Se suele pensar que la gestión de la edad, este nuevo enfoque de recursos humanos que considera la edad de los trabajadores en el diseño e implementación de políticas de seguridad, bienestar e inclusión laboral de las empresas, solo considera a las personas “más grandes” de la organización. Pero eso es tan restringido como abordar los temas de discapacidad solo con las personas en situación de discapacidad, o la violencia de género, solo con mujeres.
Hoy las organizaciones públicas y privadas tienen la gran oportunidad –y el desafío- de gestionar la edad con tres generaciones que conviven laboralmente. Y es que dado el envejecimiento demográfico que afecta a Chile en el ambiente laboral conviven simultáneamente representantes de la generación de los llamados Baby Boomers, la generación X y los tan vapuleados Millennials.
Pero quién es quién en esta categorización generacional. Los Baby Boomers son aquellas personas que hoy tienen entre 50 y 65 años aproximadamente. Son hijos de la II Guerra Mundial, fueron testigos de la llegada del hombre a la Luna, del asesinato del Presidente de EE.UU. John F. Kennedy, se sorprendieron cuando la televisión dejó de ser en blanco y negro y fueron protagonistas de los hechos políticos que marcaron al país en 1973. Las mujeres usaban minifaldas o largos vestidos floreados, mientras los hombres dejaron crecer su pelo y usaban pantalones patas de elefante. Vivieron la crisis económica del 82 y el boom económico de los años ’90. Fueron los primeros en usar una tarjeta de crédito. Son personas que hicieron carrera en el trabajo y que hoy están celebrando 35 o 40 años de servicio en una misma organización.
La Generación X, por su parte, está compuesta por aquellas personas que hoy tienen entre 34 y 49 años aproximadamente. Nacieron con el televisor en el living de sus casas y fueron testigos de la masificación del teléfono fijo. Se acostumbraron a comer comida rápida en el Mc Donald’s recién inaugurado de Santiago. Disfrutaron de los primeros conciertos realizados en el país y muchos crecieron con mamás y papás que trabajaban fuera de la casa. Se sorprendieron con Internet y el correo electrónico, y reemplazaron la máquina de escribir por el computador para hacer sus trabajos escolares y/o universitarios. Fueron protagonistas del uso del celular y de la revolución que causó la frase “el que llama paga”. Son personas que valoran la estabilidad laboral, pero que no temen cambiarse de trabajo cuando la oferta salarial es mejor.
Los Millennials, en tanto, son las personas que hoy tienen entre 25 y 33 años aproximadamente. Muchos de ellos se están integrando al mercado laboral después de cursar varios años de estudios de posgrado. Son nativos digitales, prefieren ver contenido audiovisual a través de Internet y no en la TV. Viven conectados a las RR.SS. y tienen varios dispositivos electrónicos (celular, laptop, Tablet, SmartWatch). Privilegian su tiempo libre y valoran la flexibilidad al momento de decirle que sí a un trabajo.
Cada generación tiene sus propios hitos y características (positivas y negativas) y hay que saber gestionar adecuadamente las habilidades de cada uno de sus miembros para lograr una positiva sinergia intergeneracional. Los jóvenes inyectan energías renovadas, pero los seniors aportan estabilidad, experiencia y madurez.
Pareciera que la única preocupación de los empleadores es cómo hacer que los millennials no renuncien a los dos años, cuando las organizaciones podrían también implementar estrategias que apunten a optimizar las competencias de todos sus miembros, sin sesgos de edad, de manera que -sin importar la edad que tengan – sigan siendo excelentes exponentes de su generación.
Una opción de generar sinergia intergeneracional es a través del mentoring, donde el trabajador con más experiencia actúa como mentor del más joven contribuyendo así a la transferencia de conocimiento. Este tipo de iniciativa reconoce la maestría del más viejo y permite que el más joven se beneficie de la experiencia del mayor, mientras en paralelo, se acorta la brecha que los separa…llegando a ser capaces de concentrarse en los puntos de encuentro más que en sus diferencias. Es esencial que las empresas se preocupen de sus diferentes generaciones y no concentren sus esfuerzos solo en los más jóvenes.
La diversidad de edades presentes en una organización más que un problema, es un desafío que obliga a innovar para que tanto la organización como sus miembros gocen de buena salud y el clima laboral contribuya a sacar lo mejor de cada uno. La gestión de la edad es el punto de partida y, como habrán visto, implica un trabajo mucho más amplio que preocuparse solo de los mayores de 60.