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Estados Unidos en la trampa terrorista

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Juan Francisco Coloane
Por : Juan Francisco Coloane Sociólogo y analista internacional.
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El presidente  Donald Trump en su declaración del 7 de junio sobre los atentados terroristas en Irán, lo lamenta e invoca una oración por las víctimas inocentes. Al final señala como advertencia: “Nosotros subrayamos que los estados que apoyan el terrorismo arriesgan en convertirse en víctimas del demonio que ellos promueven”.

La frase, si apuntaba solo a Irán y omitía a su propio país, así como a una estela de otros países que han financiado el terrorismo de última generación, puede significar que Estados Unidos decida no salir de su trampa. Es una posibilidad. En el itinerario conocido, quizás a Estados Unidos no le convenga estratégicamente resolver el tema del terrorismo, al menos por ahora, en el Medio Oriente, o donde está Siria.

Efectivamente, un día antes, Estados Unidos bombardeaba por segunda vez en una semana, las posiciones del Ejército Árabe Sirio (EAS), esta vez en Al Tanf. Desde hace un tiempo, la alianza liderada por Estados Unidos bombardea posiciones  del EAS, que en el fondo constituye  la única fuerza militar estatal que combate al llamado ejército islámico o ISIS, con el apoyo de las Fuerzas Armadas de Rusia y de Irán.  El EAS realiza operaciones contra los terroristas que hace seis años se inyectan en territorio sirio por obra de Estados Unidos. El mismo  Donald Trump durante su campaña presidencial, le imputa al ex presidente Barack Obama, “de haber creado al ISIS”. Fue considerada una frase falsa y artera.

[cita tipo=»destaque»]El estado de situación del enclave formado por Siria, Irak e Irán, y la zona adyacente, es crítico para gestar un orden mundial con un mínimo de equilibrios. El tema se evade y no se debate políticamente por una comunidad de naciones que ha sido absorbida por el caos sistémico de la globalización, dejando materias como la existencia de los Estados, al arbitrio de la impulsividad geopolítica y geoeconómica, en un conjunto de situaciones respaldadas por el capital de las Corporaciones Transnacionales.[/cita]

Sin embargo tuvo resonancia y cobraba sentido mientras en Estados Unidos y Europa aumentaba la actividad terrorista del ISIS y escalaba la llegada masiva de inmigrantes afectados por la expansión del terrorismo incubado para derrocar a Assad en Siria.

Con el fracaso de las invasiones de Afganistán e Irak y por los resultados en la operación para derrocar el gobierno en Siria, se constatan las falencias estratégicas de Estados Unidos para acabar con los puntos neurálgicos del terrorismo. Los regímenes y gobiernos que aparecían inculpados en apoyar el terrorismo, de acuerdo al arquetipo establecido por la Alianza Transatlántica, no albergan las redes que cometen los actos terroristas de los últimos seis años en Europa, Estados Unidos y del que logró golpear ahora en Irán.

El fenómeno del ISIS, ha estado centrado en Siria (también Irak hasta cierto punto) y en el plan de derrocar a su presidente. Fomentado con intermitencia por Estados Unidos desde la administración de George W. Bush, el fracaso de este plan se expresa ahora en la ruptura de relaciones entre los principales financistas del terrorismo en Siria, como son Catar y Arabia Saudita. La ruptura de relaciones entre las monarquías del  Golfo Pérsico es un espejismo porque en el fondo, todas han estado involucradas en financiar al ISIS, como dicho, particularmente Arabia Saudita y Catar. En esa ruptura de relaciones con Catar, hay que rescatar a Egipto sin involucramiento con el plan, ni financiera ni políticamente, excepto durante el breve período con la Hermandad Musulmana en el poder. Las divergencias entre los miembros de la Alianza Transatlántica sobre los propósitos militares  en el combate al terrorismo forman parte también de las divisiones en la alianza para derrocar a Assad.

Los miembros de esta alianza, incluidos Israel y Turquía, todos, en su medida, contribuyeron a formar el ISIS. No se trata principalmente de una cuestión de disputas religiosas sectarias o apetitos de dominio regional.  En la guerra para destruir al Estado Sirio existen objetivos que desbordan inclusive la fabricación del propio ISIS para  destruirlo.

El estado de situación del enclave formado por Siria, Irak e Irán, y la zona adyacente, es crítico para gestar un orden mundial con un mínimo de equilibrios. El tema se evade y no se debate políticamente por una comunidad de naciones que ha sido absorbida por el caos sistémico de la globalización, dejando materias como la existencia de los Estados, al arbitrio de la impulsividad geopolítica y geoeconómica, en un conjunto de situaciones respaldadas por el capital de las Corporaciones Transnacionales.

En ausencia de un propósito claro para formar un nuevo Orden Mundial, las potencias se empecinaron en eliminar vestigios de comunismo o de estatismo autoritario.  Primero fueron los Balcanes y posteriormente Afganistán e Irak, objetos de la destrucción con invasiones y bombardeos. Sin la autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el caso europeo e Irak. Ahora es Siria con el expediente terrorista para desestabilizar.

Las fisuras en la administración Trump y los intentos de sus oponentes de bloquear su presidencia, también han facilitado el resurgimiento de la tesis neoconservadora, para transformar al Medio Oriente. El ímpetu neoconservador fracasó con la invasión a Irak en 2003, que ha sido otra cuna del terrorismo moderno. Aun así,  la idea de incorporar esa vasta zona con situaciones de gobernanza previsible a los activos de la globalización, subsiste y es un eje en la política exterior de Estados Unidos.

Las potencias con intereses políticos y lazos históricos coloniales en la zona, han tenido oportunidades plenas para prevenir la actual situación catastrófica en la región. En este sentido, Rusia es quizás la excepción al haber tomado la decisión de largo plazo de no permitir la desintegración del estado en Siria y de impedir  que el expediente del terrorismo moderno salga victorioso como herramienta para derrocar a un jefe de estado y  de paso desintegrarlo.

Existe una situación de caos sistémico en la política internacional de los países que derrotaron al comunismo internacional patrocinado por la Unión Soviética. Esto se constata con el terrorismo internacional de última generación que surge en la década de 1980 para expulsar a los soviéticos de Afganistán, y que ahora causa estragos inimaginables una década atrás en las potencias vencedoras de la guerra fría. La trampa que envuelve a Estados Unidos y sus aliados, es la del terrorismo gestado en una región a partir de la persistencia en rediseñarla y controlarla desde lo externo con visiones neocoloniales difíciles de erradicar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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