuestas. Hoy, nuevamente es el ex presidente Piñera el que no está dando buenas respuestas a preguntas legítimas.
Es extraño ver cómo la misma derecha que se mofó de las explicaciones que señalaban que tanto la Presidenta Bachelet como su hijo no sabían nada de los terrenos de Machalí, acusen ahora una actitud “canallesca” cuando se duda que Sebastián Piñera y su hijo no supieran nada de la operación Exalmar. Ese doble estándar la hace muy mal a la política.
Ahora se destapó otra arista desconocida, de la cual surgen preguntas que deben ser respondidas. Resulta que no sólo el subsecretario de Minería Wagner, imputado por cohecho a raíz de sus asesorías mientras ejercía el cargo público, estaba relacionado con el proyecto Dominga, ubicado en la misma región donde se emplazaría la Termoeléctrica Barrancones: Sebastián Pinera también lo estaba y muy estrechamente. Las dos primeras preguntas que debería responder, entonces, son: ¿por qué el ex presidente Piñera no incluyó esta inversión dentro de su declaración de patrimonio? ¿Por qué el ex presidente Piñera no incluyó esta inversión dentro del fideicomiso ciego que estableció en el mes de abril de 2009?
[cita tipo=»destaque»]¿Cómo poder creer que no estuvo involucrado en la administración de su patrimonio, si escondió inversiones, como queda claro ahora con Minera Dominga? ¿Hay más “Domingas” escondidas? ¿Cómo se explica el enorme crecimiento de su fortuna, cuantificado por Forbes, mientras era Presidente? La democracia exige buenas respuestas.[/cita]
Fui de aquellos que en 2010 señalamos las graves consecuencias que traería para el país la flagrante intromisión del Ejecutivo en un tema que debía ser evaluado por la institucionalidad medioambiental. La solicitud que el entonces Presidente hizo a la empresa para que retire su proyecto cerca de Punta Choros, fue inédita para un país que siempre ha visto en su institucionalidad uno de sus principales activos. ¿Es creíble que el ex presidente Piñera no fuera capaz de ver el evidente conflicto de interés que tenía al obstruir el funcionamiento de la institucionalidad cuando él era parte de otro proyecto de alto impacto a sólo kilómetros de la termoeléctrica que pretendía instalar Eike Baptista?
Es urgente conocer con cuánto entró al proyecto en 2009 y en cuánto salió, porque si hubo ganancias, debe establecerse con claridad cuáles son los factores que lo gatillaron.
Pero esto no es lo único. Cada vez que surgen estos temas, reaparece el timo del fideicomiso ciego de hace ocho años. En abril de 2009, cuando este fue anunciado en medio de una gran operación mediática, el futuro Primer Mandatario aún no había vendido las acciones de LAN, CHV y Colo Colo, con lo cual, en los hechos, el grueso de su fortuna (¡alrededor del 80%!) no se encontraba dentro de ese fideicomiso ciego.
En el mes de enero de 2010, cuando ya había ganado la elección, se le comenzó a exigir el cumplimiento de su promesa de campaña. Recibió 1.500 millones de dólares por esa venta de LAN y su abogado, Fernando Barros, prometió ante el país el 21 de enero de 2010 que esos dineros ingresarían al fideicomiso ciego o se haría un nuevo fideicomiso.
Recién en octubre de 2010, vendió Chilevisión por 140 millones de dólares y en diciembre del mismo año, recibió unos 7 millones de dólares por la enajenación de Colo Colo.
Todos creímos que ello, aunque tardío, era el cumplimiento de la promesa que le permitió ganar la elección, sin embargo, recién en 2014 nos enteramos que ello no fue así: cuando supimos que esos dineros jamás formaron parte del fideicomiso ciego…
Según Forbes, en 2013 la fortuna del ex Presidente llegó a los 2.500 millones de dólares, lo que implicó un crecimiento de 100 millones de dólares en relación a 2011… no obstante el ex mandatario lamentaba recién salido de La Moneda haber perdido 1.000 millones de pesos en su fideicomisos… un monto mísero comparado con su fortuna y las ganancias cuantificadas por Forbes.
En ese entonces pregunté sin respuesta: ¿por qué no cumplió la promesa del fideicomiso ciego? Su promesa no fue invertir afuera en fondos mutuos, sino hacer un fideicomiso ciego.
¿Cómo poder creer que no estuvo involucrado en la administración de su patrimonio, si escondió inversiones, como queda claro ahora con Minera Dominga? ¿Hay más “Domingas” escondidas? ¿Cómo se explica el enorme crecimiento de su fortuna, cuantificado por Forbes, mientras era Presidente?
La democracia exige buenas respuestas.