Algo de frescura ha traído el entuerto DC a la política nacional. No porque el partido pase serias dificultades, sino porque en las gestiones para superarlas se pondrán a prueba no solo las prácticas tradicionales de la política que la tienen tan desprestigiada sino también las otras, las que harán que nunca deje de ser una actividad tan necesaria como espléndida.
Partamos señalando que los partidos políticos no son simples asociaciones de hombres y mujeres. Cumplen un rol fundamental para el funcionamiento de la democracia y de la institucionalidad en general. Más aún, desde hace un tiempo cuentan con financiamiento estatal, al igual que sus campañas, por lo cual son sujetos de escrutinio público. Y en eso, siempre es positivo que los contribuyentes, nosotros, se preocupen qué se hace con sus impuestos.
Bajo tal premisa, la situación que vive la Democracia Cristiana por cierto que es de interés colectivo. La crisis detonada por el gallito entre la candidata presidencial/presidenta del partido, Carolina Goic, y el diputado Ricardo Rincón por su pasado de violencia intrafamiliar, ha derivado en múltiples acciones y gestos en pos de superar el impasse. En política, al fin y al cabo.
El último, en un acto de desprendimiento, la carta que el 1 de agosto un grupo de diputados DC entregara a Goic –sin la firma de Rincón- poniendo sus cargos a disposición. El objetivo, ayudarle a salir del proceso de “reflexión” (congelamiento de su postulación) que anunció la semana previa luego del golpe que le propinara la Junta Nacional al respaldar la candidatura del cuestionado legislador.
La misiva tenía párrafos destacados.
Uno de ellos: “Hemos sido agraviados e injuriados, de manera falsa e injusta, sin que podamos, por respeto al partido y a nuestra presidenta, decir lo que nos merecen esas ofensas, que solo degradan a quien las profiere“, se quejaron los honorables.
Y el mejor: “En estas condiciones, hemos tomado la decisión de poner nuestras candidaturas a disposición de Usted, como presidenta nacional del Partido Demócrata Cristiano, en el marco del mandato otorgado a la directiva en nuestra última Junta nacional”.
Esta decisión, por cierto que honra la acción pública. Trae un poco de dignidad al rol que cumplen legisladores que, sin sumarse uno al coro anti políticos y menos anti política, dan motivos para que la ciudadanía las emprenda en su contra. Despojarse de privilegios, dieta y poder es la mejor muestra de que podría ir la DC bien encaminada.
La candidata se tomó el mandato en serio. Y así, a los pocos días manifestó que continuaría sus esfuerzos por llegar a La Moneda, dejando en claro que aplicaría con firmeza el poder que se le delegaba (y que, según la propia mesa directiva, tiene por ley): “Ejerceré esa atribución en todos los casos en que corresponda y en especial en el caso del diputado Rincón, eso implica no inscribir su candidatura” señaló, junto a adherentes y al abogado DC Patricio Zapata, quien precisamente le asesorará en la conformación de la lista de candidatos al Congreso, elevando el estándar ético y definiendo bajo este prisma los postulantes.
Fue este anuncio y la casi caída de Rincón (este ha expresado su negativa de renunciar a su repostulación por la región de O’Higgins), lo que trajo un poco de realidad humana al magnánimo gesto de los diputados.
Molestia fue lo primero que surgió.
“Todos pusimos nuestros cargos a disposición de la presidenta del partido, a ella, y es Carolina Goic la que tiene que tomar una decisión. Lo importante es que lo haga rápido, porque no puede mantener nuestras candidaturas, en un momento tan complejo, en vilo” dijo al respecto el diputado Fuad Chahín.
Su colega Aldo Cornejo, quien busca postularse al Senado, argumentó que “a partir de la designación de Patricio Zapata se ha generado una continuidad de especulaciones que lo único que provocan es hacerle daño a la plantilla parlamentaria”.
Más aún, Gabriel Silber morigeró las potestades de Goic: “Quiero remarcar que el mandato que dio la junta es a la mesa. Por tanto, es una decisión colectiva y no unipersonal”.
Sí, sonaba potente. Pero la oferta venía con elástico.
Que incumbentes decidieran dejar de lado sus garantías para ayudar al partido que les ha dado cobijo era algo pocas veces visto en el último tiempo en la política local, con demasiadas mezquindades, intereses particulares por sobre los colectivos, ansias de poder. Estamos disponibles a dar pasos para superar crisis, pero siempre que las facturas las paguen otros.
Algo de frescura ha traído el entuerto DC a la política nacional. No porque el partido pase serias dificultades, sino porque en las gestiones para superarlas se pondrán a prueba no solo las prácticas tradicionales de la política que la tienen tan desprestigiada sino también las otras, las que harán que nunca deje de ser una actividad tan necesaria como espléndida.