Señor Director:
El 22 de marzo de 2017 se dio un nuevo atentado terrorista, esta vez en Londres, con el resultado de cinco muertos y decenas de heridos. Al día siguiente el ataque fue reivindicado por el denominado Estado Islámico. Aunque no existan pruebas irrefutables de su autoría, se da un modus operandi que se ha repetido en otros lugares, así como una ideología que inspira a algunos “lobos solitarios” a realizar esta clase de acciones, más allá de si estos pertenecen o no al Estado Islámico.
Cabe señalar algunas lecciones de esta operación. La primera es que las amenazas de esta organización parecieran ser altamente creíbles y fiables. Hay que recordar que hace casi un año, en abril de 2016, sus dirigentes amenazaron con nuevos atentados, y señalaron como posibles objetivos tres capitales europeas, Londres, Berlín y Roma. En un video se llamaba a los combatientes islámicos a proseguir su lucha contra Occidente, matando a los “infieles”. El 19 de diciembre de 2016, el movimiento cumplió con una de sus promesas. A través de un atropello masivo en un mercado navideño de la capital alemana se dio muerte a 12 personas. El 22 de marzo de 2017 se produce el atentado en Londres, junto al Parlamento británico. Roma sería la tercera ciudad a atacar, según el comunicado de abril de 2016.
La segunda lección muestra que, a diferencia de los atentados realizados en la primera década del siglo XXI (Nueva York y Washington 2001, Bali 2002, Madrid 2004, Londres 2005, Bombay 2008), reivindicados por Al Qaeda, ahora muchos de los ataques no precisan de grandes recursos técnicos o monetarios. En muchos casos, puede tratarse de la acción de lobos solitarios, que se sienten motivados por las acciones y los discursos del Estado Islámico o de otros grupos jihadistas, que buscan confrontar a Occidente. La tercera lección nos indica que estos atentados se dan en un contexto en el cual el Estado Islámico sufre derrotas en el campo militar. En los últimos días ha sido especialmente en los alrededores de la ciudad de Mosul donde las fuerzas iraquíes han logrado resultados considerables. Esto nos revela algo que tal vez sea categórico: este movimiento puede ser derrotado en el ámbito miliar, pero no en el político, lo que significa que, aun no controlando territorio alguno, proseguirá con sus atentados, sea en Europa o en el Medio Oriente.
Una cuarta lección que habría que mencionar es que los medios de comunicación son altamente sensibles a los atentados realizados en capitales y ciudades occidentales, no teniendo la misma sensibilidad cuando estos actos se producen en el Medio Oriente. Decenas de ataques suicidas han ocurrido en Irak y en Siria, con cientos de muertos, a los que se suman los atentados en Turquía en 2016, algunos reivindicados por organizaciones kurdas, como el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, y otros por el Estado Islámico.
Con todo, la lección más importante que debe sacarse del atentado en Londres, es que éste ha sido fuertemente condenado por las comunidades musulmanes locales y europeas, las que, en su inmensa mayoría, son contrarias a todo tipo de violencia y de actos terroristas. En consecuencia, un acto de esta naturaleza o cualquiera similar, no puede ni debe justificar la islamofobia ni en Europa, ni en ninguna parte del mundo, un fenómeno que ha tenido un crecimiento sostenido desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Isaac Caro
Departamento de Ciencia Política y RR.II.
Universidad Alberto Hurtado