Se habla mucho en el mundo político sobre “El mecanismo”; se alude a los términos en que debiera definirse los partidos políticos sobre si optan por ir a primarias o bien postulan sus candidaturas derechamente, a la primera vuelta. Se usa la palabra “mecanismo”, pensando que se trata de un tópico de segundo orden, carente de toda influencia en materias importantes o sustanciales. Por lo cual se dice, que no habría que abrir debates sobre el mismo, sino que hablar de temas esenciales, tales como, programas de gobierno, pactos parlamentarios, especie o característica de las coaliciones políticas.
Lo cierto, es que el tema del mecanismo tiene verdadera relevancia. Siempre se ha afirmado que la forma pre figura el fondo; y más aún se sostiene por ciertos filósofos que nunca vemos fondo, sino que siempre nos encontramos ante formas. En el campo del derecho, las formas o formalidades tiene una extraordinaria trascendencia. Se trata de los procedimientos que se emplean para dirimir las controversias o adoptar las decisiones. Los procedimientos o formalidades, no son neutrales. Determinan, según sus características, el fondo mismo, la cuestión sustancial. Por eso existe la garantía universal del debido proceso y de una justa y racional investigación y procedimiento. La Verdad alumbra de manera distinta, según cual sea la forma o procedimiento que se utilice.
Entrando de lleno al debate político que se realiza en los medios de comunicación, afirmamos que no es indiferente seguir el camino de una primaria o ir a la primera vuelta en la carrera Presidencial. La elección primaria, es de corto plazo. Solo faltan noventa días para su realización. Hay muy poco tiempo. El camino es estrecho. En tanto, para la primera vuelta presidencial faltan casi 7 meses. Esto es, una cantidad de días suficientes para desarrollar en profundidad y en toda su extensión una campaña presidencial. Quienes postulan en una primera vuelta, compiten entre sí, realizan debates que apuntan a los tópicos que preocupan a la opinión pública. En las campañas de las elecciones primarias, por lo menos en Chile, realizadas por las combinaciones o alianzas de partidos, la competencia es débil, por cuanto son aliados que están compitiendo al interior de un pacto. Resulta difícil, que en ese marco puedan marcar sus diferencias. Más bien tratarán de hacer fuerza en lo que coincidan.
Los programas de gobierno y las coaliciones políticas que pudieran formarse, serán confeccionados en mejor forma y llevadas a cabo a una concreción más realista, si se participa en la carrera presidencial propiamente tal, esto es, en la primera vuelta presidencial. Solo así se elaborarán programas de gobierno que afirmen identidades y las coaliciones políticas serán el resultado del peso electoral verdadero que tenga cada uno de los partidos políticos. No se tratará de coaliciones convenidas con antelación a los eventos electorales ni de programas de gobierno producto de transacciones. El esfuerzo electoral de una primera vuelta, multiplica las energías y lleva a emplearse a fondo.
Es por los motivos anteriores, que el menospreciado “mecanismo”, lejos de ser algo intrascendente tiene primera importancia. Ya que como decíamos, la forma que se utiliza, el procedimiento que se emplee, el camino que se decide seguir, en definitiva terminarán por influir en las decisiones de fondo; sobre las cuestiones o asuntos más sustanciales. Esto siempre estarán marcados por el procedimiento que se haya escogido.
[cita tipo=»destaque»]Conviene preguntarse qué resultado habría tenido una consulta de ese partido en que hubieran participado sus militantes interesados en competir con los de los otros partidos, materia que de haber consultado a las bases en una simple votación rápida y sencilla, habría permitido profundizar la legitimidad de su decisión y con ello anotarse un punto en la recuperación de la credibilidad política ante la crisis de representatividad que enfrentamos.[/cita]
De esta manera, no debe excluirse del debate la formula o procedimiento respecto a las candidaturas de la presidencia de la República. Hay que pensar que la opinión pública estará atenta a la fórmula que se escoja. Ya se tuvo la experiencia que un partido para seleccionar a su candidato a la Presidencia de la República, no consultó a sus bases y realizó una elección secreta, en un cuerpo electoral mínimo de solo 100 personas. No escapará nadie que dicho camino fue completamente erróneo, porque aunque se diga que se actuó dentro del contexto de la democracia representativa, no cabe la menor duda que no existían delegaciones ni facultades precisas del pueblo soberano para votar por uno u otro candidato. Esta omisión – no consultar a las bases o pueblo soberano – tendrá permanentes efectos en el partido político que se llevó a cabo tal práctica.
Conviene preguntarse qué resultado habría tenido una consulta de ese partido en que hubieran participado sus militantes interesados en competir con los de los otros partidos, materia que de haber consultado a las bases en una simple votación rápida y sencilla, habría permitido profundizar la legitimidad de su decisión y con ello anotarse un punto en la recuperación de la credibilidad política ante la crisis de representatividad que enfrentamos.
Las primarias legales, elaboradas y construidas bajo el sistema binominal, no son, sino una copia foránea y si bien pueden ser útiles en algunos casos, no hay que transformarlas en las cuestiones decisivas y buscar con ello el encajonamiento del electorado, porque ello seguirá alejando a nuestros conciudadanos de las decisiones políticas. Las precandidaturas, que en eso se transforman los candidatos en primaria, desgastan a los propios interesados más de la cuenta y los someten a presiones que no siempre resultan ser las mejores para buscar la mejor conducción del estado.
Hay que aprender de las lecciones y no seguir caminos erróneos, ya que éstos llevan a estrategias políticas equivocadas y pueden conducir a gigantescos fracasos, favoreciendo a los adversarios.