En agosto del año 2011, Amanda Goodall, investigadora senior Asociada del IZA Institute of the Study of Labor, se preguntó si existiría una asociación entre el liderazgo médico de clínicas y hospitales y mejores resultados.
Con información del 2009 proveniente de los 100 hospitales top en Estados Unidos, separando entre líderes médicos y no médicos, Goodall demostró que tal asociación sí existía. Médicos con formación en gestión lo hacían mejor que no médicos.
Estos hallazgos, a pesar de su trascendencia, no siguieron siendo estudiados, al punto que James Stoller, la propia Amanda Goodall y Agnes Baker hacen referencia a esta materia pendiente a propósito de una publicación acerca de liderazgo en la Harvard Business Review de diciembre del 2016. ¿A qué podría deberse esta diferencia? se preguntan estos investigadores. Por cierto tal cosa, salvo por una especulación, tampoco será respondida en este artículo.
Sin embargo, hace un par de días hemos conocido una noticia prácticamente inédita. Por primera vez en la historia, un médico cirujano es designado como gerente general de una de las más importantes clínicas de la industria. En efecto, el doctor Jaime Mañalich, ex ministro de Salud y ex director médico de Clínica Las Condes, ha sido puesto a la cabeza de esta última organización.
[cita tipo=»destaque»]El paradigma era que la cabeza debía estar en manos de un ingeniero o de alguien proveniente de las ciencias administrativas. ¿Los médicos? A tu cueva, coipo. Es decir, al pabellón, al poli, al servicio de emergencia, etc. Este paradigma, a mi entender, es el que hoy ha sido definitivamente roto con Mañalich en Las Condes.[/cita]
Si bien hubo antes en esta historia sectorial la designación del doctor Julio Montt Vidal en la gerencia general de Clínica Las Lilas, mientras estuvo en manos de Integramédica, luego el proyecto se desmaterializó con la venta de la misma al grupo Mas Vida. Pero en su momento esto no fue más que la excepción que confirmaba la regla, pues en las clínicas del sector privado en Chile, incluso en aquel sin fines de lucro (mutualidades), el paradigma era que la cabeza debía estar en manos de un ingeniero o de alguien proveniente de las ciencias administrativas. ¿Los médicos? A tu cueva, coipo. Es decir, al pabellón, al poli, al servicio de emergencia, etc. Este paradigma, a mi entender, es el que hoy ha sido definitivamente roto con Mañalich en Las Condes.
En el sector público el paradigma siempre fue el opuesto y la dirección de los hospitales, equivalente a la gerencia general de las clínicas, solía recaer en el mejor de los clínicos, especialmente cuando aquel ya entraba en edad y era el momento de reconocerle. Porque en realidad el asunto de la gestión a pocos importaba en el sistema público chileno, según el propio Abraham Horwitz, prestigioso salubrista chileno que gobernó la Organización Panamericana de la Salud nitaria (OPS) por muchos años. Sin embargo, habida cuenta de pequeños brotes de contagio multilateral, este paradigma ha sido modificado en los últimos años con el sistema de Alta Dirección Pública, que abrió las puertas al mérito y a médicos formados en administración, así como a otros profesionales de la administración interesados en el sector.
No siendo la idea de este comentario ir más allá de lo que ya hemos descrito, preciso es también señalar que la Dirección Médica de la Clínica Las Condes ha dado también un salto técnico importante con la designación en esa posición de la doctoora May Chomalí, de quien se espera una impronta con más foco en la gestión clínica y la calidad de servicios.
Ahora bien, cuál será el quid del asunto, la materia que quedó pendiente para quienes dedican su tiempo a la investigación en business, management o “labor” en salud, como es el caso de Amanda Goodall. Y como médico especializado en estos asuntos de la gestión, creo que hace diferencia haber vivido al comienzo los siete años de la carrera de medicina y su currículum oculto; hace diferencia haber conocido los constructos más elementales del negocio clínico que se tejía en los pasillos de los hospitales donde te formaste, la esencia del giro, la naturaleza del «negocio» médico.
De ahí es que surge, por lo demás, la idea de que los resultados hospitalarios no son solo una mezcla entre equilibrio financiero (o excedentes, o lucro) y calidad percibida por el usuario/cliente, sino también de resultados sanitarios que resultan de las buenas prácticas médicas y que no estamos acostumbrados a medir.