Mal tiempo para votar… así José Saramago comienza su novela “Ensayo sobre la lucidez” en la que relata la epopeya de un pueblo que de manera sigilosa y organizada decide votar en blanco, alcanzando esta opción un 75% de las preferencias, posición que a juicio dela autoridad es un acto subversivo que es necesario detener con la fuerza. Se ordena repetir la elección y el voto en blanco aumenta a un 83%. “La novela es una reflexión sobre los mecanismos del poder y las actitudes de los gobernantes ante una posible revolución pacífica protagonizada por un pueblo desesperanzado e incrédulo en medio de las elecciones que legitiman la democracia”.
Mal tiempo para votar… podríamos concluir en Chile, porque esta jornada electoral está plagada de verdades a medias, por la existencia de un candidato que bajo las banderas de la derecha tendrá como opción continuar lo que Bachelet empezó a realizar basándose en las tendencias de opinión que las encuetas señalan. Resulta evidente que los contenidos programáticos de la Nueva Mayoría como reforma a la Previsión, matrimonio igualitario, gratuidad de la enseñanza, democratización del sistema político y tener un trabajo decente, bajo la definición de la OIT, son mayoritariamente apoyadas en las encuestas, pero desacreditadas cuando se formulan proyectos o se transforman en políticas puestas en práctica por el actual gobierno.
[cita tipo=»destaque»]La astucia en la política se demuestra modificando los escenarios, realizando acciones inesperadas y grandiosas, pues se necesita entereza para modificar una ruta o itinerario político. Por ello, sostener una candidatura testimonial no tiene sentido si nos aleja del objetivo político que es avanzar en la democratización del país y peor aún si le damos ventaja a una postulación presidencial que puede significar retroceder en todos los derechos reconquistados y reestablecer los poderes fácticos que debilitan el ejercicio de la democracia.[/cita]
A ello se suman la existencia de seis no – candidatos cuya postulación nadie se explica cuando la contradicción principal es que no puede haber un gobierno de derecha que arrase con las medidas populares aprobadas por el actual gobierno. Porque no tiene sentido un camino propio para transitarlo en solitario, jugar a inventar una izquierda nueva como expresión genuina del descontento pequeño burgués arribista. Menos aún se justifica levantar candidaturas para negociar exiguos porcentajes en las urnas sin importar las necesarias aproximaciones programáticas que se deben explorar. Ello exige un esfuerzo político por dejar a un lado los intereses personales y corporativos, dejando aislados a señoritos que desahucian anticipadamente un acuerdo político, sin haber abierto un espacio de debate en profundidad para alcanzar un Amplio Acuerdo Democrático Nacional.
Curiosa esta elección para quienes miran el fenómeno político a la distancia, cuando la prensa oficial ligada a los intereses económicos se obstina en hacer creer que hay un solo candidato, llegando incluso a ocultar sus errores y someterlo a una sobreexposición que lo obliga a imitarse a sí mismo, que convierte en chascarros jocosos su falta de preparación y que no investiga ni difunde respecto a las graves acusaciones que ha sido objeto.
Ello se explica según Fernando Atria porque lo que está en juego no es el procedimiento o las técnicas necesarias para implementar una política, sino la lucha es esencialmente ideológica con intereses de clase precisos que han dominado el sentido común. Hay sectores que expresan un desprecio por las transformaciones estructurales impulsadas por el gobierno, desatando un malestar manifiesto hacia la figura de la Presidenta, generando resistencias y provocando manifestaciones groseras por parte de personajes que pueblan el espectro televisivo y que tienen licencia para injuriar.
El país ha llegado a un punto delicado de fricción política, donde la agenda es impuesta por los poderes fácticos, con objetores de conciencia en todo aquello que signifique modificar la camisa de fuerza que nos impone la Constitución, postergando un debate absolutamente necesario y que desde el Caupolicanazo en que Frei Montalva hizo el llamado a formar una Asamblea Constituyente está pendiente. Ha sido retrasado maliciosamente en la agenda por sectores del bloque de gobierno y aunque se quiera ocultar, la elaboración de una nueva Carta Fundamental dice relación directa con nuestra vida cotidiana y el ejercicio de derechos y libertades fundamentales.
La astucia en la política se demuestra modificando los escenarios, realizando acciones inesperadas y grandiosas, pues se necesita entereza para modificar una ruta o itinerario político. Por ello, sostener una candidatura testimonial no tiene sentido si nos aleja del objetivo político que es avanzar en la democratización del país y peor aún si le damos ventaja a una postulación presidencial que puede significar retroceder en todos los derechos reconquistados y reestablecer los poderes fácticos que debilitan el ejercicio de la democracia.
Mal tiempo para votar dice el personaje de la novela de Saramago refiriéndose a la lluvia torrencial que tenía vacíos los locales de votación sin advertir la conjura que se estaba tramando para dejar al poder constituido sin respaldo institucional. Por tanto, debemos apostar a la opción de cambio que con respaldo social y político acoja a la más amplia diversidad de pensamientos en torno a un programa que teniendo como base el cambio de Constitución restituya derechos sociales que el designio neoliberal ha conculcado, especialmente en las áreas de la previsión, salud, educación y seguridad pública.